Carlos Sotelo vive en el centro de Barcelona pero su trabajo está a unos diez kilómetros, tiempo suficiente para pensar en la movilidad del futuro o la contribución del tráfico motorizado a las enfermedades respiratorias. "Tiene una autonomía de unos cien klómetros y no la recargo todos los días", dice sobre su moto, "tengo el problema contrario, siempre llevo la batería llena".
La moto, además, es creación suya como CEO y fundador de Scutum, firma barcelonesa que apuesta por estos vehículos eléctricos para inundar las ciudades del futuro.
La moto eléctrica ya es una revolución en Asia, donde en muchas ciudades son las únicas que se permiten circular, y representan una solución óptima para una tormenta perfecta: por un lado, el auge del tráfico derivado de la sobrepoblación y de nuevos modelos de negocio basados en el reparto de todo tipo de productos, por el otro, el deterioro de la calidad del aire y las enfermedades respiratorias que esto conlleva.
"Es cierto que en Asia tienen un problema con esto, pero en Madrid o Barcelona no nos quedamos atrás", dice Sotelo.
Los tres socios fundadores de Scutum vienen del mundo de las dos ruedas. Además de Sotelo, que había trabajado los últimos siete años en vehículos eléctricos, Juan Carlos Pablo pasó 24 años en Honda y el ingeniero Josep Losantos 15 años en Yamaha. En 2014 lograron poner en el mercado su primera motocicleta eléctrica, pensada exclusivamente en un uso profesional.
"En los últimos años se han popularizado los negocios de lo que se conoce como última milla", explica Sotelo. Son empresas que se dedican a, por ejemplo, recoger un pedido del restaurante y llevarlo a casa del cliente. O Correos, que fue una de las compañías a las que Sotelo y sus socios regalaron varios modelos para empezar a ponerlas a prueba.
"Empezamos con motos comerciales porque como banco de pruebas son excelentes, ya que pasan en la calle varias horas al día", dice el fundador. Las baterías tardan en cargarse entre dos y seis horas en función del cargador.
Posible lanzamiento en noviembre
En apenas cuatro años, la empresa ha pasado de ser una idea interesante a estar preparando su primer modelo para particulares, que esperan lanzar en noviembre. Es el tipo de negocio que persigue apoyar EIT Digital, una aceleradora de empresas europeas que también tiene la visión de llenar el mundo de motos eléctricas.
"La urbanización es una de nuestras obsesiones", explica a EL ESPAÑOL Willen Jonker, el CEO de la aceleradora. "Cada vez más y más gente vive en ciudades, lugares cada vez más complejos con problemas de tráfico, problemas de reparto y logísticos".
También tiene claro que, si quieren triunfar, tienen que mirar a Asia y otros mercados. "Un ejemplo de que pensar a nivel nacional es una estrategia muy peligrosa es Facebook", dice Jonker. "Estoy seguro de que antes de que Facebook se volviera un éxito, en España había una red social similar, también teníamos una en Holanda, que ya no existe". Para este holandés, si Europa está quedándose atrás "no es por ser menos inteligentes o usar otra tecnología; muy a menudo perdemos porque no pensamos globalmente".
Sotelo siempre prefirió la moto al coche. Ahora, con la moto eléctrica, se siente diferente. "No vas con esas ganas de acelerar en cuanto se pone el semáforo en verde, vas como más calmado".