La Cumbre del Clima, que se celebra en Madrid desde el pasado 2 de diciembre, entra en la recta final en medio de un ambiente generalizado de frustración y pesimismo. Mientras que en la calle crecen las protestas sociales y la preocupación por la crisis climática, las negociaciones políticas en la COP25, cuando quedan horas para su cierre, están lejos de responder a las demandas sociales y las recomendaciones científicas. Por ahora hay poco consenso entre los casi 200 países reunidos para aumentar la ambición climática y todo apunta que no habrá grandes anuncios.
Esta cumbre mundial, considerada en un principio de transición y con un perfil técnico, tenía como uno de sus principales objetivos cerrar el artículo 6 del Acuerdo de París sobre la regulación de los mercados de carbono. Pero el escenario cambió tras los últimos avisos de la ciencia. El IPCC, panel intergubernamental de científicos que asesora a la ONU, alertó en el último año de que se acaba el tiempo para frenar el calentamiento del planeta y evitar escenarios desastrosos. Según los científicos, los próximos diez años son determinantes para frenar el aumento de la temperatura a un límite manejable de 1,5 grados. Pero por ahora los esfuerzos de los países no son suficientes. De seguir emitiendo al ritmo actual llegaríamos a más de tres grados a final de siglo, de ahí la urgencia.
Desde entonces, la COP25 pasó a considerarse un momento de oro para poner sobre la mesa la necesidad de aumentar la ambición climática de los estados. Pero esta negociación por ahora está atascada. Hay poca voluntad por parte de los países más contaminantes, como dejó claro Estados Unidos, que ha iniciado los trámites para salir del Acuerdo de París, o de otros como China, Rusia o India. La ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, designada por la ONU como coordinadora de esta negociación, ha reconocido este jueves que las "tensiones" se centran en la dispar ambición climática de los países.
Como señaló el primer día de la cumbre el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, "sin el compromiso pleno de los grandes emisores todos los esfuerzos quedarán completamente socavados". El organismo internacional empuja para que en la declaración final que salga de esta COP los países se comprometan con más ambición pero China, India o Brasil no parecen tener ninguna prisa. Al mensaje de Guterres se suma la ministra Ribera: "Hay que capturar la ambición en esta cumbre", una cita de transición hacia la de Glasgow en 2020, cuando los países deberían aumentar sus compromisos con el clima, tal y como suscribieron en el Acuerdo de París.
Hasta ahora las esperanzas estaban puestas en la Unión Europea para liderar las negociaciones. La nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, presentó este miércoles el Pacto Verde europeo que busca una reducción de las emisiones de un 50%, o si es posible del 55%, en 2030 y que el territorio sea neutro en emisiones en 2050, es decir, que el CO2 emitido sea igual al absorbido. Pero este jueves el fracaso llegó a Bruselas. El Consejo Europeo fue incapaz de fijar un acuerdo unánime de emisiones cero en 2050 por el veto de Polonia. Los líderes europeos se han citado el próximo junio para seguir la discusión. "Es importante que Europa lance mensajes claros y valientes para que empuje al resto de países y que presente un compromiso firme en la COP", valora Tatiana Nuño, miembro de Greenpeace que ha participado en las últimas cumbres climáticas.
Otros escollos
Las negociaciones también está atascadas en el desarrollo del artículo 6 sobre los mercados de carbono. Se trata de un mecanismo para el intercambio de derechos de emisión de dióxido de carbono entre países y empresas. Desde la Unión Europea señalan que "es mejor no tener un acuerdo que tener un mal acuerdo". Sin embargo, la presidenta de la COP25, la chilena Carolina Schmidt, ha subrayado la necesidad de alcanzar un acuerdo para tener unas reglas claras que aseguren el cumplimiento del Acuerdo de París. Este artículo 6 debe fijar cómo evitar la "doble contabilidad" en los complejos sistemas del mercado. Hay países como China, India o Brasil, que pretende usar créditos de carbono antiguos y que se los reconozcan.
Tampoco hay un acuerdo todavía sobre los mecanismos internacionales de "pérdidas y daños" para ayudar a los países más vulnerables frente a la emergencia climática y con escasa capacidad de actuación para afrontarla, como pueden ser algunos pequeños estados insulares, muchas islas caribeñas, Bangladesh o numerosos lugares de África.
Por otra parte, países de Oriente Medio, grandes exportadores del Golfo, Colombia, Ecuador, Irán o Brasil deben tomar medidas para diversificar su economía, otro de los puntos donde hay confrontaciones en las negociaciones de la COP25. Estas naciones no se pueden quedar estancadas en su producción de combustibles fósiles.
Con estos asuntos sobre la mesa, las delegaciones de casi 200 países trabajan para presentar en las próximas horas un texto "relativamente limpio". Pero aún quedan tareas por hacer y preguntas por responder: ¿qué pasará a partir de 2020, año en el que se deberá revisar al alza las contribuciones determinadas a nivel nacional?
Tocará esperar el documento final de la COP. Los observadores veteranos en cumbres del clima aseguran que nunca se sabe qué puede pasar. "Ninguna cierra el viernes a una hora normal. En los últimos momentos suelen faltar muchas cosas por cerrar, hay nervios. Un país puede de repente bloquear una parte si no se desbloquea a cambio otra", explica Nuño. No se descarta que la declaración final llegue el sábado.