Igual que pasa con las olas, las modas vienen y van. Y en este caso nunca mejor dicho. Desconocemos por qué, pero en los últimos meses está circulando el rumor de que beber agua de mar es estupendo para la salud. Gran parte de la culpa seguramente sea del mantra de que 'todo lo natural es bueno'. Pero la realidad es que el agua de mar no es mejor, no cura, no hidrata (al revés) y no tiene propiedades extra, como explicábamos a este artículo de EL ESPAÑOL. "Si dejáis de comprar chorradas, las dejaremos de fabricar", resumía en Twitter hace unos días Gemma del Caño, experta en calidad de la industria alimentaria.
El nutricionista Juan Revenga ya advirtió hace años de los peligros de consumir agua marina. Lo hacía para desmontar un libro publicado en 2013, La dieta del delfín, que habla de un supuesto poder curativo del agua de mar gracias a la "sabiduría innata del ADN marino" y en contra del conocimiento científico establecido.
Al parecer, el origen de estos argumentos pseudocientíficos estaría en el francés René Quinton, que a finales del siglo XIX y principios del XX experimentó con mezclas de agua marina y agua destilada llegando a desarrollar un suero inyectable que al principio tuvo buena acogida y que más tarde se prohibió porque tenía más contraindicaciones que beneficios.
[Más información: El sinsentido del agua de mar embotellada: peligrosa para beber y discutible para cocinar]