Las macrogranjas llevan años ocupando la España vaciada. Crecen cerca de pueblos cada vez más envejecidos como Lobeira, en la comarca gallega de la Baixa Limia, con una población menguante y sin apenas escuelas ni servicios sanitarios. Los residuos ganaderos, vertidos aguas arriba del río Limia, llegan a embalses como el de As Conchas, donde muchos vecinos de las aldeas cercanas han aprendido a nadar. Antes "era un centro social", pero ahora es sólo "un Mar Menor en Ourense", lamenta Montse Valencia, coordinadora de la Plataforma Auga Limpa Xa! y vecina de la zona. Sus aguas están plagadas de cianobacterias tóxicas para el ser humano.
El embalse se construyó en el año 1949 y está ubicado en los municipios ourensanos de Bande, Lobeira y Muíños. Desde hace 10 años, sus aguas soportan unos niveles de contaminación extremos que lo hacen impracticable: su agua no se puede beber y tampoco está permitido su uso recreativo, es decir, está prohibido el baño e, incluso, -relatan algunos vecinos- es peligroso acercarse. Los microorganismos que han aflorado esta última década en sus aguas, verdes y putrefactas, son un termómetro de lo que está ocurriendo en la región.
La Confederación Hidrográfica Miño-Sil -la administración competente de la gestión del embalse- encargó en 2012 un informe a Antonio Delgado, profesor del Laboratorio de Biogeoquímica de Isótopos Estables del CSIC en Granada, para conocer las razones tras esta contaminación. Esta investigación se basaba en recoger muestras de agua en 14 puntos de la cuenca del río Limia y afluentes, entre los que se encuentran zonas de cabecera y otras afectadas por explotaciones agrícolas y ganaderas o por núcleos de población.
Eduardo Costas, catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del grupo de investigación Albiotox, explica que para ello se utilizó una "herramienta muy potente" como es el análisis de isótopos estables de nitrógeno y fósforo. Con los resultados obtenidos, "se puede saber quién es el responsable de la contaminación de un embalse como el de As Conchas".
Un año más tarde, las conclusiones señalaban a los vertidos procedentes de la ganadería industrial, por la carga de purines y nitratos. Los purines son una mezcla de residuos orgánicos, aguas residuales y otras concentraciones animales que tienen un gran impacto ambiental y para la salud pública "por su alta carga bacteriana". Los nitratos son químicos que se utilizan a modo de fertilizante de los suelos y que tienen potencial cancerígeno. Ambos muy presentes en el embalse de As Conchas.
Una carga ganadera "exagerada"
"La carga ganadera de la comarca [de La Limia] es exagerada", cuenta Manuel Santos, coordinador de Greenpeace en Galicia, que asegura contabilizar entre 400 y 500 explotaciones ganaderas en una comarca de apenas 30.000 hectáreas, con una población de 20.000 personas (el 40% en el municipio de Ginzo de Limia), la mitad que hace 40 años. "Hay muchísima contaminación en ayuntamientos que tienen menos de 1.000 habitantes. No hay ninguna duda que lo que está provocando esta contaminación por nitratos", señala. Añade que los vertidos de las macrogranjas de la zona "están produciendo residuos como si fuéramos una ciudad de un millón y medio de habitantes como Barcelona".
Como señala la Sociedad Gallega de Historia Natural en un informe basado en el Estudio del CSIC sobre el origen de la carga de nutrientes en el río Limia, la carga ganadera que puede estar soportando la comarca de La Limia estaría en torno a las 75.000 unidades de ganado mayor (UGM). O lo que es lo mismo: el equivalente a la mitad de toda la población de Galicia concentrada en sólo el 1% de su superficie.
Manuel García, agricultor ecológico y vecino de La Limia, cuenta que en esta comarca durante años, se ha esparcido el purín por montes y parcelas sin ningún miramiento. Comenta que no era extraño ver cada poco tiempo un tractor con cisterna esparciendo estos vertidos procedentes de las explotaciones ganaderas con una "carga química y vírica que está por estudiar". "La superficie ya se ha agotado", asegura, y denuncia que están comenzando a trasladar estos residuos a otras comarcas aledañas como Celanova y de Allariz-Maceda. Una cuestión que también señalan Valencia, de la Plataforma Auga Limpa Xa!, y García.
Responsabilidades compartidas
Tanto García como Santos señalan al Grupo Coren y empresas asociadas a él como los responsables de la contaminación por purines que sufre la comarca. El Grupo Coren es la principal cooperativa agroalimentaria de España que está dedicada a la avicultura, porcino, vacuno y cunicultura. Es el grupo más potente del sector en Galicia y, como aseguran desde su página web, está presente en todos los mercados nacionales e internacionales y tiene delegaciones propias en Ourense, La Coruña, Vigo y Madrid. Cada año factura una media de mil millones de euros.
