Los envases de plástico de un solo uso son una plaga que contamina la naturaleza, pero un nuevo estudio asegura que son aún peores de lo que pensamos. Y es que solo con abrir una bolsa de plástico o una botella de un refresco salen disparados cantidad de microplásticos contaminantes al ambiente.
Así lo afirma un grupo de científicos de la Universidad de Flinders y la Universidad de Newcastle en Australia en un estudio publicado en la revista Scientific Reports. Los investigadores comprobaron que al realizar tareas cotidianas como abrir una bolsa de plástico, cortar un envase con unas tijeras o un cuchillo o quitar el tapón de una botella, se liberan microplásticos al ambiente.
La cantidad liberada es diferente según el tipo de plástico y la forma de abrir el envase. Por ejemplo, cortar una botella de un refresco con unas tijeras genera más microplásticos que abrir una bolsa de bombones. Sin embargo, todos los métodos analizados dejaron algo de contaminación plástica en el entorno.
Los científicos, a través de test químicos y técnicas de microscopía, descubrieron que con cada una de esta tareas cotidianas pueden liberarse al ambiente entre 10 y 30 nanogramos de microplásticos, es decir, entre 14.000 y 75.000 diminutas partículas plásticas.
Estos pequeños plásticos ya han ingresado dentro del cuerpo humano, ya sea a través de la cadena alimentaria o por inhalación de aire, pero de momento no está claro su efecto sobre la salud de las personas. En general, los científicos saben relativamente poco sobre el efecto a largo plazo de los microplásticos en el cuerpo humano.
Falta evidencia científica
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2019, los efectos de los microplásticos en nuestro cuerpo probablemente no serán demasiado severos, aunque admiten que falta evidencia científica.
Por su parte, los investigadores de este estudio señalan que sus conclusiones plantean algunas preocupaciones. "Estos hallazgos envía una advertencia importante si nos preocupan los microplásticos y reducir la contaminación plástica", apuntan los autores.
Hay dos tipos de microplásticos. Los que de forma intencionada se añaden a los productos de cosmética y los derivados de la degradación de objetos plásticos más grandes.
Dentro del segundo grupo, entre el 15% y el 30% se liberan al medio ambiente a través del lavado de ropa sintética o la erosión de los neumáticos de los coches al conducir. El 70% restante se genera a partir de la degradación de objetos plásticos más grandes, como bolsas de plástico, las botellas y las redes de pesca.
Aunque los productos de plástico se fabrican desde hace poco más de un siglo, hay rastro de este material en todas partes, a menudo en forma de microplásticos. Los científicos han hallado fibras de plástico en varios lugares inesperados, desde las heces hasta el agua de la lluvia de Estados Unidos y la nieve del Ártico.
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