La muralla del Monasterio de Santa Maria de Poblet (Tarragona) es del s. XIV: piedra robusta unida por torres de defensa con aspilleras y unas placas solares que saltan a la vista cuando se pasa por la zona. Algo parecido ocurre al aproximarse a la entrada del monasterio por la Puerta Real: entre los portones y la vegetación sobresale una hilera de postes fotovoltaicos de última generación. El contraste entre elementos de antaño y nuevas tecnologías es constante en Poblet, y no tiene su origen precisamente en la refundación del monasterio en 1940: desde el año 2007 el monasterio impulsa, según lo denominan los propios monjes de la comunidad, un "proceso de reconversión ecológica integral".
El principal responsable de ese proceso es el padre Lluc Torcal (Sant Cugat del Vallès, 1971) quien, además de monje y sacerdote, es también físico y doctor en Filosofía con una tesis sobre la interpretación filosófica de la mecánica cuántica.
Si bien entró en 1995 en la comunidad cisterciense de Poblet (donde actualmente habitan 29 religiosos más los huéspedes que se alojan en la hospedería interna) posteriormente se fue a Roma, donde acabó las licenciaturas de Teología y Filosofía.
Antes de irse, Torcal se fijó en un detalle. El monasterio de Poblet sufría restricciones de agua en verano pese a que la capacidad del depósito de agua era de un millón de litros: "Lo vaciábamos cada día, cosa que no tenía ningún sentido porque era un consumo desmedido", explica el monje a EL ESPAÑOL, que en aquel momento no tomó cartas en el asunto.
Al volver a Poblet, en el año 2005, el monasterio seguía gastando un millón de litros de agua al día. "Quizás por mi sensibilidad científica, aquel consumo me parecía curioso, por lo que hice mis propios cálculos y vi que efectivamente estaba fuera de órbita", apunta. "Fue el punto de inflexión para empezar a emprender acciones ecologistas: estábamos malgastando agua y sabíamos que en la sociedad se crean conflictos por este recurso, así que para ser coherentes debíamos actuar", detalla Torcal. A ello se sumó que, al volver, notó entre los otros monjes -especialmente los más jóvenes- cierta sensibilidad medioambiental.
Durante los dos años posteriores a su vuelta a Poblet, Torcal, todavía sin cargo orgánico en la comunidad –pero sí en la orden del Císter, donde ya era secretario del capítulo general- y a raíz del asunto del agua, percibió una contradicción entre la vida que los monjes llevaban en Poblet y la esencia de sus creencias: "Nuestra tradición monástica se fundamenta precisamente en textos que hablan de la importancia del respeto por la naturaleza, por lo que empezamos a revisar y repensar los puntos de vista científicos que llevaban años avisando de los posibles riesgos que entraña el cambio climático. Empezamos a cobrar conciencia".
Por eso al proceso impulsado en el monasterio le llamaron 'reconversión', y no 'conversión' ecológica: "Si hablamos de 'reconversión' en vez de 'conversión', como preconiza el magisterio de la Iglesia católica desde Juan Pablo II, es porque las comunidades cistercienses, durante la mayor parte de su historia, vivieron de una manera muy coherente con su entorno natural".
Un prior científico y ecologista
En 2007, el padre José Alegre, por entonces abad, nombra a Torcal prior del Monasterio de Poblet: "Desde un principio vi en Lluc a la persona ideal para llevar el tema porque tiene un conocimiento muy profundo y está muy concienciado", explica Alegre, "nosotros creemos que es un tema importante, pero él es científico y eso seguramente le aporte un plus de concienciación".
Este nuevo cargo como segundo prelado después del abad le daría carta blanca como gestor de los recursos materiales del monasterio para el proyecto de reconversión: "Haciéndome prior, el abad me permitió trabajar sin tener que estar pidiendo permisos o autorizaciones cada dos por tres, y contando con la unanimidad de la comunidad, a la que siempre se informa de todo", arguye Torcal, "gracias a eso, el marco estaba establecido y mi trabajo fue simplemente empujar".
