La coliflor protagonizaba buena parte de las pesadillas culinarias de nuestra infancia. Su característico olor cuando subíamos las escaleras a la vuelta del colegio anticipaba la dura batalla delante del plato. No obstante, si a estas alturas todavía no te has reconciliado con ella, vamos a darte unas cuantas razones por las que debe estar en tu dieta. Esta verdura de la familia del brócoli, el repollo y la col está compuesta principalmente por agua, aportando muy pocas calorías y aportando el 10 % de la fibra diaria que necesitamos para alimentar las bacterias beneficiosas que habitan en nuestro intestino grueso y prevenir las inflamaciones, mejorando nuestra digestión y disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades coronarias.
Entre sus valores nutricionales destaca el alto contenido en vitamina C y los folatos. La primera, recuerdan desde la Fundación Española de Nutrición (FEN), protege las células frente al daño por oxidación y mejora la absorción del hierro, mientras que los segundos ayudan a la formación normal de las células sanguíneas y al funcionamiento del sistema inmunitario. La coliflor es una fuente de potasio, que contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos, así como a mantener a raya la presión arterial. Además, se trata de la hortaliza que más ácido ascórbico aporta después de los pimientos, con lo que nos ayudará a combatir infecciones y mantener saludables nuestros tejidos.
Es la aliada perfecta para perder peso por varias razones. Primero, porque su contenido en fibra nos genera una falsa sensación de saciedad que conseguirá que la cantidad ingerida sea mucho menor; pero también porque 100 gramos de solo tienen 27 calorías y su composición es agua en un 92 %, así que no tendremos que tener miedo a pasarnos de golosos. Entre sus propiedades antioxidantes debemos destacar las que ofrecen los sulforafanos, estudiados por su posibles capacidades para evitar el crecimiento de las células cancerígenas y destruir las dañadas. Podrían ser los mejores protectores para el cáncer de colón o de próstata y, por ello, la Asociación Española contra el Cáncer recomienda el consumo habitual de coliflor.
Aunque proporciona múltiples beneficios para la salud, conviene advertir que la coliflor provoca flatulencia y no está recomendada para las personas con hipotiroidismo porque sus compuestos bociógenos tienen la capacidad de bloquear la absorción del yodo y ralentiza la actividad de la tiroides. Es necesario tener en cuenta que su mejor época es de septiembre a enero y que debemos fijarnos en que presenten una flor limpia, compacta y con hojas verdes y tiernas a la hora de escogerlas. Rechazaremos las que tengan manchas marrones, que pueden salir por la existencia de hongos o la pérdida de frescura. Conviene, además, no interrumpir la cadena de frío y conservarla en ambiente húmedo.
Valor nutricional de la coliflor
El valor nutricional por cada 100 gramos de coliflor es el siguiente:
Calorías: 27 kcal
Azúcares: 2,6 g
Fibras: 3,6 g
Grasas totales: 0,1 g
Colesterol: 0 g
Proteínas: 1,7 g
Vitamina C: 62 mg
Calcio: 24 mg
Magnesio: 19 mg
Fósforo: 46 mg
Potasio: 350 mg
Sodio: 20 mg
Variedades de coliflor
Hay decenas de tipos de coliflor dependiendo de su forma, la temporada de floración, el período de recolección, su origen o la temperatura que precisa para cultivarse; pero nosotros vamos a centrarnos en las tres variedades que identificamos según su color:
-Coliflor blanca. Se trata de la variedad más común que podemos encontrar en nuestros mercados y la más producida a nivel mundial, también la más barata. Debe su color a que los rayos del sol no inciden directamente sobre ella, puesto que las hojas la recubren, así que la clorofila no llega a desallorarse. Se trata del tipo más versátil para usar en la cocina.
-Coliflor verde. Al contrario que la primera, su exposición al sol logra que la clorofila le confiera su aspecto verdoso. Es la variedad con más contenido en vitamina C y posee un sabor muy intenso al cocinarla. El tipo más conocido es el Romanesco, con forma cónica y color verde lima, muy empleado también en la cocina.
-Coliflor morada. Quizás la variedad menos conocida de esta verdura, también es la menos producida y, por ende, más cara del mercado. En el pasado llegó a emplearse como medicina natural para aliviar dolores de cabeza o problemas de digestión. Contiene grandes cantidades de vitamina C, potasio y fósforo. Su color indica la presencia de un mayor índice de antioxidantes y suele atenuarse cuando se cocina. Su sabor es más dulce.
Cómo preparar la coliflor
Pocas verduras tienen la versatilidad de la que goza la coliflor y limitarse a hervirla o usarla en menestra es un error garrafal que tenemos que solventar cuanto antes. Podemos prepararla en cremas, sopas o purés, pero también en otros muchos platos más contundentes como esta receta que la combina con salsa de queso o esta otra más tradicional, con bacalao.
Tampoco conviene condenarla a propuestas de diario, sino que podemos encumbrarla al plato principal del menú cuando compartamos mesa con invitados. Así, por ejemplo, podremos sorprenderlos con esta crema de coliflor con manzana y vieiras o este bocado al vapor con patatas gratinadas y salsa aurora.
Pero quizás lo más sorprendente es que la coliflor puede ser la perfecta (y sanísima) sustituta de pastas, arroces, harinas y patatas. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, rallándola para que nos sirva de cuscús, picándola para poder hacer con ella masa de pizza saludable o echándola en el puré en vez de alguna patata para hacerlo más ligero y menos calórico.
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