Para saber cómo será el clima del futuro, hay que mirar al pasado, advierten los autores de un estudio que publica Nature. Se trata de un análisis de los sedimentos marinos y de prospecciones en el corazón del hielo polar para comprobar la incidencia de cambios climáticos que se remontan a la última era glacial, hace 21.000 años.
Desde entonces, publican los investigadores, la Tierra se ha calentado una media de cinco grados centígrados. Pero no era esa la conclusión que perseguían, sino determinar si los cambios climáticos del pasado han sido fenómenos graduales o súbitos, de cara, escriben, a "adaptarnos" ante la posibilidad de "fluctuaciones de eventos extremos" y no a una mera subida o bajada "media" de temperaturas.
A partir de los datos de isótopos del agua extraídos de los glaciares de Groenlandia, hasta ahora se ha asumido que durante la era glaciar las variaciones de temperatura fueron extremas, mientras que en épocas inter-glaciares como la actual no son tan pronunciadas. Los investigadores climáticos del Alfred Wegener Institute - Helmholtz Centre para la investigación Marítima y Polar (AWI) de Potsdam se propusieron comprobar esta hipótesis.
El equipo liderado por la Dra. Kira Rehfeld y el Dr. Thomas Laepple compararon los datos de las prospecciones en Groenlandia con una variedad de sedimentos extraídos del lecho oceánico en diversos puntos del planeta, así como con muestras de hielo del Antártico. Sus conclusiones arrojan que las variaciones de temperatura extrema durante la glaciación no ocurrieron de forma homogénea en el planeta. En el trópico, en el punto álgido de la era glacial, la variación de temperatura era el triple de la de hoy en día. Pero en la región polar era 70 veces más intensa.
Se trata del primer estudio climático que compara los datos extraídos de los testigos de hielo con los de los muestreos de sedimentos, que son considerados como menos consistentes al verse alterados a lo largo de su historia geológica por movimentos tectónicos, corrientes o colonias de micro-organismos marinos. Para ello, el AWI desarrolló un método matemático que pudiera establecer un margen de incertidumbre a la hora de avaluar ambas referencias.
Así, las variaciones extremas de temperaturas durante la glaciación, concluyen, se debieron a la gran diferencia entre el clima de las regiones polares y el de los trópicos, que propició un intercambio más dinámico de masa de aire cálido y frío. "Si llevamos esta idea a su conclusión lógica, nos indica que las variaciones seguirán reduciéndose a medida que el calentamiento global avance - explica Rehfeld - porque la diferencia de temperatura entre los polos y el trópico declinará".