Pero lo cierto es que, en caso de que el monasterio no hubiera podido contar con un prior implicado en la industria, en la ecología y en contacto con empresas y tecnologías, el proceso no se hubiera dado o se hubiera dado de manera muy diferente: "Mi formación como científico ha ayudado a valorar las posibles consecuencias que pudiera tener una determinada apuesta por un sistema u otro", añade.
La primera medida de Torcal fue impulsar una pequeña auditoría para determinar los puntos en los que el monasterio podía mejorar ambientalmente. De aquel primer análisis se desprendieron dos problemas principales: el consumo excesivo de agua y la contaminación generada por la quema de gasóleo en un entorno natural como el del monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991. Es uno de los cuatro monasterios españoles que ostentan esta distinción: "Es una de las abadías cistercienses más grandes y completas del mundo", reza la descripción oficial.
Fue en el periodo de 2007 a 2009 cuando las acciones concretas se comenzaron a materializar. Por ejemplo, para reducir el consumo doméstico de agua y recoger las aguas de lluvia, se hizo un estudio profundo de los sistemas históricos de aprovechamiento de agua y de las redes hídricas que el monasterio había tenido, para valorar cuáles podían recuperarse, y también se inició el ajuste de los sistemas de calefacción por gasóleo, principales consumidores de energía fósil. Además, se empezaron a conectar las aguas residuales con la estación depuradora del pueblo de al lado, L'Espluga de Francolí, para evitar que las mismas fueran a parar a un torrente del monasterio, se cambiaron las bombillas de alto consumo por otras de bajo y se instalaron farolas LED en la plaza del monasterio.
Se adelantaron al papa
2009 fue el año más importante en todo ese proceso de concienciación ecológica. Fue el paso definitivo para establecer un marco que diera sentido a la estrategia. "Ya llevábamos un par de años tomando conciencia y ejecutando las primeras acciones, por lo que decidimos incorporar a nuestros estatutos unos principios fundamentales que nos obligaran a hacer todo lo posible para combatir el cambio climático", explica Torcal. Sus preocupaciones y las primeras acciones que se emprendieron en Poblet durante los dos años anteriores hicieron entender a toda la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón –una de las hermandades monásticas en que se divide la Orden del Císter, formada por los monasterios de Santa Maria de Poblet, Santa Maria de Vallbona, Santa Maria de Valldonzella y Santa Maria de Solius- que el problema medioambiental era suficientemente grave, por lo que ese año suscribió un "decreto vinculante que contiene una declaración de principios científicos, teológicos y monásticos que toda nuestra comunidad aceptó unánimemente con el objetivo de hacer todo lo que se pueda para mejorar nuestra relación con el medio ambiente", dice Torcal, quien redactó este escrito.
Se trata de un documento único por dos motivos. El primero, porque no existe en toda España otro igual. Por ejemplo, el documento explica que "la Biblia indica los criterios morales fundamentales para hacer frente a los problemas medioambientales: la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios Creador, ha sido colocada por encima de todas las otras criaturas terrenales, de las cuales ha de usar todo teniendo cuidado de manera responsable". O también que "conscientes de la urgencia de los problemas medioambientales que padece la Tierra y que pueden afectar gravemente a la supervivencia de la Humanidad" y "causar la destrucción de este don divino, nos proponemos fundamentalmente establecer en nuestras vidas de monjes y monjas, y en nuestros monasterios, una reconversión ecológica, energética y de recursos para paliar en la medida de nuestras posibilidades los impactos negativos".
De este modo, los monjes de Poblet se adelantaron seis años a la popular carta encíclica que el Papa Francisco pronunció el año 2015, titulada Laudato si, en la que la máxima autoridad de la Iglesia pedía enérgicamente acción sobre el cambio climático. Para Torcal, la encíclica "fue una corroboración de lo que estábamos haciendo, de que íbamos por el buen camino", explica. "Si el Papa trata el mismo tema que nosotros, incluso con la misma terminología, significa que estamos en su misma línea de pensamiento y de la Iglesia en general".
