Las bolsas de plásticos son uno de los grandes enemigos del medio ambiente. Según diversos estudios, pueden tardar hasta 400 años en degradarse y sólo un porcentaje muy pequeño de las que se utilizan -menos del 10%- se reciclan. Italia es un país pionero en la lucha contra este tipo de material, ya que en 2011 prohibió su utilización por parte de todos los comercios, incluyendo las pequeñas superficies.
Pero con el anuncio del año ha ido más allá y ha impuesto el uso de bolsas de plástico biodegradable de pago también para los productos perecederos, como las frutas, las verduras o la carne y el pescado. Esas bolsas, que se daban de forma gratuita, ahora tendrán que cobrarse y ser, además, biodegradables y compostables (con un contenido mínimo de materia prima renovable no inferior al 40 por ciento).
El artículo 9-bis de la ley de conversión 123/2017, el llamado decreto Mezzogiorno, aprobado en agosto pasado, establece que no pueden distribuirse de forma gratuita. Y - lee la regla - «el precio de venta de cada unidad debe ser el resultado del recibo o factura por la compra de bienes o productos transportados a través de ellos».
Además, los consumidores no podrán eludir la nueva obligación de pagar bolsas de supermercado transparentes porque, por razones de higiene, estará prohibido llevar las bolsas para usar dentro del supermercado para empacar frutas, verduras, pero también pan y otros alimentos a granel.
El coste de las bolsas oscilará entre 1 y 10 céntimos y se prevé que los pequeños comercios tengan que cobrar más, lo que ha motivado las quejas de algunos de sus propietarios.
Un problema importante
Según datos de la organización ecologista Greenpeace, en España se consumen una media de 144 bolsas por habitante anualmente que suponen unas 6.800 millones de bolsas en circulación de todo tipo de grosor cada año. El Gobierno presentó a principios de 2017 el borrador de Real Decreto para la implementación de la Directiva de bolsas ligeras que debería estar ya en nuestra legislación desde noviembre de 2016. Este borrador sigue pendiente de aprobación y carece además de la necesaria ambición ya que opta por las opciones menos restrictivas como el cobro de las bolsas en lugar de su prohibición y quedan fuera de la regulación las bolsas que se emplean para la compra a granel, justo lo contrario de lo que acaba de poner en marcha Italia.
Solo el 7% de las bolsas se reciclan, y muchas de ellas ni siquiera entran en el sistema de gestión de residuos. Es decir, que no van a vertederos, se pierden en el entorno, contaminando el medio ambiente y los océanos. Se estima que a nivel mundial 1.341 especies se han visto afectadas por el impacto de las bolsas de plásticos a través de la colonización de hábitats, ingestión, enmarañamiento, asfixia u otros, dañando gravemente o incluso matando a la vida marina. El 92% de los impactos estudiados y contabilizados entre basura marina y organismos marinos fueron con plástico.