Un equipo de científicos de la Universidad de Colonia (Alemania) ha demostrado que el olor de los alimentos controla la proteostasis (el equilibrio entre la formación y la degradación de las proteínas) y, en última instancia, juega un papel clave en la esperanza de vida, porque ese mecanismo es importante para el reciclaje de las células y el proceso de envejecimiento.
El olor de los alimentos induce una variedad de procesos fisiológicos en el cuerpo. Por lo tanto, la producción de saliva y enzimas digestivas se estimula antes de la ingesta real de alimentos para preparar el tracto gastrointestinal para el próximo proceso digestivo. En un organismo sano, esta coordinación depende de la proteostasis.
Las investigaciones experimentales del equipo, publicadas en la revista Nature Metabolism, se llevaron a cabo en el gusano Caenorhabditis elegans, un organismo modelo fundamental de la investigación biomédica moderna. Su descubrimiento: 2 de las 358 neuronas que forman el sistema nervioso de este nematodo son parte del sistema olfativo y, por lo tanto, importantes para la percepción del olor.
Los investigadores pudieron descubrir la influencia del olor en la fisiología del tracto digestivo investigando el reciclaje de proteínas fluorescentes verdes en el intestino. Cuanto más brillante es la señal fluorescente verde dentro de los gusanos, más grave es la acumulación de desechos celulares, que se correlaciona fuertemente con la degradación defectuosa de proteínas.
Los procesos subyacentes están mediados por la molécula reguladora de microARN mir-71. Esta molécula regula el programa genético de las neuronas olfativas y, posteriormente, los procesos de degradación en el tracto digestivo. Sin embargo, si este mecanismo está bloqueado, no solo disminuyen los procesos de reciclaje celular, también se reduce la vida útil del animal. En otras palabras, los gusanos redondos con un sentido del olfato no funcional son mucho más cortos, una fuerte indicación de su importancia fisiológica.
Este mecanismo es fundamental para el procesamiento adecuado de las señales de olor y media los ajustes en las células intestinales. "Suponemos que el organismo coordina la ingesta de alimentos y la degradación efectiva de esta manera", explica el primer autor de este trabajo, Fabian Finger.
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