Ciencia monástica
El monasterio de Poblet y la ciencia mantienen una estrecha relación desde hace unos cuantos años: ya en 1923 Einstein visitó el monasterio en el marco de unas conferencias sobre relatividad que presentó en Cataluña. A la pregunta de cómo acaba un físico en una comunidad de monjes de clausura, Torcal responde que ésta no está bien formulada: "Es al revés: la vocación de conocer a Dios me hizo plantearme la necesidad de conocer también el mundo a través de la ciencia".
En estos nueve años, el cambio ecológico más espectacular que se ha producido en Poblet es el ahorro de agua, que ya llega al 95%.
"Actualmente, el depósito de un millón de litros está registrando un consumo diario de agua máximo de 50.000 litros. Es decir, ahora, cada día ahorramos el 95% del agua que cada día gastábamos en 2007. Vimos que el consumo excesivo de agua no se debía a fugas, que eran mínimas, sino a que las bombas de recirculación del cloro no bombeaban bien y eso hacía que el agua, conforme entraba, volvía a salir por otro agujero", puntualiza el monje. Con una primera reparación llegaron a un ahorro del 80%, pero posteriormente llevaron a cabo dos medidas más: la bajada de presión de las cisternas y la implementación de uno de los reclamos estelares del monasterio para los turistas: las duchas ecológicas.
Según Bibiana Rossier, directora de la hospedería situada junto al monasterio, "las duchas ecológicas normalmente enamoran; hay personas, sobre todo clientes internacionales, que vienen a comprarlas y se las llevan a casa".
Ahora la hospedería vende también estas duchas, que utilizan el llamado Efecto Lenard: "El agua pasa por unas bolitas con las que choca, de manera que se ioniza y la presencia de iones negativos en ella hace que presente beneficios para la salud, puesto que éstos son funguicidas y bactericidas", explica Torcal, que asegura que en la comunidad, con estas duchas, no utilizan jabón porque el agua sale preparada para limpiar el cuerpo de modo físico y no químico. "Como no nos tenemos que enjabonar, tampoco nos tenemos que enjuagar, por lo que en cada ducha se produce un ahorro del 50% de agua".
Otro de los objetivos en clave ecologista que la comunidad de Poblet se propuso fue eliminar paulatinamente los combustibles fósiles del monasterio. Empezaron creando una anilla de calefacción en las galerías subterráneas del monasterio, que sustituyó a las diez calderas de gasóleo que originalmente había. Esta anilla hizo que el consumo de combustible bajara un 50%.
"Quedaba una parte separada de esa anilla, en el archivo del monasterio, donde una caldera seguía consumiendo, por lo que instalamos un sistema de calefacción aerotérmica, donde hay funcionamiento eléctrico pero el calor lo generan los gradientes que hay entre la temperatura exterior e interior", dice el monje. "Este sistema de alto rendimiento hizo que pudiéramos reducir el consumo de gasóleo un 20% más".
Actualmente, aún queda una caldera que funciona con gasóleo, si bien el físico cree que acabarán sustituyéndola por otro sistema de aerotermia: "Esto hará que los combustibles fósiles dejen de tener presencia en nuestra comunidad, puesto que el agua caliente ya funciona en el monasterio con energía solar y el consumo de gasóleo para calentar agua es mínimo: sólo se produce en los meses de invierno, cuando la energía solar es insuficiente, pero en verano y primavera el agua caliente no usa combustibles fósiles", concluye el monje catalán.
En cuanto a la energía solar, el monasterio tiene dos puntos de producción fotovoltaica para calentar el agua. Torcal asegura que aún están lejos de conseguir la autonomía energética, que es el hito que se han propuesto, "pero actualmente las restrictivas legislaciones nacionales impiden acceder a según qué tipos de implantaciones energéticas".
