La idea de la entomofagia, el consumo de insectos como alimento, no está tan alejada como podría parecer hace unos años. Hace un par de años, una gama de aperitivos a base de gusanos y grillos especiados arrasó al ponerse brevemente a la venta en una gran cadena de supermercados. El producto se retiró igual de rápidamente, sin embargo, al existir lagunas en la normativa de la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre insectos producidos para consumo humano.
Sin embargo, si una gran parte de la sociedad tampoco ve tan difícil hacerse a la idea de masticar un crujiente saltamontes rebozado o sorber una oruga picante -después de todo es una cuestión cultural: comemos de buena gana moluscos y crustáceos que, objetivamente hablando, no tienen en principio un aspecto o textura mucho más agradable-, bebernos una sustancia secretada en las entrañas de uno de los insectos más repulsivos para muchos puede hacerse difícil de tragar incluso para los estómagos más sólidos y aventureros. El planteamiento recuerda, de hecho, a un capítulo clásico de la serie Futurama.
Sin embargo, esa es la realidad tras la leche de cucaracha, un producto que lleva impulsándose como próximo 'superalimento' y revolución del fitness desde hace un tiempo, y que ha vuelto a la primera plana ahora que la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 está provocando problemas de desabastecimiento de algunos alimentos básicos como la carne en determinadas partes del mundo. Unos tragos de esta 'leche' densamente cargada de calorías, proteínas y nutrientes, que además se liberan progresivamente con el tiempo en el organismo, podrían llegar a sustituir una comida entera.
Por supuesto, las comillas que inevitablemente acompañan a la expresión 'leche de cucharacha' vienen a subrayar que ni se parece remotamente a la leche que producen los mamíferos para sus crías, ni se puede "ordeñar" de manera equivalente. Tampoco vale cualquier cucaracha, que son, como suele ser la norma entre insectos, ovíparas. Esta sustancia es producida por la Diploptera punctata, la cucaracha de ciprés o cucaracha escarabajo del Pacífico, que tiene hábitos de cría particulares: las madres no solo son vivíparas, es decir, que paren a sus vástagos en lugar de poner huevos, sino que cuidan de los recién nacidos y los "amamantan".
De nuevo, se imponen las comillas porque el proceso no tiene equivalente en el mundo mamífero, exceptuando quizás al siempre asombroso ornitorrinco: las crías irán alimentándose de la secreción láctica producida por el cuerpo de la madre, un conjunto de proteínas, grasas, azúcares y diversos tipos de aminoácidos. Una vez ingerida, esta 'leche' materna pasa a formar parte del organismo de la cría y permanece en su intestino, en donde se aloja en forma de cristales de proteínas.
Estos cristales han sido extraídas y secuenciados por investigadores del Instituto de Biología Celular y Medicina Regenerativa de Bangalore (India). "Los cristales son como una comida completa. Tienen proteínas, grasas y azúcares, y si miras su secuencia proteínica, tienen todos los aminoácidos esenciales", explicaba el equipo en 2016 al periódico The Times of India. Su aporte energético sería cuatro veces más alto que la leche de vaca. Además, es una energía que se va liberando en el organismo a medida que se produce la digestión, por lo que evitaría los picos de azúcar que producen otros compuestos lácteos, como la lactosa.
El principal problema está en la obtención de la secreción, ya que extraerla directamente de la cucaracha es un proceso complejo que plantea también problemas de seguridad alimentaria. El siguiente paso para los investigadores pasa por cultivar y reproducir estos cristales de proteínas en levadura, un método de obtención más práctico y menos desagradable para muchos de los futuros consumidores. Después de todo, el problema es básicamente de márketing: la web que trataba de promocionar este producto con la imagen de una mujer bebiendo de un brick de cucaracha no ha ido muy lejos, pero llevamos toda la vida consumiendo colorantes alimentarios a base de insectos sin ser conscientes de ello y con total seguridad.