-Cápsulas tiradas a la basura cada año: 7.000 millones.

-Cápsulas desechadas cada minuto: 13.500.

-Tiempo que tardan en degradarse: 100 años.

Aunque para los amantes más puristas del café nunca habrá nada como una buena taza de espresso preparada en cafetera italiana, hay que reconocer que las cápsulas son una opción bastante útil para salvar los desayunos de quiénes no tienen tiempo para prepararlo de forma tradicional, satisfaciendo al mismo tiempo las papilas gustativas.

Sin embargo, después de espabilarnos frente al sueño mañanero acaban desechadas en vertederos, desde los que el viento y la lluvia puede arrastrarlas hasta convertirse en grandes contaminantes del medio ambiente.

Todo esto podría solucionarse reciclándolas, pero son uno de los objetos más difíciles de reutilizar. Al no estar consideradas como un envase, no pueden desecharse en el contenedor amarillo como ocurre con otros productos similares.

Esto se debe a que están compuestas por una mezcla de plástico y aluminio que, además, no se separa de su contenido como los envases convencionales, por lo que portan desechos orgánicos que hacen más difícil su reciclado.

Los gusanos que comen el plástico

La cara contaminante de la adicción a la cafeína

Según la empresa Halo, fabricante de cápsulas biodegradables, cada minuto se consumen en el mundo 13.500 cápsulas de las cuales la mayoría no se reciclan correctamente. Al no poder reciclarse de una forma convencional, han tenido que ser las propias empresas fabricantes las que tomen cartas en el asunto para que sus productos tengan un final que no contamine.

La primera en hacerlo fue Nescafé; que según declaraciones a lBBC en 2016, para entonces ya tenía un total de 14.000 centros de recolección ubicados en 31 países. Hoy en día solo en España cuenta con más de 1.000 centros, con representación en todas las comunidades autónomas, en los que los consumidores pueden depositar las cápsulas Nespresso o Dolce Gusto, ambas fabricadas por la misma marca.

Centro de reciclaje de cápsulas de Nespresso en Cheshire, Reino Unido. Anthony Devlin PA England / Gtres

Alternativas:

A pesar de la introducción de puntos de recogida para el reciclaje apropiado de estos productos, siguen siendo muchos los consumidores que, bien por desconocimiento o bien por pereza, siguen tirándolas a la basura.

En 2013 la OCU publicaba que sólo un 18% de sus encuestados las devolvía a la tienda para su reciclaje. Esta cifra ha aumentado en los años siguientes, pero sigue siendo insuficiente, por lo que se hace necesaria la búsqueda de otras alternativas a los materiales convencionales con los que se fabrican las cápsulas.

Ahí es donde entran en juego empresas como la neozelandesa Honest Coffee Company, que fabrica a base de fibras vegetales cápsulas 100% biodegradables, que además son compatibles con las cafeteras de Nespresso. Sin embargo, los consumidores necesitamos un empujón para lanzarnos a la compra de este tipo de alternativas, por lo que se necesita que intervenga la legislación para que ésta sea la única opción que se comercialice.

En España ya se ha lanzado a ello el Govern de Baleares, que a principios de este año lanzó el anteproyecto de una Ley de Residuos que prohibiría para 2020 la comercialización de una serie de objetos desechables si no están fabricados a base de materiales biodegradables. Entre ellos se encuentran los cubiertos y platos, los mecheros, las maquinillas de afeitar y, por supuesto, las cápsulas de café.

El propio inventor de las K-cups, John Sylvan, admitió en declaraciones a The Atlantic que a día de hoy se siente mal por el destino que está teniendo aquel invento que él pensó que nunca saldría de las oficinas. Sin duda fue una gran idea y no tiene por qué eliminarse de nuestras vidas, pero si no queremos que sea un incentivo más para la destrucción del planeta todos debemos poner de nuestra parte. Sigamos salvando nuestras mañana a la vez que salvamos al medio ambiente.

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