La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del ministerio de Sanidad, ha tenido conocimiento a través del RASFF (Red de Alerta Alimentaria Europea) de una alerta trasladada por las Autoridades Sanitarias de Países Bajos relativa a de la presencia de proteína de leche no mencionada en el etiquetado en hamburguesas de pollo congeladas elaboradas en dicho país.
Los datos del producto implicado son: Kipburgers ('hamburguesas de polo') como nombre del producto, de marca Mora; vendidas en una caja con 4 hamburguesas congeladas de 70 gramos cada una; código EAN: 8710861993459 y peso de unidad/vol.280.0g.
El producto afectado ha sido distribuido en España en dos establecimientos de la Comunidad Valenciana, especifica Aesan. Las autoridades competentes, tras contactar con los establecimientos, han comunicado que habían sido informados por el proveedor y que todos los productos se han retirado de la venta, salvo 6 unidades vendidas al consumidor final en un establecimiento ubicado en la localidad de Alfaz del Pi, Alicante.
Como medida de precaución, se recomienda a aquellos consumidores alérgicos o intolerantes a la leche que pudieran tener el producto anteriormente mencionado en sus hogares que se abstengan de consumirlo. Asimismo, precisa la Agencia, e el consumo de este producto no comporta riesgos para el resto de consumidores.
Quién debe evitar la lactosa
Los expertos diferencian entre alergia a la proteína de esta leche e intolerancia a la lactosa, que es un carbohidrato. "Cuando se habla de alergia el sistema inmune se ve involucrado y provoca diferentes reacciones como picores, rojeces o vómitos. Se diagnostica con un análisis de sangre para medir el anticuerpo involucrado (inmunoglobulina E) y se tiene que evitar consumir cualquier producto derivado de la leche de vaca", señala Anaïs Rico, investigadora farmacéutica y nutricionista del Proyecto SUN de la Universidad de Navarra y también miembro de CIBEROBN.
En el caso de la intolerancia a la lactosa, Rico explica que el sistema involucrado es el digestivo y se produce cuando una enzima (la lactasa), que se encarga de procesar la lactosa, no se produce o se hace de forma insuficiente, provocando dolor, hinchazón, flatulencias o diarrea. Se calcula que entre 10% y un 15% de la población mediterránea presenta esta intolerancia, que se soluciona consumiendo productos sin lactosa.
Según Serra Majem, este problema es más frecuente en civilizaciones que han ingerido poca leche de vaca. Por su parte, sobre quienes afirman que les sienta mal la lactosa, De la Roza se pregunta: "¿Cómo pueden saber que es precisamente la lactosa lo que les sienta mal? En personas sin ningún trastorno metabólico es absurda esa afirmación".
Alternativas animales y vegetales
Es posible que los productos que se publicitan como "sin lactosa" incluyan en realidad lactasa de forma que los intolerantes puedan digerirla. Otra opción son los productos de base vegetal (leches de soja, coco, almendra o arroz) que tienen como contrapartida altas concentraciones de azúcar que se añaden para que resulten más agradables de sabor.
En cuanto a las alternativas animales a la leche de vaca, como son la de burra, la de cabra o la de camella, si nos centramos en la intolerancia a la lactosa, es cierto que las personas que la sufren toleran mejor otras leches alternativas. Al tratarse de animales distintos, pueden ser leches que no afecten a los alérgicos. Pero los productos que llegan a la cadena de consumo pueden sufrir contaminaciones cruzadas.
Tanto la leche de oveja como la leche de cabra poseen un nivel de azúcares similar a la leche de vaca, siendo 4,7 gramos y 4,5 gramos por cada 100 mililitros respectivamente, en comparación a los 5 gramos/100 mililitros que contiene la leche de vaca. Por tanto, podríamos decir que no son una buena alternativa a la leche de vaca si se quiere evitar la lactosa.