Es lo que tienen las modas, que vienen y van como las olas. Así que de forma recurrente circula la idea de que beber agua de mar es estupendo para la salud, sobre todo si estamos en verano y en una época dominada por el mantra de que 'todo lo natural es bueno'.
Y como todo se vende, incluido el aire embotellado, ya no sorprende encontrarnos con este producto en el supermercado o en Internet. No es que salga barato esto de beber agua salada o alguno de sus derivados, como el agua de mar con gas, pero vuelve el debate ante la estupefacción de los científicos.
"El agua de mar no es mejor, no cura, no hidrata (al revés), no tiene propiedades extra", resumía en Twitter hace unos días Gemma del Caño, experta en calidad de la industria alimentaria. "Si dejáis de comprar chorradas, las dejaremos de fabricar", añadía.
El nutricionista Juan Revenga ya advirtió hace años de los peligros de consumir agua marina. Lo hacía para desmontar un libro publicado en 2013, La dieta del delfín, que habla de un supuesto poder curativo del agua de mar gracias a la "sabiduría innata del ADN marino" y en contra del conocimiento científico establecido.
Al parecer, el origen de estos argumentos pseudocientíficos estaría en el francés René Quinton, que a finales del siglo XIX y principios del XX experimentó con mezclas de agua marina y agua destilada llegando a desarrollar un suero inyectable que al principio tuvo buena acogida y que más tarde se prohibió porque tenía más contraindicaciones que beneficios.
Argumentos de los vendedores
Sin acudir a estas excentricidades, los vendedores de agua salada argumentan que hay que mezclarla con agua dulce hasta que la concentración de sal sea igual a la que tiene el agua de nuestro cuerpo. Eso se conseguiría con tres partes de agua normal por cada parte de agua de mar, según explican. Así, se convertiría en apta para el consumo humano, con el añadido de tener "una gran cantidad de minerales y oligoelementos".
Además, dicen que es mejor no consumir directamente agua de mar sin tratar porque contiene demasiado boro, que consumido en exceso puede ocasionar dolor de cabeza, diarreas y vómitos. Así justifican la compra de su producto de agua de mar "tratada".
Y para animar a comprarla ofrecen recetas con agua de mar y hablan de sus beneficios con razones no muy científicas, como que aporta "un sabor único" o que "siempre ha sido considerada beneficiosa para el cuidado de la piel". Otros argumentos sobre posibles propiedades terapéuticas, sin aportar referencias científicas, parecen acercarse a las ideas pseudocientíficas de Quinton.
Para cocer algunos productos
Lo cierto es que como agua para cocinar sí es apreciada por los profesionales, especialmente cuando se trata de marisco, porque lo deja en su punto de sal. No obstante, esto es equivalente a añadir unos 35 o 40 gramos de sal por cada litro de agua convencional, sin más.
Al margen de su comercialización como producto, beber directamente agua del mar es una locura. La razón más poderosa es que nos deshidrata, tal y como explican Maldita Ciencia y el bioquímico José Miguel Mulet. El motivo es que tiene una concentración de sal más alta que la de nuestro plasma sanguíneo.
Las células necesitan que su salinidad interior y exterior sea la misma, así que si aumenta fuera, expulsan agua. Así que el efecto es que orinamos más agua de la que ingerimos y podemos quedar deshidratados.
Posibles intoxicaciones
Además, bebiendo agua de mar nos podemos intoxicar por motivos químicos o biológicos. De manera natural puede contener microorganismos patógenos, pero además hay que añadir el riesgo de contaminación por vertidos –como el reciente caso de bacterias fecales en playas de Valencia–, plásticos o metales.
Si además es una zona de baño, no faltarán restos de cremas solares. El año pasado salió a la luz el caso de un perro fallecido en Florida por beber agua del mar.
Lógicamente, para que llegue al mercado como producto, tiene que pasar por controles microbiológicos, filtrado y depuración que están marcados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
De hecho, los productores explican que captan el agua en puntos determinados, la analizan y la filtran tal y como exigen las normas, y la vuelven a analizar antes de envasarla y ponerla en el mercado.
Poco más que agua con sal
Entonces, ¿puedo comprar agua de mar en el supermercado? Como en el caso de cualquier otro producto que llega a comercializarse, su consumo es seguro –siempre que la mezclemos con agua normal para evitar la deshidratación o la usemos para cocinar.
Pero habría que preguntarse si tiene sentido pagar más por un producto que, según los expertos, después de la depuración y filtración exigidas es poco más que agua con sal.
[Más información: J.M. Mulet: "El agua embotellada no es mejor que la del grifo. Para nada"]