Lo que oculta el volcán de La Palma: entra en fase de "miniestabilidad" pero mantiene su explosividad
El volcán de La Palma pasa de 9 centros de emisión activos a 4 y la lava se desplaza más lentamente. Los expertos avisan de que es aún "impredecible".
23 septiembre, 2021 02:50Noticias relacionadas
Como si se tratase de un latido, el corazón del volcán Cumbre Vieja bombea el magma por pulsos. A los momentos de mayor intensidad le siguen otros de mayor relajación, y los expertos alertan de que este vaivén no se puede predecir y podría extenderse durante semanas e incluso meses. La incertidumbre aún es máxima. Sin embargo, el director técnico del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, dijo este miércoles que la erupción ha entrado en una fase de "miniestabilidad". La paradoja es que esta situación puede cambiar en cuestión de minutos.
Actualmente, la deformación se sitúa en unos 28 centímetros, y el tremor volcánico, ese temblor constante y de poca magnitud que provoca el movimiento subterráneo del magma, continúa sacudiendo La Palma. Mientras, el frente de lava sigue arrasando la superficie y serpentea por la ladera de la isla, aunque mucho más lentamente. De hecho, los expertos no saben si llegará al mar. La colada en las zonas más planas alcanza ya espesores de entre 10 y 12 metros de altura.
Las nueve bocas por las que puede salir el magma están alineadas en torno a una única fisura y, hasta ayer, solo cuatro estaban activas. Sin embargo, como explica Jesús Ibáñez, sismólogo del Instituto Andaluz de Geofísica, "la boca que hoy está activa, mañana puede dejar de estarlo" y asegura que "no sería extraño" que el magma que hoy sale por uno de los puntos de emisión, "en un momento determinado migre a otra boca". En ese caso, la lava se desplazaría por otras zonas.
La posibilidad de que pueda ocurrir esto se cimienta en lo que se denomina la presión hidrostática que, traducido, significa que "conforme los orificios van creciendo, esas bocas pesan y ayudan a taponar la salida del magma por ese lugar", detalla el investigador. En este sentido, en la dinámica normal de una erupción como la de La Palma, "si tenemos una oposición de la salida del magma, lo que puede ocurrir es que el magma tienda a desplazarse a otra boca que esté en el lateral".
Un magma viscoso y más explosivo
Ese magma que sale de las profundidades de la tierra, a su vez, tiene ritmos y pulsos que, en su afán por salir a la superficie, pueden verse envueltos en procesos explosivos como los vividos en la noche del domingo y del martes. Los expertos consultados por EL ESPAÑOL critican el alarmismo con el que se anuncia esta fase y aseguran: "Este proceso es normal" y se produce por la liberación de gases y magma viscoso del interior del volcán. Como cuenta Ibáñez, primero se expulsa el magma que es joven, que no ha salido nunca y que es menos viscoso, muy caliente y fluye más rápido. No obstante, conforme sale, "nos encontramos con un magma ligeramente más viscoso que aumenta su explosividad".
"Los cristales de las ventanas se movían cada vez que había un pulso de lava", comenta Rubén López, geólogo del Observatorio Geofísico Central. Se refiere al episodio vivido en la noche del martes, cuando, en plena fase explosiva, el volcán expulsó el magma con especial violencia, alcanzando una altura de unos 400 metros. Como Ibáñez, apunta que la intensidad de la erupción no es constante y puede haber momentos de más intensidad y de menos. Este episodio, aventura, "podría durar incluso hasta noviembre, pero es muy difícil saberlo".
Más allá del alarmismo, lo que ocurre en La Palma se enmarca dentro de la normalidad explosiva y el pulso de una erupción de tipo fisural. Ibáñez expone un ejemplo clarificador: "Todo el mundo dice que el Etna ha entrado en erupción, pero no es cierto". El experto explica que este volcán de Sicilia lleva desde 2014 lanzando pulsos eruptivos con periodos de una fuerte erupción y momentos donde no hay movimiento alguno. "Se trata exactamente de la misma erupción", asegura.
