Este lunes aparecían en Sevilla los cuerpos de Sandra Capitán Capitán, de 26 años y embarazada de tres meses, su padrastro, el turco Mehmet Demir y la pequeña Lucía Begines Capitán, de sólo seis años. Acababa así la esperanza de encontrarles con vida y poco después se sabía quién había acabado con ella, el vendedor de heroína Ricardo El Pollino.
Pero las intenciones de este camello era que nadie encontrara los cadáveres y para ello recurrió a una sustancia química, la sosa caústica, uno de los nombres comunes que se le da al hidróxido de sodio y una sustancia tristemente famosa como método para deshacerse de cuerpos. En 2009, el sicario mexicano el Pozolero era detenido en su país tras disolver a 300 de sus víctimas en esta sustancia, fácilmente adquirible en cualquier supermercado y en internet.
El químico y comunicador científico del Institut Català d'Investigació Química (ICIQ) Fernando Fernando Gomollón-Bel explicaba ayer a este diario que la sosa caústica es una base, que se distingue de los ácidos -como el salfumán, otra sustancia que mucha gente tiene en su domicilio- porque captura protones en lugar de liberarlos.
A efectos prácticos, su principal propiedad es disolver las grasas. Por eso las soluciones básicas son el ingrediente principal de productos de limpieza como el conocido KH7. Así, la sosa caústica interactúa con la carne y sus cuatro componentes básicos: grasas, proteínas, azúcares y ácidos nucleicos pero, al contrario que los ácidos -que se dirigen más a los ácidos nucleicos y las proteínas-, atacan sobre todo a las grasas, explica el químico.
El problema -sobre todo para los criminales- es que los huesos no son tan fáciles de deshacer, como se puede ver en varios videos de Youtube que demuestran los efectos de esta sustancia sobre la carne de pollo o de pescado.
El profesor de investigación del CSIC José Luis García Fierro comenta a EL ESPAÑOL que la razón detrás del uso de la sosa caústica con estos fines es muy clara: "Se trata de agentes muy corrosivos, que degradan la materia orgánica con facilidad".
Tampoco se trata de un procedimiento rápido. Para deshacer carne habría dos opciones: ponerla en un recipiente como una bañera con agua y sosa o echar la sustancia directamente por encima de la carne, que es lo que parece que han hecho en Sevilla, tapándolo después con hormigón. "La sosa es una sustancia muy higroscópica, es decir, tiende a captar la humedad del ambiente, quizás por eso los criminales ni se molesten en disolverla en agua", comenta Gomollón-Bel. García Fierro señal por su parte que aprovecha el agua del organismo para lograr su propósito corrosivo.
Probablemente el Pollito no sabía nada de esto cuando optó por la sosa caústica como forma de esconder los cadáveres, a pesar de la mucha información disponible en la Red. En este sentido, el comunicador del ICIQ relata que lo que se lee y se ven en internet y los mass media no siempre es real. Y cita la famosa anécdota que recordará cualquier aficionado a la serie Breaking Bad. En uno de los primeros capítulos, los protagonistas, un profesor de Química y su antiguo alumno, deben deshacerse de un cadáver y el primero manda al segundo a comprar ácido fluorhídrico para disolver el cuerpo. Fallán en su propósito porque el ácido ataca al contenedor del cuerpo -la bañera y las cañerías- en lugar de a éste. "Esa parte era real, pero no que esa sustancia concreta servía para disolver cadáveres; la asesora en química de la serie lo cambio a propósito porque sabía que lo iba a ver muchísima gente", recuerda Gomollón-Bel.
El profesor del CSIC, por su parte, aprovecha para recordar que hay que tener cuidado con la manipulación de este producto, aunque no precisamente por su uso criminal, sino por otros más domésticos como disolver tapones en el retrete. "Cuando se mezcla con agua puede saltar y causar lesiones", concluye.