Más de seis millones de litros de agua, distribuidos en un sistema de seis grandes piscinas conectadas entre sí, representan el hábitat del grupo de once delfines de Loro Parque en Tenerife. Al pie de una de ellas nos recibe Javier Almunia, doctor en Biología y experto en bioacústica de cetáceos: "Más importante que tener una piscina enorme, resulta más conveniente tener un sistema de multipiscinas conectadas, dan más juego, abren más posibilidades y ayudan a mantener el grupo social más unido".
De uno de los túneles que unen este sistema acuático surge uno de los delfines, se acerca al borde para asomarse y observarnos… no parece que nos encuentre demasiado interesantes por lo que, a los pocos segundos, se aleja en busca de una de las pelotas que flotan en el agua y se pone a jugar con ella.
Durante muchos años se ha propagado la creencia de que los delfines en cautividad están sometidos a un estrés agudo que les hace la vida imposible. "Es una idea absurda que sin embargo ha calado en algunos sectores que la utilizan sin base científica solamente para desprestigiar el trabajo que se realiza en acuarios y zoológicos", responde Almunia, que también es director de la Fundación Loro Parque.
En noviembre de 2015 el equipo de investigadores y biólogos del Parque inició un proyecto para determinar los niveles de cortisol en delfines y establecer así las condiciones de estrés en las que viven estos animales bajo el cuidado humano.
La pregunta que surge en primer lugar es evidente: ¿Cómo se mide el estrés de un delfín?
"El marcador más claro y significativo en vertebrados es el cortisol" explica Javier Almunia, "una hormona que el organismo segrega como respuesta fisiológica de alerta a situaciones de peligro o cambios en el entorno".
Existen diferentes marcadores, como la frecuencia cardíaca o la temperatura corporal, pero los niveles de cortisol son los indicadores más precisos de la presencia de estrés en vertebrados. La idea original del proyecto, que ha durado casi dos años, era realizar un estudio a nivel europeo utilizando el mayor número de muestras procedentes de nueve zoológicos diferentes repartidos por todo el continente. "Hasta ahora, las investigaciones que se habían realizado eran siempre con grupos pequeños de animales y no sabes si los resultados son significativos", destaca Almunia.
El nuevo estudio no solo ha utilizado 59 individuos (30 hembras y 29 machos) de diferentes recintos europeos sino que ha utilizado un sistema de recolección de muestras mucho más eficaz para la medición de estrés. "Lo habitual hasta ahora era medir el cortisol en sangre, pero este método de extracción puede incrementar el estrés en el animal por lo que hemos utilizado un método inofensivo, indoloro y no invasivo con los delfines: la saliva".
La medición de los niveles de cortisol mediante muestras de saliva permite a los investigadores realizar varias recogidas a diferentes horas sin ningún daño o molestia para el animal, mitigando además el propio estrés que puede causar en el delfín una extracción de sangre.
En biología se denomina cortisol basal o banda basal de cortisol y representa los niveles normales de estrés entre los que se debería mover un ser vivo. "En delfines, la banda basal se mueve desde el 'no detectable' (situaciones en las que el delfín está tan tranquilo que los niveles de cortisol en saliva apenas son detectables por el laboratorio) hasta 0.3 nanogramos por mililitro. Estos son los parámetros que determinan los niveles normales de cortisol", explica Almunia.
Desde noviembre de 2015 hasta junio de 2016, los nueve acuarios europeos, utilizando la misma metodología para su extracción, obtuvieron numerosas muestras de saliva de sus delfines que se han analizado en un laboratorio independiente de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los resultados de este estudio europeo se acaban de presentar en XLV Simposium Internacional de la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos celebrado en Génova, Italia, y son claros y concluyentes: El 95% de las muestras de saliva presentaron niveles de cortisol dentro de la banda de niveles normales de estrés. Es más, en el 49% de las más de 600 muestras analizadas los niveles de cortisol fueron tan bajos que no pudieron ser detectados en laboratorio.
"En un principio el objetivo del estudio no era saber si los delfines bajo cuidado humano tenían más o menos estrés que los delfines en libertad. En realidad queríamos encontrar esa banda de corticol basal, es decir, conocer los niveles normales de estrés de una gran muestra de delfines en acuarios", explica el biólogo, "de esta manera cualquier investigador o cuidador que quiera medir el estrés en sus animales podrá tener una referencia clara de cuáles son los niveles normales y a partir de ahí podrá detectar alteraciones en el estado físico de sus animales".
Sin embargo el estudio no termina aquí puesto que, con los datos de cortisol confirmados, el segundo paso parecía lógico: comparar los niveles de estrés registrados en delfines de acuarios con los niveles de los animales en libertad.
Por suerte, en la Bahía de Sarasota, Florida, existe un conocido grupo de delfines en libertad que han sido protagonistas de varias investigaciones desde hace décadas y de los que además se conservan registros de sus niveles de cortisol.
Los niveles de estrés de estos delfines en libertad también se encuentra entre la banda de parámetros normales de cortisol, sin embargo, en comparación, muestran un poco más de estrés que los delfines bajo cuidado humano. "Tanto el cortisol registrado en delfines en libertad como el procedente de las muestras de delfines en cautividad se encontraba dentro de los parámetros normales y son similares. De hecho, las muestras de los delfines en cautividad registraron hasta un 25% menos de cortisol que los delfines en libertad", señala Javier Almunia.
Los niveles de cortisol registrados en los delfinarios durante estos últimos dos años van desde 0 (no detectable) hasta 0,373ng/ml, mientras que en animales en libertad se encontraron entre 0,091 y 0,421ng/ml.
"Que delfines en libertad presenten más estrés zanja de una vez por todas la cuestión", concluye Almunia. "Al fin y al cabo, si lo piensas detenidamente es lógico: Un animal en libertad debe estar alerta en todo momento: debe preocuparse de comer (el hambre es uno de los factores que más elevan el cortisol y por tanto es un gran motivo de estrés), debe estar siempre atento para evitar depredadores o ataques inesperados, y por supuesto también deben estar en disposición de evitar barcos pesqueros, redes de captura, etcétera".
Por el contrario en las instalaciones europeas los delfines se encuentran con condiciones que son homogéneas en el tiempo, lo que reduce notablemente sus niveles de estrés. No deben preocuparse por amenazas externas, el agua se purifica constantemente evitando así contaminación y son alimentados rigurosamente cada día. "Los niveles de cortisol se muestran más bajos porque el animal no debe estar alerta todo el tiempo y, en este caso, los aumentos de estrés son puntuales y están debidos a disputas internas en el grupo, machos alfa o alguna enfermedad".
Además, el doctor Almunia quiere aprovechar la oportunidad para "desmitificar un poco los efectos negativos del estrés en la naturaleza. Los seres vivos poseen sus mecanismos de alerta como respuesta a cambios inesperados en su entorno, es una reacción natural y es necesaria para la supervivencia de cualquier animal. Lo que sí es perjudicial es el estrés crónico, cuando se cronifica, cuando la situación de estrés se extiende en el tiempo y empieza a afectar perjudicialmente... Ahora, gracias a este estudio, los cuidadores disponemos de una herramienta útil para cuidar con más esmero a nuestros delfines".
"El estudio confirma que los delfines bajo cuidado humano en los recintos y zoológicos no sufre ningún estrés crónico, que sus niveles de cortisol son normales e incluso menores que otros grupos en libertad. Aún así, me temo que la leyenda urbana del estrés de los delfines en cautividad seguirá dando vueltas por ahí. A pesar de las evidencias científicas que se han ido mostrando durante las últimas décadas, esta clase de mitos son difíciles de derribar".