Incluso la cafetería para turistas, fuera del convento, tiene instalado un sistema de aerotermia para que la temperatura de la misma se adapte a conveniencia, además de contar con mesas cubiertas de una micropelícula de vidrio –también controlada por Torcal- que hace que, cuando un líquido se vierte, no penetre en la madera de álamo de la mesa y simplemente se seque, lo que ayuda a que el material dure más años.
El huerto ecológico
Una vez resuelto el despilfarro de agua, un monje joven llamado fray Borja impulsó entre la comunidad de Poblet la creación de un huerto ecológico. En el mismo cohabitan plantas autóctonas y estacionales –que necesitan menos cuidados- y se favorece el consumo mínimo de agua, como plantar en parterres para que mantengan la humedad. "No usamos apoyos químicos, sólo abono animal y el mismo compostaje de los residuos naturales que genera el propio monasterio –comida, hierba-, que crea un abono para hacer crecer las plantas con buena vitalidad", explica fray Borja.
A pesar de que una parte de la plantación la gestiona la empresa vinícola Codorniu –los monjes firmaron con ella un contrato por el cual le cedían parte de la explotación-, el joven fraile planta verduras y hortalizas que los monjes añaden a su dieta. "Tenemos también un campo comprado fuera del monasterio con olivos y almendros, que nos ayuda a asegurarnos de que el exterior va quedando poco a poco libre de posibles edificaciones en un futuro", puntualiza Torcal.
Sobre Codorniu, el actual prior del monasterio -Torcal trabaja en Roma desde hace un año- el padre Rafel Barrué, critica que "no utilizan productos ecológicos, sino fitosanitarios que no sólo contaminan el ambiente, también a nosotros y a los turistas que vienen". Sin embargo, el monje se contenta porque antes era aún peor: "Ahora viene un tractor y tira los productos de manera más respetuosa, pero durante los años anteriores a la crisis lo hacían en helicóptero, y eso seguro que contaminaba mucho".
¿Cómo han financiado los monjes todas las mejoras ecológicas? Según Torcal, sobre todo a partir de las visitas que el monasterio recibe anualmente, que rondan las cien mil. Aun así, reconoce que a nivel patrimonial también se han pedido subvenciones a los organismos públicos "porque, a pesar de que el ahorro global es mayor, la implantación de nuevas tecnologías supone una inversión relevante", apunta José Alegre. "Todo se supedita al presupuesto, que lo gestiona el prior".
Así como algunas soluciones ecológicas han tenido éxito, hay otras que no. Es el caso de la implantación de molinos de viento, que no pudo llevarse a término porque las medidas de velocidad del viento no eran suficientes como para abastecer a los pequeños molinos verticales de tipo doméstico que Torcal tenía pensado instalar. Tampoco cristalizó la adopción de la biomasa como fuente de energía para calentar el monasterio. Torcal pensó en un primer momento en la llamada biomasa –desechos de la poda, residuos domésticos y leña que pueden generar energía-, pero "nos pareció que a pesar de que el balance de emisión de anhídrido carbónico es cero, no deja de ser una forma de infrautilizar los recursos".
Por eso después reparó en el biochar: un carbón vegetal que, a una determinada presión y temperatura, "a través de una doble reacción en el sistema de combustión, precisamente a poca presencia de oxígeno, lo que hace es incorporar en su estructura química anhídrido carbónico, por lo tanto hay un balance negativo (no sólo no hay emisiones sino que hay una fijación del CO2), y además mantiene propiedades como los fosfatos o los nitratos, que son abonos para la tierra", dice Torcal. Como esta tecnología no tiene implementación industrial ni comercial y su principio físico no está claro, Poblet ha entrado a formar parte de una asociación internacional que trabaja con este tipo de energías, "e incluso hemos hecho pruebas con sistemas creados por nosotros mismos", dice el monje, que añade que aún no han podido adoptar la tecnología.
Borja, el encargado del huerto, reconoce que las mejoras medioambientales no le han afectado mucho, "pero eso es bueno, porque significa que vivimos igual pero ahorrando más".
