"Puede cambiar de un momento a otro": los expertos alertan de que el volcán es aún imprevisible
La erupción del volcán al sur de La Palma continúa mientras las lenguas de lava arrasan el sur de la isla canaria.
21 septiembre, 2021 03:02Noticias relacionadas
El magma de Cumbre Vieja avanza lento pero imparable. El frente de lava, que llega a alcanzar los seis metros de altura y unos 1.200ºC de temperatura, arrasa todo a su paso y se dirige hacia la costa. Se espera que en unos días lleguen al mar las ocho coladas de lava que comenzó a vomitar el volcán a las 15:14 horas del domingo. Mientras tanto, a su paso, ya ha devorado al menos 130 viviendas, ha causado decenas de incendios y ha obligado a evacuar a más de 5.000 personas.
La imprevisibilidad de la erupción es máxima. Como asegura Itahiza Domínguez, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), "la dinámica puede cambiar de un momento a otro". Ahora mismo, se ha abierto una gran fisura en la que hay hasta tres bocas alineadas de emisión del magma. La situación, en cuestión de horas, puede ser diferente. El experto asegura que esto se debe a que "se puede derrumbar una parte" de esas bocas y formarse una principal: "Se puede formar ese cono, pero también derrumbarse y formar otro", señala, aunque subraya que "no hay nada seguro".
En este sentido, Rosa Montero, geóloga e investigadora del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), coincide con Domínguez en que los distintos puntos de emisión que presenta el volcán "pueden acabar uniéndose". Montero cuenta que lo normal es que el magma encuentre las debilidades de la roca para salir y lo suele hacer a través de varias bocas, "pero en el fondo es una única fisura".
A la espera de lo que pueda suceder en las próximas horas y días, los expertos se afanan en recopilar, en un tiempo récord, todos los datos posibles que el volcán les permite. No hay descanso. La nube eruptiva, que alcanza una altura de al menos un kilómetro, expulsa toneladas diarias de gases y cenizas que forman una gran nube de humo. El dióxido de carbono (CO2) es el más abundante, pero también hay importantes cantidades de otros gases tóxicos como el dióxido de azufre (SO2).
El dióxido de azufre, clave
Este gas es precisamente uno de los fundamentales para entender cuál será la evolución del volcán y cuánto magma contiene. El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) ha estimado en una de sus últimas mediciones una cantidad de entre 6.000 y 9.000 toneladas diarias de SO2 emitidas a la atmósfera durante el primer día, con intensidades en torno a 2,8 y 4,2 metros por segundo.
El dióxido de azufre "es importante porque viene del magma, del manto", asegura Domínguez, y añade que "es una parte fundamental para conocer la fuerza de la emisión". Su análisis, cuenta, "puede determinar lo esperable en un futuro", aunque aún falta recopilar más datos para poder conocer la fecha final estimada de la erupción que puede durar días e incluso semanas.
Hay distintos métodos para medir los gases. Desde el IGN explican que se suele hacer a distancia con un espectrógrafo que mide la luz del sol que atraviesa la nube de gases y que es capaz de estimar la cantidad relativa de gases que contiene. Ahora bien, "es una medición que se tiene que hacer a distancia", o bien con tecnologías de dron -por ejemplo-, porque ahora la erupción no permite otra opción.
Los piroclastos que escupe el volcán alcanzan alturas de 300 metros, la lava avanza por la ladera de la isla a una velocidad de 0,7 km/h y la nube tóxica mantiene una constante emisión de gases que, por el momento, no plantea riesgos. Las autoridades han establecido un perímetro de al menos dos kilómetros y han evacuado los municipios de Tazacorte, El Paso, Fuencaliente, Mazo y Los Llanos de Aridane. Como asegura el vulcanólogo del IGN, la columna eruptiva "no guarda mayor peligro siempre que la gente no se acerque".
No obstante, los ojos también están puestos en la meteorología, porque el viento puede trasladar las cenizas hacia otras zonas del archipiélago. Las previsiones son de rachas de viento en altura de componente oeste - noroeste, por lo que la situación puede llegar a ser poco favorable en este sentido.
La emisión de gases, cuenta Domínguez, "puede seguir una vez terminada la erupción", aunque a pequeña escala. Lo normal, según el experto, es que la columna eruptiva vaya desapareciendo y todavía persistan las coladas de lava. "La parte explosiva de emisión de ceniza sería la que primero terminaría", explica, pero el volcán puede seguir emitiendo material a nivel lávico.
"La isla será otra tras la erupción"
"Todavía recuerdo ese olor a huevo podrido y el picor tremendo en los ojos por el dióxido de azufre", cuenta Montero. La investigadora fue una de las personas que acudió a la isla de El Hierro cuando en 2011 erupcionó el volcán submarino Tagoro. "Fui por los efectos colaterales de la erupción, porque había problemas de desprendimientos de rocas", comenta la geóloga.
Ahora, por segunda vez, vuelve a vivir un episodio de erupción volcánica. A pesar de que apenas guardan similitudes, la experta asegura que "las erupciones actúan a pulsos". Ocurrió en El Hierro y está ocurriendo de nuevo en La Palma. Hasta que la bolsa de magma no se vacía, "son procesos que se producen a trompicones", cuenta, ya que pueden activarse, relajarse y volver a coger fuerza y reactivarse. "No es un proceso gradual", explica Montero, quien recuerda cómo los días previos a la erupción, la sismicidad se calmó en La Palma y disminuyó el número de terremotos. Fue después, a lo largo del domingo cuando, tras varios terremotos superiores a una magnitud 3, la lava comenzó a brotar.
A largo plazo, las erupciones pierden intensidad, porque la cámara magmática se va vaciando. Ahora bien, desde el IGME apuntan que "eso no quiere decir que haya periodos de más actividad y periodos de menos", pero "es un aspecto muy difícil de predecir".
Los terremotos en la isla continúan. Como apunta Domínguez, "es normal porque el sistema está muy alterado", aunque de poca magnitud, inferiores a tres. Por el momento, no se sabe si puede haber terremotos mayores en las próximas horas que puedan ser sentidos por la población. Para Montero, esta señal de tremor volcánico, esa señal continua, es algo así como "la respiración del magma", pero no son picos de terremotos como hace una semana.
Lo vivido en la isla la semana pasada fue un proceso "bastante rápido", asegura Montero. Se empezaron a detectar terremotos a unos 20 km de profundidad, que fueron migrando hacia el noroeste y cada vez a menos profundidad, en torno a 2 km. La cámara magmática quería salir a la superficie, y se iba desplazando e incluso elevando. El terreno cada vez se abombó más y en solo unos días llegó a alcanzar los 15 cm en el entorno del volcán. "Ha sido una etapa progresiva que se ha ido cumpliendo: esa bolsa magmática ha ido subiendo hasta que ha roto la superficie y ha conseguido salir", explica la investigadora del IGME.
La investigadora del IGME apunta que lo más probable es que las coladas de lava lleguen al mar, y aunque tienen una afectación muy rápida y directa de la isla, a largo plazo regeneran el terreno. Esto, que en un primer momento puede sorprender, se debe a que "la lava, con el paso del tiempo, es una tierra muy fértil, donde todo crece con mucha rapidez", explica Montero.
"Un terreno volcánico es una geomorfología viva, nada en la tierra continúa siempre igual, y en el caso de un terreno volcánico cambia a velocidades de vértigo", cuenta Montero. Las lenguas de lava se petrificarán, saldrán conos volcánicos y la geomorfología de la isla cambiará: "La isla de La Palma será otra después de la erupción".