Reemplazar una buena parte de la carne que ingerimos como parte de la dieta occidental que predomina en la sociedad desarrollada por pescado tendría un efecto positivo sobre nuestra salud, asegura un estudio del Instituto Nacional de Alimentación danés y la Universidad Técnica de Dinamarca. Quienes más se beneficiarían serían los hombres a partir de los 50 años y las mujeres premenopáusicas. Pero, precisan los investigadores daneses, si cualquier pescado es preferible a la carne, no todos los peces nos benefician en igual medida.
Se trata de un estudio postdoctoral en base a una fórmula desarrollada por una de las investigadoras del Instituto, Sofie Theresa Thomsen, que permite calcular el impacto sobre la salud de una población absoluta que tiene sustituir una comida por otra. En este trabajo, se ha empleado para calcular el efecto que tendría cambiar aplicar una recomendación nutricional: limitar al máximo la ingesta de carne roja y procesada, y aumentar la del pescado hasta alcanzar la meta de 350 gramos semanales.
¿Por qué hay que comer más pescado? Entre los nutrientes que aporta este alimento están los saludables y necesarios ácidos grasos de tipo omega, así como la vitamina D. Pero, por otro lado, no se libran de perjuicios: de la contaminación con metilmercurio al parásito anisakis. Asimismo, la carne roja y procesada está relacionada con el desarrollo de diferentes tipos de cáncer según establece la OMS desde 2015, y contribuye al aumento del "colesterol malo" al aportar grasas saturadas. Pero, por otro lado, son fuente dietaria de hierro. Se trata, al fin y al cabo, de valorar los pros y contras.
O, por decirlo con mayor precisión: de realizar una evaluación de la relación riesgo-beneficio en base a los años de vida ganados por la población al adoptar nuevos hábitos saludables, o, por el contrario, qué factores harían retroceder su esperanza de vida. En el caso del reemplazo del pescado por la carne, los cálculos "muestran que los habitantes de Dinamarca ganarían colectivamente 7.000 años saludables de vida si cada adulto del país comiese las cantidades recomendadas de pescado reduciendo en la misma medida la carne", afirma Thomsen.
"Esta cifra abarca, aproximadamente, la prevención entre otras dolencias de las 170 muertes anuales debidas a la enfermedad de las arterias coronarias (EAC)", precisa la autora. Sin embargo, los mayores beneficios los reportarían las dietas que solo incluyen pescados azules, o grasos. Para los escandinavos, las estrellas de sus platos son el arenque, la caballa, el salmón, el atún y el emperador. En España tendemos a consumir el bonito, el boquerón y la palometa, y también los considerados como 'semi-grasos': el besugo, la lubina, los salmonetes, la anguila y la trucha.
Estos pescados se pueden alternar con otros blancos o magros: los daneses son asiduos a la platija y el abadejo, mientras que la alimentación mediterránea incorpora el rape, la merluza, el lenguado, el bacalao o el rodaballo. Pero comer únicamente pescado magro se asoció según los cálculos de Thomsen a un incremento de la longevidad menor, porque contienen menos ácidos grasos beneficiosos. ¿Barra libre entonces para el consumo de pescado azul? No para el atún, advierten los investigadores: tiene mucho omega-3 pero también elevado riesgo de concentraciones de mercurio, algo especialmente desaconsejado en mujeres gestantes.
Por otra parte, la carencia de vitamina D es materia de debate sanitario: si se puede cuestionar en lugares como España donde las horas de sol no vienen a faltar, para los habitantes de los países nórdicos es un déficit reconocido. En éste sentido, la proporción de daneses que lo sufren podría reducirse de manera significativa con la mezcla de pescados azules y blancos previamente descrita, siempre y cuando desplazase proporcionalmente a las comidas con carne a lo largo de la semana. La combinación ideal sería de 200 gr. de pescado azul y 150 gr. de blanco.
Por último, no todos los grupos de población se verían beneficiados en igual medida. La longevidad aumentaría para todos los mayores de 50, pero en los hombres mucho más, al ser más vulnerables a la muerte por accidentes cardiovasculares cuyo riesgo aminora enriqueciendo la dieta con ácidos grasos. Por otra parte, para las mujeres en edad fértil, "el beneficio es particularmente grande, porque no es solo para ellas", añade Thomsen. "Las propiedades saludables de la dieta se transmitirán al desarrollo fetal de sus hijos, lo que contribuye a la longevidad total ganada".
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