Cuando llegó a Poblet en 2010 había un huerto muy pequeño, del cual se encargaba Ricard, un monje de 90 años. "Es el monje más ecologista de la comunidad porque reutiliza todo lo que puede: con las botellas de plástico hace sonajeros para ahuyentar a los pájaros", bromea Borja. Desde entonces, se han plantado 150 olivos, 60 almendros, 40 fruteros… hasta llegar a los 2.000 metros cuadrados de huerto.
Sin embargo, fray Borja entiende que no pueden dedicarse exclusivamente a eso y por ello han abandonado algunas medidas, como elaborar jabón a partir de las pieles de naranja: "Daba muchísimo trabajo y tuvimos que dejarlo", dice. A su juicio, otros países como Francia o Alemania tienen mucha más sensibilidad ecológica que España, y cita como ejemplo al monasterio francés de Boulaur: "Es el summum de estas cosas: son una comunidad de chicas jóvenes con carrera que trabajan en el campo; tienen algas para purificar las aguas residuales y las hermanas hacen confituras a partir de las pieles de las frutas".
Un extenso documento publicado en Revistes Catalanes amb Accés Obert (RACO) por el propio Torcal y Josep M. Mallarach, asesor medioambiental de Poblet, explica que la transformación ecológica de Poblet afecta también a los visitantes.
Igual que pasa con los periódicos digitales, los monjes de la comunidad quieren que sus visitantes permanezcan más tiempo: "Por Poblet pasan unas cien mil personas al año, y nosotros, de alguna forma, como cristianos, nos preguntamos qué ofrecemos a la gente que nos viene a visitar. Podemos ofrecer un espacio muy bonito simplemente para visitarlo o podemos explicar qué es la vida monástica desde una visión social y cultural", agrega Torcal. Esta concepción ha cristalizado en el proyecto Cosmos-Poblet, que dirige él mismo y que pretende resaltar precisamente la visión más cultural del monasterio, por ejemplo a través de su museo.
Referencia ecologista
Poblet es el monasterio más pionero de España en términos ecologistas: fue el primero en promover una declaración ecologista vinculante y sus acciones han servido de ejemplo para otros monasterios. "No sé si somos el monasterio más ecologista, pero sí somos el primero de España en impulsar de una forma integral la conversión ecológica", argumenta Torcal.
A pesar de que algunas empresas se han ofrecido para efectuar evaluaciones, los monjes han declinado porque "nosotros no buscamos premios, sólo hacemos lo que creemos correcto; si esto se puede tomar como propuesta en la sociedad para repensar las cosas, ya estamos contentos". Por ello no existe, sin tener en cuenta a los Premios Solar 2011 otorgados a la comunidad de Poblet por la Asociación Europea por las Energías Renovables, certificación oficial alguna que reconozca al monasterio como 'el más ecologista de España'–cosa que ratifica la UNESCO, que sí aplaude la iniciativa por ser en pro del desarrollo sostenible-, sin embargo los hechos hablan por sí mismos. No son pocos los monasterios nacionales e incluso internacionales que han pedido consejo al padre Lluc Torcal sobre cómo actúan en el ámbito ecologista; monasterios que, consecuentemente, han seguido la misma línea. "Quizás por ser los primeros vayamos un poco más adelantados, pero me parece que se están haciendo trabajos importantes en el resto del Estado".
Además de los otros tres monasterios de la orden, también contactaron en su momento con Torcal los monasterios de Sant Benet de Montserrat (Barcelona); Montserrat (Barcelona); Santo Domingo de Silos (Burgos); Boulaur (Francia); Lerins (Francia); Richmond (Canadá); La Paz (Bolivia); Le Celle (Italia) y la Casa General de la Orden del Císter, ubicada en Roma, donde trabaja Torcal desde hace más de un año. De hecho, como confirma el padre José Alegre, la orden del Císter quiso 'ficharle' como procurador general para que, desde Roma y durante los próximos 5 años como mínimo, pueda exteriorizar y difundir todo el trabajo que durante estos años ha realizado en Poblet, así que tuvo que dejar el cargo de prior de Poblet en manos del padre Rafel Barrué.
