Los embutidos son una de las piezas más importantes de la gastronomía española. Aunque los más famosos en todo el mundo son el jamón ibérico y el chorizo, uno de los favoritos de los españoles es, sin duda, el fuet. Uno de los bocados más habituales del picoteo que unos cortan en finas lonchas, otros en porciones más gruesas e, incluso, hay quien se come la barra a mordiscos. Todo depende de gustos, pero ¿y la piel? ¿se debe retirar o se puede comer sin problemas?
No existe una respuesta fácil y directa para esta pregunta. Lo cierto es que depende del tipo de piel o, mejor dicho, tripa que se use. Los embutidos pueden estar contenidos en tripas naturales o artificiales. Las primeras son el propio intestino delgado del animal que ha sido rellenado de la mezcla de carne, sal, grasa y especias. El embutido que lleva este tipo de tripas se puede consumir sin necesidad de retirar la tripa.
Sin embargo, no pasa lo mismo con las tripas artificiales. Cuando el embutido que hemos comprado tiene este tipo de tripa es mejor retirarla. Existen tres materiales principales con los que se hacen las tripas de los embutidos: el colágeno, la celulosa y el plástico. El primero de ellos es el que se asemeja más a la tripa natural debido a que se obtiene tras procesar cuero de vaca.
Tripas comestibles
Los otros dos materiales se suelen utilizar por tener un mayor grado de resistencia y ser más baratos. De todas formas, algunas veces se utiliza para embutir la carne y se retira en la presentación del producto final, y otras es evidente que no se trata de un producto natural y, por tanto, se desecha antes de consumir la carne. Hasta la fecha, no existe ninguna norma que obligue a los productores a señalar de qué material está hecha la tripa.
Si la tripa es, por tanto, natural, comerse el fuet con o sin ella es una cuestión de gustos. Algunos la prefieren porque hace el mordisco más crujiente, otros, sin embargo, la desechan, básicamente, porque es la parte más externa del fuet. La gran mayoría de los fuets se realizan con una tripa natural y son los de peor variedad los que utilizan una piel sintética.
Uno de los más populares en España es, posiblemente, el fuet espetec de Casa Tarradellas que, según este artículo de La Vanguardia, es una marca que siempre utiliza piel natural. Es decir, que de este fuet se puede comer todo, salvo la cuerda. El fuet contiene unas 421 kilocalorías por cada 100 gramos, según la página de Casa Tarradellas.
Hongos protectores
Pero, ¿qué es la capa blanquecina que caracteriza al exterior de este embutido? Es un tipo de moho que está producido por el hongo Penicillium nalgiovense y que se suele aplicar en los embutidos a propósito. ¿Por qué? Estos microorganismos son capaces de mantener la carne a salvo de las bacterias perjudiciales que podrían colonizarla durante el proceso de secado de los embutidos.
Esta capa protectora de hongos, además, dicen que aporta un sabor particular al fuet que está muy bien considerado. De hecho, algunos productores no pueden permitirse aplicar y hacer prosperar este hongo. En algunos casos, algunas industrias del fuet aplican harinas o colorantes blancos para falsificar esta capa, según este otro artículo de La Vanguardia.
Fuet y salud
No debemos hacer un consumo excesivo del fuet, como del resto de los embutidos, porque son productos con un alto contenido en grasas saturadas y sal. Se trata, por tanto, de productos que motivan ciertos factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares como son el sobrepeso, la hipercolesterolemia y la hipertensión.
Pero, además, el fuet se considera como parte del grupo de las carnes procesadas. Es decir, que según las investigaciones observadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015, este producto se asocia al desarrollo de cáncer y, especialmente, de aquellos que son colorrectales. La relación entre carnes procesadas y cáncer puede comprobarse en este enlace a la página oficial del organismo sanitario internacional.
En conclusión, la tripa del fuet suele estar hecha casi siempre con el intestino delgado del animal del que se obtiene. Sin embargo, algunos embutidos de peor calidad pueden llevar tripas sintéticas. Mientras la piel del fuet en cuestión sea natural, no hay problema por comerla. Si es de materiales artificiales, es mejor desecharla. Aparte de eso, se trata de una cuestión de gustos. El fuet debe consumirse de vez en cuando y en el marco de una dieta saludable para evitar sus perjuicios asociados.