Con este calor pocas cosas apetecen más que tomar una bebida fría en cualquier terracita, ya sea en la costa o en el interior.
Es una estampa muy típica del verano español que ahora mismo se vuelve un tanto complicada en otros países como Inglaterra, donde recientemente el suministro de bebidas carbonatadas, como los refrescos de cola o la cerveza, se ha visto mermado por ausencia de dióxido de carbono para su fabricación.
Resulta paradójico que la industria se paralice por falta de una sustancia cuya acumulación en el aire está dando lugar a un problema ambiental grave. Pero, como en otras tantas cuestiones, la economía es la que manda y extraer el dióxido de carbono del aire sería demasiado caro. Por eso, finalmente se recurre a otras fuentes que actualmente no dan abasto, paralizando muchas fábricas, más allá de las encargadas de la producción de bebidas.
Del amoniaco a la cerveza
El dióxido de carbono es un ingrediente muy utilizado en distintos sectores de la industria alimentaria. En las bebidas carbonatadas, como la cerveza o algunos refrescos, se emplea para generar su gas característico. También se utiliza como conservante para mantener frescas las ensaladas y algunos preparados cárnicos e incluso se usa en la elaboración de hielo seco.
Además, es uno de los métodos más utilizados para aturdir cerdos y pollos antes de sacrificarlos en los mataderos.
Todas estas industrias están acopladas a las fábricas de amoniaco y bioetanol, ya que entre los pasos intermedios de fabricación se obtiene dióxido de carbono, que puede ser reaprovechado gracias a la instalación de infraestructuras específicas para su aislamiento y transporte.
Algunas de las empresas dedicadas a ello son Air Products o Air Liquide, ambas con plantas instaladas en España, entre otros países.
Una industria estacional
Una de las principales aplicaciones del amoniaco es la fabricación de fertilizantes para su uso en agricultura. Y este es precisamente el origen del problema de la cerveza, ya que las fábricas en las que se elaboran llevan un ritmo muy elevado durante los meses de invierno del hemisferio del norte, pero hacen un parón para el mantenimiento en verano, cuando la demanda de fertilizantes desciende.
Justo en ese momento la demanda de bebidas carbonatadas aumenta, a causa del calor, por lo que las existencias pueden llegar a ser insuficiente, como ha ocurrido este año con la llegada de la Copa Mundial de Fútbol. En Reino Unido algunas grandes empresas como Coca Cola o Heineken han tenido que disminuir su producción, desde mediados de junio. Según la revista especializada Gas World, es el cuarto periodo de escasez de este tipo que se da en los últimos diez años, pero sin duda el más grave de todos, y podría empeorar todavía más si no se busca una solución.
Una solución cara para la contaminación
El dióxido de carbono procedente de fuentes antropogénicas, como las emisiones de vehículos, fábricas e incendios forestales está contribuyendo a que en los últimos años su acumulación en la atmósfera se haya convertido en un asunto realmente preocupante.
Una de las consecuencias de esta acumulación de gas es la potenciación del calentamiento resultante del efecto invernadero.
Dicho efecto es un proceso natural por el cual algunos gases presentes en la atmósfera retienen la energía emitida por el suelo después de que éste haya sido calentado por la radiación solar. Como resultado, se produce un aumento de la temperatura global del planeta sin el cual sería imposible la vida en la Tierra.
El problema viene cuando estos gases, entre los que se encuentra el dióxido de carbono, aumentan su concentración atmosférica con motivo de las acciones del hombre mencionadas anteriormente. En este caso, el calentamiento se hace excesivo, dando lugar a consecuencias como desertificación, deshielo de los casquetes polares, inundaciones, alteraciones en los periodos de lluvia o cambios en las estaciones que podrían descontrolar las costumbres estacionales de algunos seres vivos.
Si este dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera pudiese extraerse para su utilización en la industria se estarían solucionando simultáneamente dos grandes problemas globales. Sin embargo, la energía necesaria para ello supondría unos costes de hasta 600$ por tonelada métrica, una cifra muy elevada en comparación con los 200$ por tonelada métrica que supone normalmente aprovechar el dióxido de carbono extraído de la síntesis de amoniaco.
Actualmente, científicos, legisladores y profesionales de la industria se encuentran en busca de una solución económica, que pueda mantenerse durante todo el año.
Una opción sería la extracción del dióxido de carbono de plantas energéticas de carbón o gas natural. Se podría llegar a obtener el gas por un precio de sólo 100$ por tonelada métrica, pero para ello sería necesario poder hacerlo a muy gran escala, captando un mínimo de un millón de toneladas por año.
Esto requeriría grandes acuerdos de financiación y, en caso de conseguirse, presentaría un nuevo problema, ya que el exceso de producción podría saturar el mercado.
Sería necesario buscar nuevos destinos para el dióxido de carbono, más allá de los ya conocidos. Por ejemplo, se investiga la opción de fabricar nuevos combustibles sintéticos o diamantes artificiales.
De momento la crisis no ha llegado a España, pero el problema podría extenderse pronto por Europa si no se buscan soluciones a tiempo. Si solo se tratara de la cerveza podría ser un mal aceptable para algunos, pero el problema va mucho más allá. Vale la pena tratar de solventarlo.