"Coren no se hace cargo de sus residuos", asegura Santos, y señala que durante muchos años ha impulsado una industria que "es ya insostenible en la llanura". En esto mismo coincide García, que explica que "se le ha regalado la provincia a Coren y durante años ha campado a sus anchas sin exigencias y sin restricciones, cargando los costes ambientales en la población", porque "tenemos un acuífero contaminado, unos ríos que no son ríos y un embalse lleno de cianobacterias".
Este periódico se ha puesto en contacto con el Grupo Coren para conocer cómo llevan a cabo el tratamiento de sus residuos, pero, en su lugar, ha respondido Maite Joga, la presidenta de la Asociación de Empresarios, Ganaderos y Agricultores de La Limia (Adegal). Como asegura, en la última temporada se están llevando a cabo mejoras en el tratamiento de los residuos agroganaderos. Cuenta que, hasta ahora, se vertían mediante "un sistema de plato" que ahora se ha dejado de aplicar.
Entre otras medidas, "se está aplicando el sistema de inyección directa de tierra", que lo que evitan es que el producto quede en la superficie y, mediante escorrentías, acabe en mayor cantidad en los ríos y embalses. "El grado de producto que llega es menor", asegura Joga. Con respecto a la planta de tratamiento de residuos que pretenden poner en marcha, aseguran que el Conselleiro les ha informado de que "está pendiente de trámites administrativos", pero por parte de Coren y por la de Adegal, "sí que existe la voluntad de volver a abrir esa planta modernizada" para reducir el impacto de los residuos en la zona.
Las demás personas consultadas para este artículo coinciden en que, en este problema que vive la comarca de La Limia -pero que ocurre también en otras zonas de España-, ni la Xunta de Galicia ni la Confederación Hidrográfica ni el Estado han llevado a cabo medidas para reducir el impacto medioambiental de este tipo de industrias intensivas. Además, porque hay que tener en cuenta que, bajo ella, existe toda una masa de agua dulce, un acuífero, del que se obtiene agua para consumo humano.
Un estudio publicado en 2020 por investigadores de la Universidad de Vigo, con análisis realizados en muestras de agua de 76 pozos privados y 26 fuentes naturales de la zona, aseguraba que existía contaminación. Más de la mitad de los pozos analizados y tres fuentes naturales contenían un nivel de nitratos muy elevado y algunas muestras excedieron el límite permitido por la legislación.
En el municipio de Trasmiras, por ejemplo, el 72% de los puntos analizados superaban por mucho los límites de concentración de nitratos aptos para el consumo humano. Este estudio señalaba también que la contaminación del acuífero superficial podría atribuirse a la agricultura y ganadería intensivas y que la zona más contaminada coincide además con la de mayor carga ganadera.
Desde Greenpeace, formaron una pequeña red ciudadana y se proporcionaron medidores de nitratos para medir la contaminación de las aguas en los acuíferos de La Limia y "medían una barbaridad", apunta García, en niveles de unos 200 miligramos por litro, muy por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 50 miligramos por litro. "En el entorno rural se está creando una división y miedo porque los intereses económicos están primando no solo sobre el medioambiente, sino sobre la salud de las personas", lamenta García.
Una nueva denuncia de la UE
Valencia asegura que "el tipo de ganadería y de agricultura intensiva que se lleva a cabo aguas arriba de As Conchas acaba en el embalse, como si fuera el váter". La situación para muchos vecinos de la comarca lleva años siendo insostenible. Sus quejas y escritos no han tardado en llegar a la Unión Europea que, recientemente, ha denunciado a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no proteger sus aguas de la contaminación por nitratos.
Además, recuerda al Gobierno español que debería "revisar y seguir designando zonas vulnerables a los nitratos en siete regiones". Entre ellas, Galicia, una comunidad en la que, hasta el momento, no se ha marcado ningún punto negro por contaminación, como sí ha ocurrido en el resto de comunidades autónomas.
Tras este tirón de orejas, el Gobierno prevé aprobar en las próximas semanas una actualización del real decreto de nitratos, de febrero de 1996, que traspone al derecho español la directiva de nitratos, de 1991. Entre las zonas que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico quiere designar como vulnerable se encuentra, precisamente, el embalse gallego de As Conchas. Una medida que vecinos, ecologistas y agricultores llevan reclamando desde hace años.
Esta medida puede obligar a la Xunta a declarar puntos en la comarca vulnerables a la contaminación. Para Valencia esto no es una solución, pero "es un primer paso". No obstante, reconoce que "lo primero es parar los vertidos" y su correcto tratamiento, porque "hay un problema ecológico y de salud pública evidente". Ahora, "no hay nada de lo que vivir allí".