En cualquier celebración que se precie, no puede faltar un buen queso. Y es que para los amantes de este lácteo, es una de las mayores joyas gastronómicas que existen. El queso es para muchos un indispensable en su dieta, pero ¡ojo! porque existen ciertas limitaciones.
Como hemos venido contando en EL ESPAÑOL, el queso ha ido poco a poco perdiendo esa mala fama que le ha acompañado durante años, sobre todo por su contenido en grasa. Pero desde hace algunos años, la ciencia ha venido demostrado que el queso puede tener beneficios en nuestra dieta.
"En España, tenemos una gran variedad de quesos, frescos y curados, derivados de leche de vaca, cabra y oveja, que al ser derivados lácteos tienen una composición nutricional muy interesante (y saludable) al contener proteínas de muy alto valor biológico (en este sentido, cuanto más curados mejor), y principalmente grasa saturada", explica a EL ESPAÑOL Ramón Estruch, investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).
En una dieta sana
Este contenido de grasa saturada, añade el experto, varía según el origen de la leche de partida (los de oveja suelen tener más grasa) el tipo de queso (enteros o desnatados), y el grado de maduración (los frescos tienen menos grasa que los curados)
También son una buena fuente de vitaminas y minerales: calcio y fósforo, potasio (alguna variedad de quesos), magnesio, zinc, vitaminas B12 y D; y algunos tienen además, un elevado contenido de bacterias probióticas.
Por todas estas cualidades, afirma el investigador, se aboga por "su incorporación a una dieta saludable como la dieta mediterránea, pero por su contenido en grasa saturada y sal, obliga a limitar su consumo. En la dieta mediterránea tradicional se incluye un consumo regular de queso fresco (como el de Burgos y el feta), generalmente acompañando a las ensaladas. Los quesos curados y semicurados también pueden tener cabida en una alimentación saludable siempre que su consumo no sea frecuente".
Beneficios en la salud
El queso puede tener beneficios en la salud. Según explica el experto del CIBEROBN, "son numerosos los estudios que han concluido que el consumo de unos 40 gramos de queso al día reduce en un 10% el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus. Y también existen evidencias científicas de que el consumo regular de queso reduce la incidencia de hipertensión y de diabetes mellitus, especialmente el queso bajo en grasa".
Como por ejemplo, este estudio realizado en 21 países y publicado en The Lancet en 2018 que concluía —según se puede leer en el informe— que "el consumo de lácteos se asoció con un menor riesgo de mortalidad y eventos importantes de enfermedad cardiovascular".
Sin embargo, añade que "la relación entre el consumo de queso y la incidencia de determinados tipos de cáncer, como el de mama, no resulta tan favorable, pues son numerosos los investigadores que señalan un discreto aumento de la incidencia de cáncer de mama en las consumidoras de queso, hecho que se ha atribuido a un posible elevado contenido en hormonas femeninas de algunos quesos, ya que la leche de partida procede de vacas preñadas. Por ello, se ha sugerido que los quesos con menor contenido en grasa podrían ser una mejor opción para las mujeres".
Por otro lado, estudios recientes han observado una reducción de incluso un 20% en la incidencia de cáncer de colon y recto en los consumidores/as de queso y otros productos lácteos.
Mejor quesos frescos
Como sabemos, los quesos forman parte del grupo de los lácteos y guías nutricionales indican tomar, en la edad adulta, unas 2-3 raciones diarias de lácteos. "Como uno de los principios de alimentación saludable es el consumo de una gran variedad de alimentos, podríamos aplicar el mismo principio para los quesos. Mejor comer diferentes tipos de queso, pero preferentemente los frescos sobre los curados, porque éstos últimos tienen mayor contenido en grasa saturada y sal", afirma Estruch. "Para mejor prevención de la diabetes mellitus, se aconseja consumir preferentemente quesos desnatados".
En cuanto a la cantidad, "se ha señalado que el consumo de queso fresco no debería sobrepasar los 80-100 gramos (al día) y el queso curado, de 30 a 40 gramos. Como los quesos curados y semicurados, tienen un mayor contenido en grasa saturada, se recomienda que su consumo no sea frecuente", afirma. Más presente deben tener este consejo las personas que están en un proceso de adelgazamiento.
Aunque, según aclara Estruch aludiendo a diferentes estudios, "los cambios en el peso dependen más del consumo de otros alimentos como patatas, bebidas azucaradas o incluso carne y procesados, que el consumo de queso (tanto entero como desnatado)". No obstante, insiste en limitar (o incluso en desaconsejar) el consumo de quesos, al menos los curados y semicurados, en personas que están en un proceso de pérdida de peso.
Por su parte, la Fundación Española del Corazón apunta en este artículo que en caso de hipercolesterolemia u obesidad, los quesos se deberían consumir con moderación y seleccionarlos desnatados y frescos; y bajos en sal en el caso de la hipertensión. En cuanto a la ingesta recomendada al día, igualmente la FEC señala un consumo de 40-60 g de queso curado (2-3 lonchas) y de 80-125 g de queso fresco.