Repetir el mismo menú a diario puede sonar realmente cómodo. Ya sea el mismo desayuno, el mismo almuerzo o la misma merienda, no es tan raro terminar consumiendo casi paso por paso los mismos alimentos prácticamente cada día.
Si bien es cierto que esta práctica puede ser beneficiosa a la hora de crear una adherencia a una buena alimentación -siempre y cuando estas comidas se basen en 'comida real' y saludable, alejada de los ultraprocesados- no todo son beneficios. De hecho, la dieta del ser humano ha sido variada desde hace miles de años, y por ello somos una raza omnívora.
Variar la alimentación implica poder acceder a una amplia variedad de nutrientes, algo que puede ir compensándose dentro de un mismo día o a lo largo de la semana. Sin embargo, al repetir un mismo patrón alimentario basado en una escasa variedad de alimentos, la complementariedad se pierde.
Déficits nutricionales
El primer problema a tener en cuenta si se repiten las mismas comidas cada día es el peligro de caer en un déficit de un micronutriente o más. El organismo humano precisa el consumo de una amplia variedad de vitaminas y minerales, muchos de ellos procedentes de frutas y verduras en elevadas cantidades, dos alimentos olvidados en el menú de gran parte de la población.
Por ello, la recomendación general por parte de los nutricionistas suele ser la preparación de platos con los "colores del arcoíris", en cuanto al consumo de frutas y verduras se refiere, dado que esto implicará el consumo de una importante variedad de este tipo de alimentos.
Mala salud intestinal
Por otro lado está la salud intestinal, o más concretamente del microbioma intestinal. El hecho de comer una amplia variedad de alimentos, siempre basados en comida real, también mejora el desarrollo de bacterias saludables, que a su vez ayudarán a la salud del sistema inmune y también facilitarán la digestión.
De hecho, los alimentos fermentados como el yogur o el kéfir proporcionan probióticos o bacterias saludables, que también potenciarán la salud del microbioma. Así mismo, las frutas y verduras, una vez más, aportarán fibra y prebióticos a la ecuación.
Boicot a la pérdida de peso
Por su parte, un estudio recientemente publicado en PloS One también ha sugerido que aquellos individuos que comen una mayor variedad de alimentos son más propensos a lograr el éxito en la pérdida de peso.
O lo que es lo mismo, no aportar variedad a la dieta podría sabotear los intentos de reducir el peso corporal.
Menor esperanza de vida
Continuando con los estudios científicos, otra investigación publicada en International Journal of Epidemiology rastreó la salud de más de 50.000 mujeres y llegó a la conclusión de que aquellas que comían una mayor variedad de alimentos tenían una mayor esperanza de vida que aquellas que comían los mismos alimentos cada día.
En total, el estudio sugiere que la variedad en la alimentación reduciría la mortalidad por todas las causas hasta en un 42%.
Aburrimiento alimentario
Comer siempre debería ser interesante y entretenido, pero repetir los mismos alimentos suele conducir al aburrimiento. Esto, a su vez, puede hacer peligrar la adherencia a una alimentación saludable y aumentar el riesgo de caer en el consumo de ultraprocesados.
Daños en la salud metabólica
El síndrome metabólico, caracterizado por alteraciones en los niveles de azúcar corporal, la tensión arterial, el colesterol, las grasas y el diámetro de la cintura abdominal, sería otra de las consecuencias de la escasa variedad alimentaria.
Así lo sugirió un estudio publicado en el Journal of Nutrition, que llegó a la conclusión de que una dieta variada reduciría el riesgo de síndrome metabólico; de hecho, comer de forma más variada reduciría el colesterol, la grasa abdominal y la tensión arterial. De nuevo, siempre en base a comida real y evitando ultraprocesados.
Escasas fuentes de nutrientes
Dado el boom de los llamados "superalimentos", no son pocos los que se centran en el consumo de una única comida por sus supuestos beneficios para la salud, a menudo por la fama amplificada por los medios de comunicación y la publicidad.
Sin embargo, que un alimento sea llamativo y beneficioso no implica que pueda otorgar todos los nutrientes necesarios para una buena salud. De hecho, una dieta así de restrictiva aumentará el riesgo de prescindir de muchos otros, también necesarios.
Y sobredosis de compuestos
Actualmente en la sociedad occidental tanto los déficits de nutrientes como las sobredosis suelen ser escasos, pero deben tenerse en cuenta. Si se excede el consumo de determinados alimentos, las consecuencias pueden ser molestas e incluso graves.
Por ejemplo, la cúrcuma, si se consume en exceso, puede dar lugar a efectos anticoagulantes, aumentando el riesgo de sangrados y hematomas. Se trata de casos poco comunes, y solo alcanzables habitualmente si se consume en forma de suplemento de forma específica, pero no es improbable.
Además, se sabe que la cúrcuma se une fácilmente a metales pesados; en escasa dosis no existiría toxicidad como tal, pero en altas dosis los efectos a nivel neurológico pueden ser problemáticos.
Un problema similar sucede con el pescado, concretamente con aquellos ricos en mercurio, cuyo consumo en exceso puede dar lugar a hidrargirismo o mercurialismo, como sufría el Sombrerero Loco de 'Alicia en el País de las Maravillas'.
Daños en el sistema inmune
El sistema inmune también precisa una adecuada variedad alimentaria. Así lo confirmó un estudio publicado en el British Journal of Nutrition, en el cual se llegó a la conclusión de que la variedad en la dieta mejoraría la resistencia a infecciones.
Menor energía
Las consultas médicas por astenia o cansancio son muy comunes hoy en día, y gran parte de ellas se deben a la alimentación -o, concretamente, a la mala alimentación: tanto el exceso de consumo de ultraprocesados como la escasa variedad alimentaria pueden dar lugar a esta situación.
Un estudio publicado en el American Journal of Nutrition sugirió que las mujeres que comían la misma comida de forma continuada desarrollaban "habituación", reduciendo la ingesta de energía total a largo plazo.
Riesgo de trastornos alimentarios
Para finalizar, existe un tipo de trastorno de la conducta alimentaria conocido como "trastorno alimentario selectivo" o "trastorno alimentario restrictivo evitativo". Se caracteriza por la negación a la ingesta de alimentos específicos, o bien por no querer comer cualquier tipo de alimento debido a una respuesta negativa ante ciertos colores, texturas u olores.
En los casos graves, se sabe que este trastorno puede desembocar en una desnutrición y pérdida de peso excesiva. Y, con el tiempo, puede provocar consecuencias irreparables, como la ceguera.