Preparar la receta perfecta tiene su propia ciencia: elegir los ingredientes adecuados, con la calidad adecuada y en la época adecuada, y cocinarlos durante el tiempo óptimo, sin olvidar un toque necesario de paciencia.
Precisamente este último factor suele ser el más olvidado a la hora de cocinar en general, y más si cabe con la pasta. Es una comida, como sucede con otros como el arroz blanco, que suele ser un plan rápido cuando se carece de tiempo. Sin embargo, muchos no suelen esperar a que hierva el agua de la olla. Y no, usar una olla más pequeña no es la mejor idea.
La idea de un recipiente más pequeño, con menos agua que hervir, tiene bastante lógica y suele ser el camino seguido por aquellos que más prisa suelen tener. Sin embargo, tirar de esta pequeña "trampa" puede marcar una gran diferencia.
Siempre en olla grande
En el caso de los tallarines o los espaguetis, su longitud no los deja caber correctamente en una olla pequeña a menos que se partan previamente. Y no, romper la pasta tampoco suele ser la mejor de los ideas, siendo una práctica de "malos cocineros" según los expertos.
Por otro lado está la proporción entre agua y pasta. Si se agrega un exceso de pasta en una olla pequeña, la temperatura del agua descenderá rápidamente, provocando que el tiempo de ebullición se alargue más de lo normal. Pero, además, mientras la pasta permanece en agua tibia hasta que se reinicia el proceso, se irá ablandando y amontonando.
La solución a todo el problema es fácil: usar una olla grande, con suficiente agua, y esperar lo suficiente para que se inicie el proceso de ebullición, momento en el cual debe depositarse la pasta y no antes.
Otros errores comunes
Pero usar una mala olla y una escasa cantidad de agua no son los únicos errores a la hora de cocinar pasta. Como ya se explicó en su momento en Cocinillas, La Gastronomía de EL ESPAÑOL, existen multitud de otros a tener en cuenta.
Por ejemplo, no es totalmente recomendable almacenar la pasta en botes y tirar los paquetes, dado que el paquete contiene las instrucciones de cocción. Si siempre se usa la misma pasta y el mismo tiempo, no hay problema; sino, al menos sería recomendable guardar las instrucciones.
Otro error común es no salar el agua. Si se cuece el agua sin sal, la pasta quedará insípida a pesar de la salsa usada, por lo que se aconseja usar 2 g de sal por cada litro de agua y por cada 100 g de pasta. Si se quiere cocinar al modo italiano, se usa agua sin salar, pero después se le añade al plato servido quesos rallados fuertes del tipo parmesano para contrarrestar la insipidez.
De igual forma que se debe recordar remover la pasta mientras se cuece, o el clásico "truco" de tirar la pasta contra la pared para ver si está correctamente cocinada. Si no se remueve la pasta, se acabará pegando, y echar aceite al agua no lo evitará; por su parte, tirar pasta contra la pared es antihigiénico, y es mucho más recomendable probar la pasta.
Por otro lado, está la mala costumbre de enfriar la pasta bajo el agua al acabar de cocinarla. Puede ser una buena idea si el plato es frío -una ensalada- pero si se pretende usar una salsa caliente, es algo contraproducente e innecesario.
Finalmente, cocinar pasta en exceso o cocinarla antes de acabar de preparar la salsa son otros dos errores muy comunes. La pasta aumenta su tamaño al cocerla, mucho más que cuando se cocina en seco, por lo que es aconsejable pesarla o medirla previamente para no acabar con sobras para toda la semana.
Finalmente, hay que recordar que la salsa siempre debe estar preparada antes que la pasta, y no al revés.