Un extracto del nuevo libro de la madre de Greta Thunberg revela el sufrimiento que vivió la familia y la joven antes de convertirse en icono de la lucha contra el cambio climático. El texto, que ha sido adelantado por el diario The Guardian, describe la dura infancia de la activista, que fue víctima de acoso escolar y padeció trastornos alimentarios antes de ser diagnosticada con síndrome de Asperger.
En la obra, Nuestra casa está en llamas: escenas de una familia y un planeta en crisis, la madre, Malena Ernman, cuenta cómo su hija se fue sumergiendo poco a poco en una depresión cuando solo tenía 11 años. "Fue desapareciendo lentamente en una especie de oscuridad", relata. "Dejó de tocar el piano. Dejó de reír. Dejó de hablar. Dejó de comer", continúa Ernman, cantante de ópera, en el libro.
La madre de la activista detalla cómo su hija perdió más de 9 kilos en un lapso de dos meses y casi fue ingresada en un hospital. Cuando regresó a la escuela, Greta fue intimidada por sus compañeros. Según cuenta, en los recreos la joven a veces se escondía en el baño para llorar antes de que los monitores la obligaran de nuevo a salir al patio. Pero pese a la delicada situación que atravesaba la joven, el personal de la escuela culpó a Greta.
"Su forma de entender de la situación es diferente. Es culpa de Greta, según la escuela", describe Ernman. A la joven finalmente se le diagnosticó síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista, y trastorno obsesivo compulsivo.
Tras el dictamente, la joven cambió de colegio, empezó a sentirse mejor y, poco a poco, volvió a comer. "Lo que le sucedió a Greta no puede explicarse simplemente con una etiqueta psiquiátrica. Al final, ella simplemente no pudo conciliar con las contradicciones de la vida moderna".
La madre también describe cómo su hija se interesó por primera vez por los problemas ambientales. Sucedió después de que una maestra pusiera en clase una película sobre la contaminación de los océanos. Greta no pudo conciliar con lo que acababa de presenciar.
"Ella vio lo que el resto de nosotros no quería ver. Era como si pudiera ver nuestras emisiones de CO2 a simple vista. El abismo invisible, incoloro, sin olor, sin sonido que nuestra generación ha elegido ignorar. Ella lo vio todo, no literalmente, por supuesto, pero no obstante vio los gases de efecto invernadero saliendo de nuestras chimeneas, flotando hacia arriba con los vientos y transformando la atmósfera en un basurero gigante e invisible", relata en el libro.
Greta comenzó a planificar su huelga escolar en el verano de 2018. Su padre, Svante, llevó a la niña a un proveedor de materiales de construcción para comprar un trozo de madera que después pintó de blanco y en la que grabó la inscripción: huelga escolar por el clima. "Y aunque queríamos más que nada que abandonara la idea de la huelga escolar, la apoyamos. Porque vimos que se sentía bien mientras elabora sus planes, mejor de lo que se ha había sentido en muchos años. Mejor que nunca, de hecho", rememora la madre.
En la mañana del 20 de agosto de 2018, Greta se levantó una hora antes de lo habitual. Desayunó y llenó su mochila con libros, una fiambre, cubiertos, una botella de agua, un cojín y un suéter extra. Imprimió 100 volantes con hechos y referencias sobre la crisis climática. Sacó su bicicleta del garaje y se dirigió al parlamento.
Thunberg, que ahora tiene 17 años, ha atraído la atención mundial desde que ese día comenzó a faltar a la escuela para protestar contra la inacción de los líderes mundiales ante la crisis climática. Desde entonces, la joven ha hablado en cumbre mundiales y ha alentado a millones de estudiantes a participar en protestas para exigir acciones reales.
En 2019 fue nombrada "persona del año" de la revista Time y fue nominada para el Premio Nobel de la Paz por segundo año consecutivo.