Desde hace algún tiempo, las ensaladas envasadas han ido ocupando cada vez más espacio en las estanterías de los supermercados. Las hay casi de todos los tipos y colores: de atún, mediterránea, césar, con pasta integral, con pasta y rúcula, new yorker, deluxe, ligera con york y queso, y hasta ibérica. Sin embargo, muchas de estas ensaladas, que a menudo incluyen distintas variedades de queso, picatostes y salsa, hacen un flaco favor a nuestra salud con la incorporación de ingredientes poco o nada recomendables, que pervierten la esencia saludable de un plato en el que los protagonistas principales son las verduras.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado esta misma semana un informe en el que analiza la calidad de 22 ensaladas distintas que podemos encontrar en los establecimientos de nuestro país. La organización señala que, pese al halo saludable en que envuelve a todas y cada una de ellas, sólo cuatro son realmente sanas (Auchán César, Hacendado Ensatún, Aldi Mare Nostrum y Primaflor Caprese con atún), siendo éstas calificadas por los especialistas con una A, la máxima puntuación en el sistema Nutriscore.
Este sistema, que califica a los alimentos de más a menos saludables, "valora tanto los aportes nutricionales que necesitamos en nuestra dieta (frutas, verduras, fibra y proteínas), como los que hay que evitar consumir en exceso: calorías, grasas saturadas, azúcares y sal por 100 gramos o mililitros de producto", según explica la OCU. "Del resto de ensaladas, 10 tenían una valoración B, siete una C, y una ensalada, Edulis César con pollo y queso, una D, cuando la peor valoración posible en el sistema Nutriscore es una E", añade la organización.
Las calificaciones D y E en el sistema Nutriscore se otorgan a alimentos considerados desfavorables para la salud. Estos son: los productos de bollería, los snacks salados, los cereales de desayuno o los refrescos, por ejemplo. De esta forma, los alimentos elaborados a base de frutas, verduras u hortalizas deberían tener siempre la máxima calificación, cosa que no ocurre con esta ensalada, que tiene la misma calificación que podría tener un alimento ultraprocesado. ¿Por qué?
Si nos fijamos en su etiqueta, sólo el 38% de este producto está elaborado con verdura. En concreto, incluye escarola rizada, radicchio y canónigos. Sin embargo, también incluye una cantidad muy importante de salsa césar (un 27%), además de queso en polvo, zumo de limón, algo de pollo y picatostes elaborados con harina de trigo y aceite de girasol. Se trata, además, de la ensalada que tiene una mayor cantidad de calorías: 550 kilocalorías por ración. Así, tanto el aporte energético como el de grasas es un 80% más que el de una ensalada normal.
Un plato sano pervertido
Tanto las organizaciones sanitarias como nutricionistas, endocrinos y médicos especialistas llevan años recomendando aumentar el consumo de frutas y verduras entre la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que "incorporar frutas y verduras a la dieta diaria puede reducir el riesgo de algunas enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías". Además, recomienda consumirlas a diario dentro de una dieta saludable "baja en grasas, azúcares y sal (o sodio)", ya que estos alimentos también "pueden contribuir a prevenir el aumento de peso y reducir el riesgo de obesidad".
Con las ensaladas envasadas ocurre lo mismo que ya pasó con los yogures (salvando las distancias). Se trata de un producto originariamente saludable al que se le han ido añadiendo ingredientes con el objetivo de mejorar su sabor o sus propiedades organolépticas y hacerlas más apetecibles. Sin embargo, se ha acabado pervirtiendo su perfil nutricional y haciendo que no sean productos tan sanos como podría pensarse.
Así, tal y como ha documentado la OCU, resulta mejor (tanto para la salud como para el bolsillo) comprar la lechuga, los tomates, la cebolla y el pollo por separado, si lo que queremos es una ensalada César, que gastarnos una cantidad más elevada de dinero en un producto que, además, incluye una gran cantidad de plástico. "Otro factor que debe valorar el consumidor es su precio final", dice la organización. "Si puede hacerla en casa, mejor: sale más barata y reduce el impacto medioambiental derivado del uso de plásticos en sus envases, que supone entre un 10 y un 15% del peso del producto".