Entre todos los tipos de alimentos que uno puede encontrar en el supermercado, desde la carne a la fruta, pasando por las verduras y las hortalizas, hay variedades que tienen una mejor fama que otras. Por ejemplo, la carne de pollo está mucho mejor considerada desde el punto de vista nutricional que la de ternera; al igual que la lechuga romana es una variedad superior que la iceberg. En cuestión de pescados, uno de los que peor fama tiene es el panga. ¿Está justificado? ¿Realmente es peor que otras variedades como la dorada o el el mero, por ejemplo?
El panga (Pterogymnus laniarius) es un pescado blanco originario de Asia, que suele criarse en granjas de acuicultura, y que ha sido denostado desde hace tiempo por diferentes motivos. Carrefour, la cadena francesa de supermercados, decidió dejar de venderlo en nuestro país en 2017 por la gran contaminación existente en el río Mekong, lugar del que procede el 90% del panga que se vende en Europa. A esta circunstancia hay que añadir el hecho de que es una variedad pobre nutricionalmente hablando y además se ha relacionado con la presencia de altos niveles de mercurio.
Sin embargo, es cierto que en muchos comedores escolares e incluso en hospitales sigue utilizándose de forma habitual para conformar los menús. Las razones son dos principalmente: la primera, su precio, mucho más barato que el lenguado o la merluza, por ejemplo; y la segunda, que se trata de un pescado que no tiene espinas, por lo que no causa tanto rechazo entre los niños. Tal vez éstas sean las características más destacables. Porque es cierto: si los alimentos se valoran por lo que aportan a nuestro organismo, éste no es precisamente un derroche de nutrientes.
Lo contaba José Manuel López Nicolás, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia, hace un par de años en un artículo. "Comparado con otro pescado blanco como la merluza, el panga tiene casi un 50% menos de proteína y entre un 60% y un 80% menos de ácidos grasos poliinsaturados. Si lo comparamos nutricionalmente con pescados azules, el panga sale aún peor parado", escribía el reconocido divulgador murciano.
La polémica del mercurio
La cosa no queda aquí. Hace apenas un año, un trabajo científico en el que se analizaron 80 muestras de panga vendido en tres grandes superficies de nuestro país (ojo, en 2006, hace 13 años) daba la voz de alarma: algunos ejemplares que adquieren los consumidores en el supermercado tenían unas concentraciones de mercurio por encima de las admitidas por la legislación europea (esto es: 0,5 miligramos/kilogramos). Un año antes, en 2017, la OCU también denunció la presencia de pesticidas y mercurio en este pescado a través de uno de sus informes.
"En cuatro muestras de panga de las 23 analizadas encontramos un herbicida, la trifluoralina, que ha sido prohibida en Europa", decía el organismo. "También detectamos mercurio, un metal pesado, en 9 de las 29 muestras de panga y perca analizadas. Las cantidades de mercurio no superan el límite legal de 0,5 mg/kg, pero en algunos casos sí alcanzan la mitad de esa cifra", aseguraba el organismo. "Teniendo en cuenta que estos pescados se sirven en comedores escolares y los niños pueden llegar a comerlos varias veces por semana, al final la ingesta de mercurio puede llegar a ser significativa".
Pese a lo alarmante que pueda parecer el asunto, la realidad es que absolutamente todo el pescado que podemos adquirir en los supermercados (salvo sangrantes excepciones) es seguro. El panga también. De hecho, la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria (Aesan) se pronunció específicamente sobre esta variedad hace algún tiempo. "Los pescados importados que se comercializan en España son controlados convenientemente por las autoridades sanitarias [...] Estos controles incluyen controles físicos, realizando análisis de laboratorio [...] La calidad sanitaria de dichos pescados no solamente está asegurada por el control oficial en frontera, sino también por el de las Comunidades Autónomas".
O lo que es lo mismo: la seguridad alimentaria del panga, pese a que su contenido nutricional no sea especialmente reseñable, está fuera de toda duda. De hecho, tal y como ya contamos en EL ESPAÑOL, ni siquiera se trata de uno de los pescados que más mercurio acumula (el atún, el tiburón, la corvina, el pez espada o la caballa se encuentran por encima). Aun así, los especialistas recomiendan optar por otro tipos de pescados mucho más ricos, que realmente aporten nutrientes a nuestro organismo.
Así lo señala la farmacéutica y nutricionista Marián García (Boticaria García) en su último libro, El jamón de York no existe (La Esfera de los Libros): "Si nutricionalmente el panga no es mejor que los pescados de nuestras costas, ¿tiene sentido abandonar el consumo local por unos durillos? ¿Tenemos que cruzar medio mundo para traer pescados del Mekong? Como decía mi abuela Adela: 'Quien bien tiene y mal escoge, de mal que le venga que no se enoje'".