Julian Assange mira a través de la ventanilla de su avión al llegar al aeropuerto de Bangkok.

Julian Assange mira a través de la ventanilla de su avión al llegar al aeropuerto de Bangkok. Wikileaks / X

Salud

Las secuelas de 12 años de aislamiento de Assange: de los ataques de ira al riesgo de muerte prematura

Este tipo de régimen aumenta el riesgo de depresión, hipertensión, diabetes y accidentes cerebrovasculares, entre otros. 

5 julio, 2024 02:30

Julian Assange consiguió salir de prisión la semana pasada tras firmar un acuerdo con Estados Unidos en el que se declaraba culpable de espionaje. El fundador de la web WikiLeaks disfruta ahora de su libertad tras 12 años de reclusión. Entre 2012 y 2019 permaneció en la embajada de Ecuador en Londres para evitar su extradición a Suecia tras ser acusado de delitos sexuales. A la vez, el gobierno estadounidense también le buscaba por haber revelado documentación confidencial en WikiLeaks. Cuando Ecuador le retiró la concesión de asilo hace cinco años, fue detenido por la policía británica y llevado a una prisión de máxima seguridad acusado de saltarse la libertad bajo fianza de la que disfrutaba en 2010.

Ese aislamiento durante más de una década ha hecho que el periodista haya visto mermada su salud, tanto física como mental. El problema abarca todas las esferas de la vida: ha visto limitadas sus relaciones sociales, pero también su movimiento y su capacidad de tomar decisiones. Toda institucionalización tendrá efectos psicológicos en quien la sufra, explica Guillermo Fouce, doctor en psicología y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El psicólogo añade que la relación es directamente proporcional, a mayor aislamiento, mayor impacto negativo. 

Se experimenta una separación de la realidad y se produce también una vida enlatada que no se corresponde a la realidad porque, de alguna manera, "todo lo que va a pasar va a estar controlado", continúa Fouce. La persona afectada puede sufrir un estado de embotamiento, ataques de ira o enfados por cuestiones que, en otra situación, no provocarían esa reacción. Sobre todo, va a afectar a la capacidad de adaptación a la sociedad y a la realidad.

Este aislamiento forzado también conduce a una soledad no deseada, que se relaciona con el riesgo de sufrir depresión e, incluso, de suicidio, según el profesor de la UCM. Cuando se bloquea una parte fundamental del desarrollo como es la relación con otros, afecta íntegramente a todos los aspectos, sobre todo a las emociones, señala. Dificulta la forma de implicarse con los demás, se reducen las posibilidades de conectar con otras personas y compartir lo que ocurre. El psicólogo agrega que también se ve afectada la capacidad de pedir ayuda.

Para Fouce, una de las claves para mantener la salud mental en el mejor estado posible dentro del aislamiento es intentar mantener el mayor contacto con la realidad posible. Invita a leer periódicos, hablar con la gente del entorno más cercano e intentar no aislarse. También es importante que estas personas se obliguen a mantener unos buenos hábitos de higiene, ya que pueden abandonarlos si se dejan llevar por esa rutina. 

Es imprescindible, además, tener objetivos a corto plazo (por ejemplo, estudiar), pero, sobre todo, no abandonarse a que el contexto decida lo que ocurre. El profesor de la UCM insta a que quien esté en un proceso de aislamiento tome todas las decisiones que pueda en la medida de lo posible.

¿Cómo afecta a la salud física?

El aislamiento y la reducción de las relaciones sociales a consecuencia aumentan la probabilidad de sufrir patologías como hipertensión, diabetes, infartos o accidentes cerebrovasculares. En definitiva, elevan el riesgo de muerte prematura, resume Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Asimismo, estas situaciones de reclusión suelen ir ligadas a una serie de carencias como no poder exponerse al sol el tiempo suficiente o no contar con una alimentación adecuada. Si esto no cuenta con una actuación preventiva, la falta de vitamina D puede deteriorar los huesos, lo que eleva la posibilidad de padecer osteoporosis. 

Durante el encierro, la persona afectada también ve limitada su movilidad, lo que deteriora su masa muscular y afecta a sus articulaciones. Estas estarán más rígidas y el riesgo de sufrir artrosis será mucho mayor. "Se va a perder totalmente la fuerza y la flexibilidad", destaca Armenteros.

Otro aspecto que puede verse alterado es la visión. El médico explica que estar en lugares que puedan estar cerrados sin la posibilidad de tener miradas al horizonte hace que la acomodación del ojo sea menor. Además, se pueden producir alteraciones visuales en los ojos que afectan "de una manera clara" sobre el aspecto físico y el aspecto emocional. 

El motivo de que se puedan derivar tantas consecuencias físicas es la tendencia al sedentarismo que se da, aclara Armenteros. La limitación de movimiento lleva a la inactividad física que incrementa el riesgo de sufrir todo tipo de patologías. Incluso, en algunos casos, puede favorecer la aparición de demencia, subraya. El médico advierte de que a partir de los 50 años ese deterioro se produce más rápido.

El portavoz de la SEMG cuenta que es difícil dar consejos a estas personas por lo dramática que suele ser su situación. "Tienen una afectación emocional muy importante y eso hace que tengan un menor espíritu para realizar actividades preventivas". Lo más importante es realizar ejercicio físico a diario con el que se trabaje toda la musculatura y mantener una alimentación lo más adecuada posible, indica.

¿Y ahora qué?

Fouce advierte de que ahora le espera un proceso de readaptación para poder volver a acostumbrarse a la realidad. Lo primero, indica el psicólogo, es proporcionarle la información de todo lo que ha ocurrido en los últimos 12 años y que puede no conocer. Hay muchas cosas que no ha conocido, no ha vivido o no ha tenido cerca y ahora tiene que readaptarse a ello, cuenta. "El hombre es un animal de costumbres y cambiar a otras diferentes le va a costar". Además, hace hincapié en que ese proceso debe ser progresivo.

Armenteros explica que la salud física siempre mejora con la vuelta a la normalidad. Sin embargo, ese margen dependerá del tiempo que se haya pasado en aislamiento: cuantos más años, mayor dificultad para recuperarse. El doctor advierte: "Habrá parcelas que se curen, pero no se puede volver a la situación anterior"

El psicólogo cuenta que todos los niveles de afectación están conectados: "No hay una repercusión psicológica lejos de la social, ni esta sin la física". Para él, en estas situaciones es crucial encontrarle sentido a la situación y tener un objetivo que perseguir. De hecho, es esto último lo que cree que ha hecho resistir a Assange.