El biólogo que investiga la homosexualidad en 261 mamíferos: "El 87% de las veces hay cópula"
José María Gómez es el autor principal de un estudio que ha demostrado que la conducta homosexual favorece las relaciones sociales positivas.
La homosexualidad en el reino animal es un campo de estudio reciente: su origen se remonta a principios de este siglo. Esta demora no responde a una discriminación por parte de la comunidad científica. "Los biólogos evolutivos escapamos a las controversias que pueden existir en la sociedad alrededor de este tema. Si ocurre en la naturaleza, necesita ser estudiado", afirma José María Gómez, investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas, perteneciente al CSIC.
Gómez es el autor principal de una investigación que recopiló lo que se había publicado en la literatura científica acerca de la homosexualidad entre los mamíferos (excluyendo a los seres humanos). El especialista en cognición animal de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria) Antonio J. Osuna, que no participó en el estudio, se preguntó cómo no se le había ocurrido hacerlo a nadie antes.
"La motivación fue exclusivamente científica", comenta Gómez a EL ESPAÑOL acerca del trabajo que publicó junto con los investigadores Adela González y Miguel Verdú. "Queríamos cuantificar si había alguna razón biológica que pudiera explicar la evolución del comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo".
Además de que resulta difícil detectarlo, pues se necesitan muchos campos de estudio, a este comportamiento "no se le ha prestado atención" porque desde el punto de vista de la teoría de la evolución se considera que no contribuye directamente a la perpetuación de la especie. Aunque esta hipótesis "ya ha quedado superada".
Más sociales, menos violencia
Los tres investigadores españoles han constatado el escaso interés que ha suscitado la conducta homosexual en el reino animal como para considerarlo un objeto de estudio en sí mismo. Prueba de ello es que para su trabajo han tenido que leer "muchas notas al margen de los artículos", donde se solía reportar este tipo de relaciones.
"Ha sido un trabajo 'de pico y pala'", bromea Gómez. Tras cinco años revisando estas anotaciones, comprobaron que la homosexualidad se había documentado en 261 especies de mamíferos (cerca del 5% de todas las de esta clase).
No observaron una diferencia significativa entre géneros: en 199 especies los machos tienen relaciones sexuales con los machos, frente a las 163 entre hembras. Sí que existen en cuanto a los distintos linajes de mamíferos, siendo más prevalente en primates, donde se ha descrito en al menos 51 especies.
Su objetivo, en realidad, no era cuantificar la homosexualdiad en mamíferos, sino analizar las ventajas adaptativas del sexo animal con los del mismo sexo. Hallaron que este comportamiento sexual puede aumentar los vínculos entre los miembros de un mismo grupo. Por este motivo, suele ser más frecuente en especies sociales.
También han encontrado una relación entre esta conducta sexual y la violencia intrasexual (aquella que se da entre miembros del mismo sexo). Tal y como explica Gómez, en especies sociales este comportamiento puede contribuir al éxito reproductivo de los individuos de manera indirecta: "Refuerzan su estatus social sin necesidad de llegar a un conflicto tan extremo".
Los primates precisamente cumplen con las dos variables —son sociales y violentos—. Y aunque puede servir para "mitigar la violencia tanto en hembras como en machos", estudios anteriores de estos investigadores ya demostraron que el adulticidio en mamíferos (muertes provocadas a otro ejemplar adulto de la misma especie) es más frecuente en machos (320) que en hembras (133).
Del contacto al cuidado
En el citado estudio, los autores categorizaron cuatro tipos de conductas homosexuales: el cuidado de crías compartidas por individuos del mismo sexo, tener una pareja duradera, el cortejo y la cópula. Gómez pensó en un principio que este último comportamiento no iba a ser tan frecuente: "Pero vimos que casi el 90% de las veces que un investigador había reportado un comportamiento sexual entre dos individuos del mismo sexo era porque había habido cópula".
El cortejo y la unión en pareja se registraron en menos ocasiones, con un 27% y 25% de las veces, respectivamente. Para Gómez, estos resultados muestran que "realmente es lo que tenemos en la cabeza de lo que es un comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo, más allá de una amistad duradera de toda la vida".
Aunque no es su línea principal de estudio, el investigador del EEZA comenta con naturalidad los hallazgos de su trabajo. Una realidad bien distinta a la que se vivía hace unos 100 años, cuando se evitaba dar a conocer esta conducta en la literatura científica pese a que se hubiera observado en especies.
Justo fue lo que hizo el explorador británico George Murray Levick tras comprobar, en su visita a la Antártida, que los pingüinos macho mantenían relaciones sexuales con otros machos. Al considerarlo "demasiado chocante" para la época (la expedición se llevó a cabo entre 1910 y 1913), Murray no incluyó en su informe oficial una información que tardaría 50 años en ver la luz.
Rara vez se publican
Puede parecer que estas actitudes son propias del pasado, pero nada más lejos de la realidad. Aunque ya se haya observado en más de 1.500 especies, en la actualidad se sigue haciendo caso omiso de la conducta homosexual en los animales.
Así lo ha demostrado un reciente artículo, publicado en la revista PLOS One, en el que se ha encuestado a 65 investigadores que trabajaban con 52 especies diferentes. El 77% de ellos reconoció que había observado conducta homosexual entre especies. Sin embargo, apenas el 19% había publicado estos hallazgos.
Los autores entienden que esta falta de pruebas ha provocado que se utilice el término "antinatural" en algunos debates acerca de la homosexualidad en humanos. "Hoy ya no se dice esa palabra", opina Gómez. "Pero lo que está claro es que en la naturaleza se da éste y otros comportamientos porque es muchísimo más compleja y exuberante de lo que nosotros vamos a poder llegar a ser".
No obstante, cree que cualquier comportamiento que suceda en la naturaleza no debería utilizarse como una muestra para construir nuestra conducta: "Somos animales morales y podemos decibir libremente y de forma consensuada qué consideramos que está bien y qué no", concluye.