La punta de la crecida extraordinaria del río Ebro ha atravesado la ciudad de Zaragoza de forma lenta y sin causar afecciones graves, aunque en las poblaciones de la Ribera Baja se mantiene la alerta ante la posibilidad de que el agua provoque inundaciones de sus campos, granjas y cultivos.
Todas las previsiones iniciales más pesimistas se han ido desvaneciendo desde que el caudal procedente de Navarra se adentró en Aragón en dirección a los municipios de la Ribera Alta zaragozana, donde experiencias de años anteriores han dejado un mal recuerdo, y a la capital aragonesa.
Hoy mismo, el consejero de Presidencia del Gobierno aragonés, Vicente Guillén, señalaba que la lenta evolución de la riada había permitido desarrollar con más tiempo las tareas de prevención, y descartaba la posibilidad de que se produjeran daños personales.
Tras presidir una reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrada (CECOPI), en las instalaciones del servicio de emergencias del 112 Aragón, el responsable político destacaba que la atención de los servicios está puesta en especial en Pina de Ebro, única localidad en la que el agua podría entrar en el casco urbano.
Una situación no prevista en principio pero que podría variar en función de la evolución del río Gállego, que desemboca en Zaragoza y que podría incrementar el caudal con el que el Ebro llegue a las localidades aguas abajo de la capital.
Aunque los técnicos no creen que el incremento del caudal sea tan significativo como para poner en peligro los cascos urbanos, el Centro Operativo de Mando se ha instalado para coordinar sobre el terreno todos los efectivos desplegados, entre ellos la Unidad Militar de Emergencias (UME).
De momento, en Pina de Ebro el caudal se mantiene estable, una situación que los técnicos creen que variará con la llegada del pico de la crecida a los municipios de la Ribera Baja, aunque con un incremento no superior a los 15 centímetros.
La situación es "difícil", ha reconocido el consejero Guillén en Pina, ya que el agua ha inundado una gran cantidad de hectáreas de los campos de la zona después de arrastrar algunas de las motas de contención instaladas, pero sin afectar a los cascos urbanos de las poblaciones, principal objetivo de los servicios de prevención.
Aún así, ante la existencia aún de una situación de riesgo, se ha desalojado "voluntariamente" a cinco personas dependientes en Pina de las 24 previstas, que siguen contando con los servicios sociales de la comarca y el ayuntamiento y sus propias familias.
Eso sí, "evidentemente", si la situación se complicara, se tomarían "otro tipo de decisiones", que espera no llegar a tomar, reconocía esta tarde el responsable político.
Mientras en las poblaciones de la Ribera Baja aguardan en tensa calma, con la mirada puesta en el río, el pico de la crecida, entre ellas Fuentes de Ebro, donde un vecino ha sido evacuado en helicóptero tras inundar las aguas desbordadas una finca de su propiedad.
Por contra, Zaragoza comienza a recuperarse de las afecciones causadas por la riada a su paso por la ciudad, como el corte de dos carriles del Tercer Cinturón (Z-30) a la altura de Vadorrey y los convoyes escoltados habilitados en el barrio rural de Alfocea para facilitar la entrada y salida de sus vecinos hacia la capital.
Afecciones que también han obligado a Renfe a interrumpir la circulación de trenes entre las estaciones de Zaragoza y La Puebla de Híjar a causa de la irrupción de la riada en una zona de vías entre La Zaida y Fuentes de Ebro.
El Centro de Coordinación Operativa Integrada volverá a reunirse mañana y los próximos días para continuar con sus trabajos de evaluación de la riada y planificar nuevas acciones de prevención.
Los vecinos de las poblaciones afectadas han incidido ante los responsables institucionales en la necesidad de afrontar labores de limpieza de los cauces y obras de infraestructura que permitan laminar las avenidas.