Es un clásico de la incoherencia concluir una comida copiosa con un café -o una infusión- para la que se rechaza vehementemente el azúcar con sacarina o un compuesto similar. Los edulcorantes artificiales, en sus distintos formatos -comprimidos, sobre o líquido-es la forma de endulzar preferida para quienes quieren perder peso, a pesar de que la propia OMS encargó un estudio que demostraba que su uso no estaba asociado a la pérdida de peso.
Sin embargo, estos productos siempre se han visto asociados a una especie de leyenda negra con respecto a sus efectos para la salud, en ocasiones incluso en forma de bulo. Puesto que todos ellos han pasado los controles sanitarios correspondientes, parece lógico que no se puede afirmar que sean dañinos, pero no es menos cierto que distintos estudios publicados en los últimos años han levantado sospechas -a falta de confirmar- sobre posibles efectos no beneficiosos, nunca peligrosos, para el bienestar.
Ahora, un nuevo trabajo se suma a esta tendencia. Se trata de un estudio publicado en Frontiers in Microbiology cuyo principal hándicap son sus participantes. En lugar de humanos, los protagonistas de este último experimento sobre algunos edulcorantes artificiales son ratones.
Con todo, los resultados del mismo son inquietantes. Por primera vez, un equipo de investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU ha administrado sucralosa y acesulfamato K -una combinación común en muchos refrescos zero y chicles y caramelos sin azúcar- a ratonas preñadas y a sus crías lactantes.
El análisis demostró que los edulcorantes artificiales pasan a través de la leche materna algo que ya se sospechaba- pero también que afectaron al metabolismo y al microbioma de las crías.
Esto implicó que su hígado funcionara peor a la hora de limpiar las toxinas de la sangre y que decrecieran significativamente los metabolitos bacterianos en el intestino. En concreto, se perdieron cantidades significativas de la bacteria Akkermansia muciniphila, cuya disminución en humanos se ha asociado a la presencia de diabetes tipo 2 y obesidad.
Aunque el trabajo no cambia las recomendaciones actuales sobre el consumo de edulcorantes en el embarazo, los investigadores advierten que hay que tener cuidado ya que cada vez más productos contienen este tipo de compuestos, desde medicinas a pastas de dientes.