Que una erupción llegue a su fin no tiene que ver con que se acabe el magma en su interior. Ese momento final llega cuando hay un equilibrio de fuerzas entre la presión interior del volcán y la presión exterior. Una erupción termina cuando "la presión que genera a través de los gases que emite no es suficiente como para seguir moviendo el magma a la superficie", apunta Ibáñez. Ahora bien, si por diferentes motivos van llegando nuevos pulsos de magma de las profundidades, habrá una nueva presurización. Como recuerda el sismólogo, "por eso las erupciones trabajan a pulsos, porque hay aportes nuevos de magma a la superficie".
De momento, lo que sí puede observarse y analizarse más en detalle son las coladas de lava que están arrasando el terreno de la zona sur de la isla bonita. Según datos del programa Copernicus de la Unión Europea, la lava que sale del volcán de Cumbre Vieja desde que entró en erupción el pasado domingo ha cubierto más de 150 hectáreas y arrasado al menos 320 edificaciones.
Una lava más lenta
Aunque el avance del frente de lava es lento, allá por donde pasa genera daños y engulle todo lo que encuentra en su camino. La buena noticia es que cada vez avanza más lentamente, y esto da la posibilidad de predecir sus movimientos con mayor antelación.
Para Ibáñez existen dos explicaciones tras esa ralentización del flujo de lava. Por un lado, conforme la lava va avanzando también se va enfriando. Esto quiere decir que "al enfriarse, aumenta su viscosidad, se mueve más lentamente y va creciendo el espesor", por lo que le cuesta más avanzar. Pero, además, a menudo que avanza, se encuentra "con un terreno de menor pendiente y existe menos fuerza gravitatoria que conduzca a la lava hacia abajo". Esa mayor planicie del terreno lo que está provocando es que la lava, en lugar de avanzar únicamente hacia delante, se expanda además de manera horizontal.
"Toda la masa y la energía que teníamos en la parte superior que era más estrecha, ahora la tenemos que distribuir en ese abanico que es en el que se está expandiendo horizontalmente la lava", explica el sismólogo. No obstante, advierte que en el momento en el que encuentre una zona de más pendiente, "la lava volverá a acelerarse". La lava ahora es más viscosa, va más lenta, pero el fenómeno gravitatorio que mueve la lava es el mismo.
Ese es precisamente uno de los aspectos por los que los expertos aún desconocen si finalmente ese frente de lava llegará al mar. "Mientras siga habiendo erupción, habrá probabilidad", comenta Ibáñez, pero lo que sí está claro es que mientras se vaya expandiendo horizontalmente, tomará un camino recto y un camino horizontal. Y aunque la lava aumente su espesor y se enfríe, hay un empuje que es el magma que sigue expulsando el volcán. La lava, como asegura el sismólogo, "al final termina desbordándose por sí misma y sigue avanzando".
David Calvo, portavoz de Involcan (Instituto Volcanológico de Canarias), destaca que la manga de lava ha recorrido 12 metros en las últimas 12 horas, con lo que quedarían varios días hasta que llegara al mar. "Obviamente, mientras al erupción siga, la colada seguirá alimentándose, pero para que llegue al frente ese empuje cada vez le costará más".
No tiene preferencia por que el magma alcance el agua. "Lo va a hacer en una zona despoblada, probablemente la playa de los Guirres, y la única consecuencia será un cambio de paisaje". "Si se da de una forma prolongada, no pasa nada, la isla seguirá creciendo, como pasa en Hawaii con el volcán Kilauea, que ha ganado varias hectáreas al mar".
Por su parte, López lamenta que "es una situación de catástrofe" y añade que hay una gran cantidad de profesionales que están intentando recopilar todos los datos posibles para disminuir los riesgos. El análisis petrológico, por ejemplo, que está llevando a cabo el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) lo que va a determinar son las propiedades físicas de la lava para conocer aspectos como la fluidez y la explosividad del magma. Como apunta Ibáñez, "si encuentran que disminuye la temperatura, vamos a tener mayor viscosidad, y si aumenta la viscosidad, tendremos una mayor explosividad".
El despliegue científico sobre el terreno será el que responderá a muchas de las incógnitas que aún flotan en el aire. Fenómenos naturales como el que se está viviendo en La Palma estos días tienen sus tiempos y su toque de imprevisibilidad. Ahora bien, Ibáñez tiene claro que "este fenómeno va a durar meses, porque hay todavía deformación, energía y sismicidad".