Las patatas fritas (chips) más caras del mundo se vendieron en 2016 en Suecia por 50 euros cinco unidades. Se trataba de un snack de lujo que la cervecera del país escandinavo St. Eriks creó como el acompañamiento "perfecto" para su espumosa India Pale Ale. Hagan cuentas: 10 euros la patata. A pesar de su precio tan elevado, realmente es una anécdota culinaria, ya que solo se llegaron a comercializar 100 unidades. En la línea de la exclusividad, aunque no tan caro como el ejemplo anterior, las patatas fritas gourmet han llegado a los supermercados españoles y hay gente dispuesta a pagar hasta 60 euros por kilo para comer una de estas bolsas.
Así, a disposición de todos los consumidores -que puedan permitírselo- se puede encontrar una bolsa de patatas fritas con aceite de oliva virgen extra y sal rosa del Himalaya por 31,25 euros el kilo, una con trufa por 65,56 por la misma cantidad y otras tantas patatas fritas gourmet por unos 20 euros el kilo. En contraposición a estos precios, las bolsas corrientes rondan los seis euros el kilo.
A pesar de la diferencia de coste "en muchas ocasiones los ingredientes que incluyen responden más a modas que a un verdadero extra en cuanto a su valor nutricional", explica Sandra Sumalla, dietista-nutricionista y decana de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea del Atlántico, a EL ESPAÑOL. "Muchas veces la gente cree que son más saludables por determinados ingredientes, aunque esto no sea cierto", destaca la especialista, que apunta también a que atraen más "al tener ingredientes exóticos, que llaman la atención y favorecen una compra impulsiva".
Un ejemplo claro de este extra nutricional inexistente es la sal rosa del Himalaya con la que aderezan algunos de estos productos. A pesar de todo el glamour que rodea a este condimento, "desde el punto de vista nutricional no tiene ninguna atribución que la haga mejor", señalaba Paula Crespo, dietista-nutricionista y presidenta del Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, a este periódico. A las palabras de la especialista valenciana, la decana universitaria añade que "no existe diferencia entre la sal común, la sal rosa, el agua de mar o cualquier otro tipo de sal".
Para Sumalla, la principal diferencia que puede haber entre el tentempié más caro y el más barato es el tipo de aceite que se utiliza para freírlas: "Siempre la mejor opción son aquellas que se cocinan en aceite de oliva virgen extra, pero hay muchas patatas que utilizan este tipo de aceite sin venderse como gourmet". En este sentido, explica que las más exclusivas y las corrientes, "a nivel nutricional serían equivalentes si utiliza aceite de oliva".
Pero la materia empleada para freírlas no es el único punto importante a tener en cuenta. Para la nutricionista también habría que valorar "la cantidad de sal que incluye cada marca, siempre siendo mejor opción la que tenga menos".
Asimismo, Sumalla apunta a que sería interesante valorar "si la materia prima que utilizan es española, de proximidad y que el tipo de envase que utilicen sea reciclable, de cara a la huella de carbono que genere el producto".
"No está justificado su precio ni su consumo"
Sobre este tentempié en su versión más cara, la especialista cree que "en la mayor parte de las ocasiones no está justificado su precio ni mucho menos su consumo". "Las patatas fritas, ya sean gourmet o normales son un producto ultraprocesado, que se debe evitar consumir en la medida de lo posible", sentencia.
Por ello, la profesora universitaria señala que consumir este producto embolsado -en la versión que sea- no es para nada recomendable, no solo por ser ultraprocesado, también por ser rico en grasa y sal. Y es que un consumo excesivo de este condimento puede causar hipertensión arterial, úlceras de estómago, retención de líquidos, varices y celulitis, entre otras patologías.
Por todo ello, independientemente de su precio, la especialista de la Universidad Europea del Atlántico sentencia que "es un snack que no se debería consumir y se debe evitar en nuestra alimentación".
[Más información: No, las bolsas de patatas fritas no están llenas de aire: el mito del 'timo patatil']
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