Aunque haya quién se empeñe en negarlo, el cambio climático es una realidad, y lamentablemente muchos de sus estragos están ocurriendo a una velocidad mucho mayor de lo que se pensaba.
Un ejemplo es el de la descongelación del Ártico, pues la zona está alcanzando temperaturas tan sumamente altas que hay quien asegura que podría estar totalmente desprovisto de hielo estival en el año 2030.
Por eso, muchos científicos llevan años tratando de idear planes que ralenticen la fundición del hielo a través de técnicas como el blanqueo de su superficie, con el fin de minimizar la absorción de los rayos del Sol.
Solución prometedora, pero muy cara
Sin embargo, ninguno parece tan prometedor (ni tan caro) como el que acaba de proponer un equipo de científicos a cargo de Steven Desch, de la Universidad Estatal de Arizona, ya que su plan consiste en la colocación de una serie de bombas alimentadas por energía eólica que dispersarían agua de mar por encima de la capa de hielo, favoreciendo que se congele y aumente su grosor.
En una entrevista de Desch para The Guardian, afirmó que los esfuerzos de los gobiernos para minimizar el consumo de combustibles fósiles es insuficiente para impedir lo que ya parece inevitable, por lo que es necesario recurrir a medidas mucho más drásticas.
Y eso es lo que hacen con este proyecto, publicado en Earth Future, pues para poder cubrir toda el área del Ártico se necesitarían un total de 100 millones de bombas éolicas, con el consiguiente gasto de acero, que alcanzaría los 100 millones de toneladas.
Un millón de bombas al año
"Si estas bombas alimentadas con el viento se distribuyeran a lo largo de un 10% del área ártica, harían falta unas 10 millones de bombas", dicen los autores. "Asumimos que la implementación de este sistema llevaría más de 10 años, por lo que colocar estas bombas en el Ártico requeriría colocar 10 millones de bombas al año, o un millón para cubrir el 10% de la superficie".
Si tenemos en cuenta que Estados Unidos sólo produce 80 millones de toneladas de este metal al año, queda claro lo necesaria que se hace la intervención del mayor número posible de países, pues ni siquiera una gran potencia como la estadounidense podría cubrir el requerimiento de materiales, que alcanzarían un precio de 500.000 millones de dólares.
Pero para estos científicos sería, sin duda, un gasto necesario; según sus cálculos, de este modo se lograría aumentar el grosor de la capa de hielo marino en un metro, devolviéndola al estado en el que se encontraba hace 17 años y evitando la desaparición que se vaticina para 2030. Además, mejoraría el pronóstico para especies como el oso polar y se restablecería el potencial del mejor método del que dispone el planeta Tierra para despejar las radiaciones solares: el albedo.