Por ejemplo, el administrador del monasterio de Santo Domingo de Silos, el padre Alfredo Fuente, asegura a este periódico que "no hay duda de que Poblet es el monasterio más ecologista de España, no sólo por su apuesta firme de eficiencia energética, sino también por el trasfondo teológico que tiene. Es un planteamiento muy profundo". El padre Fuente se enteró de las mejoras que Torcal había impulsado y quiso ir hasta Poblet para verlas con sus propios ojos. "Quería conocer de primera mano la iniciativa y hablar con Torcal, que es la sabiduría en persona. Desde entonces, nosotros tenemos algo más modesto: biomasa y acuatermia". El sacerdote reconoce que, de alguna manera, Poblet ha generado en el país una suerte de reacción en cadena entre conventos: "Nosotros nos interesamos por ellos, el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) por nosotros, y así sucesivamente. Los monasterios nos comunicamos". Aunque para algún monje comedido de Poblet como el padre Paco, "no hay que exagerar el tema: es evidente que hay un criterio personal de ahorro, pero la ecología no motiva mi vida de monje".
Por su parte, la directora de la hospedería externa, Bibiana Rossier, considera que, a raíz del impulso ecológico del monasterio, son más los turistas que lo visitan, "sobre todo los que vienen de fuera de España, el turista nacional no está tan concienciado", explica, "hay agencias que preguntan por temas de ecología antes de enviar a los clientes, quienes notan que cuando se comen un tomate del huerto ecológico, sabe a tomate y no a cámara frigorífica".
En términos cuantitativos, la oficina de turismo del monasterio recalca el incremento de clientes: tanto en 2015 como en 2016 se superaron los 105.000 visitantes al año. "Es verdad que los turistas no vienen exclusivamente por el tema ecologista, pero sí preguntan y las visitas guiadas incluyen información sobre algunas mejoras, como las placas solares", dicen en la oficina de turismo, que además de lo típico ofrece un surtido de productos ecológicos: cremas, aceites, chocolates, infusiones, licores e incluso vinos, los cuales llevan el distintivo verde que los acredita como ecológicos.
Pero lo más curioso es que la influencia de Poblet no sólo se circunscribe al monasterio, sino que también llega a la política municipal del pueblo. Joan Güell, el alcalde de Poblet i Vimbodí, explica que para todo lo medioambiental suelen ponerse en contacto con Torcal "porque son innovadores y pioneros: van más allá del interés económico, sabemos que quieren lo mejor para el pueblo".
Cuando habla del pueblo, Güell se refiere a Vimbodí y Poblet, un núcleo poblacional que en 2006 adquirió este nombre –hasta entonces se llamaba únicamente ‘Vimbodí’- para poner de relieve la importancia del monasterio. Una de las iniciativas concretas en que monjes y gobierno municipal han unido fuerzas es la instalación en 2009 de un huerto solar en el techo del pabellón municipal del pueblo, que costó unos 300.000 euros pero actualmente es ya rentable. "El hecho de que Torcal sea físico sin duda ha afectado positivamente para poder adoptar las medidas; en cuanto al turismo, la reconversión ecológica de Poblet se ha notado, a la gente le despierta curiosidad", cuenta el alcalde Güell, que afirma que Poblet es sin duda el monasterio más ecologista de España.
A pesar de estar lejos de Poblet en la actualidad, Torcal sigue representando a su monasterio allá donde va: "Mi elección como procurador fue una invitación a trasladar lo que se había hecho en Poblet a todos los monasterios de la orden, no sólo en Europa, sino a nivel mundial". Esto, sin embargo, no impide que siga íntimamente vinculado a su comunidad, pues sea presencialmente, por videoconferencia o vía electrónica sigue dirigiendo las acciones ecologistas que quedan pendientes.
"Queda mucho por hacer, siempre se puede hacer más", concluye.