El Oceanogràfic de València es el único acuario del mundo que tiene en sus aguas una pareja de tiburón cerdo (Oxynotus centrina), una especie sobre la que había un gran desconocimiento, incluyendo su alimentación, lo que complicaba su conservación.
El valor de poder estudiar a estos individuos reside en que se trata de una especie está catalogada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). En el mundo sólo se tienen registrados cinco especies de tiburón cerdo y lo que se sabe de las otras es aún menos que de la que se encuentra en el Oceanogràfic.
Ahora, el equipo dirigido por Mario Roche, que descubrió la peculiar forma de alimentarse de este elasmobranquio, estudia su biología y costumbres y, también, su interacción social y reproductiva, ya que desde el verano pasado convive con una hembra.
Un descubrimiento crucial
El equipo del Oceanogràfic descubrió a los 75 días de la llegada de Babe cómo y de qué se alimenta este extraño animal, después de haber estado estudiando su comportamiento y ofreciéndole sin éxito alternativas de todo tipo.
Se trata de un animal de tamaño pequeño, de entre 50 y 70 centímetros de longitud, y habita por las zonas orientales del Atlántico y el Mediterráneo a 100 y 200 metros de profundidad.
Tras su observación directa y una abundante lectura de documentación científica, se encontró un estudio sobre el contenido estomacal de esta especie, en el que se apuntaba la presencia en el interior del tiburón de dos embriones de otra especie de pequeño tiburón muy conocido en el Mediterráneo: la pintarroja.
Valor conservacionista
Al percatarse de que no había restos de la capsula del huevo, se dedujo que el tiburón cerdo podría succionar de alguna manera el interior de la misma. De modo que pusieron al alcance del animal dos huevos de pintarroja e inmediatamente descubrieron con asombro cómo, tras una compleja maniobra de sujeción con la mandíbula inferior y tras horadar un agujero en la cápsula con la mandíbula superior, el animal succionó el contenido.
El tiburón come ahora con normalidad huevos de distintas especies de rayas y tiburones y se encuentra en perfecto estado.
Este hallazgo no sólo supone conocer cómo se alimenta este animal para promover su conservación, sino que revela por primera vez el papel controlador de las poblaciones de otros tiburones y rayas que tiene esta especie al alimentarse de sus huevos.
El valor conservacionista y científico ha aumentado desde que el Oceanogràfic recibió en el verano pasado una hembra, Peppa, ya que a los datos obtenidos sobre el primer ejemplar y las lecciones aprendidas sobre su cuidado, que se han compartido con otros acuarios, ahora se añade el comportamiento de pareja, su interacción social, sexual y, posiblemente, reproductiva.