Un meta-análisis sobre los efectos de los ácidos omega-3 para la prevención de accidentes cardiovasculares fatales y publicado en Mayo Clinic Proceedings, editada por la revista de la prestigiosa clínica estadounidense, concluye que dos de estas grasas cardiosaludables -presentes en alimentos de frecuente consumo en España- son esenciales para este proceso y deberían consumirse con mayor frecuencia. Se trata, según la revisión de 40 ensayos clínicos, del ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA).
La suplementación de la dieta con una combinación de EPA+DHA se asociaría con una reducción de eventos relacionadas con enfermedades coronarias, la causa de 7,4 millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. Estas grasas además reducirían la incidencia y mortalidad de los ataques al corazón de manera cuantificable. En concreto, supondrían un riesgo un 35% menor de sufrir un infarto de miocardio fatal, un 13% menos de probabilidades de sufrir este accidente cardíaco en general, y una reducción del orden de un 10% de las muertes por problemas cardiovasculares.
"Este trabajo respalda la idea de que tomar EPA y DHA contribuye a proteger el corazón, y que independiente de cuánto estén tomando los pacientes en su dieta, seguramente necesiten más", explica uno de los autores, el cardiólogo Carl 'Chip' Lavie del Ochsner Health de Nueva Orleans, EEUU. Concretamente, los beneficios cardiovasculares aumentaron con la dosis ingerida.
Así, los investigadores observaron que, al añadir 1.000 miligramos adicionales de EPA y DHA diarios en la dieta de los pacientes, el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o un ataque al corazón se reducía todavía más, del orden de un 5,8% y un 9% respectivamente. El estudio evaluó dosis que llegaron a alcanzar los 5.500 miligramos diarios.
Los autores subrayan que esta investigación corrobora las conclusiones de otro meta-análisis publicado el pasado otoño por la Escuela de Salud Pública de Harvard, y que abarcó la revisión de 13 estudios. Con el nuevo estudio, se incluyen los resultados de 135.000 participantes, lo que da lugar a apreciaciones de dosaje "más precisas" y resultados "más sólidos".
EPA y DHA, recuerdan, son ácidos grasos de cadena larga y base marina, lo que quiere decir que los encontramos en pescados, mariscos e incluso algas. Lo más frecuente es tomarlo con pescados grasos, también llamados azules, como el salmón, las sardinas o las anchoas junto con otros nutrientes beneficiosos para la salud. Sin embargo, la mayoría de personas no llegan a consumir la cantidad de pescado recomendada, en cuyo caso podrían plantearse la suplementación.
"La gente debería plantearse los beneficios de tomar suplementos de omega-3 para alcanzar los 1.000-2.000 mg diarios. Eso es más de lo que suelen tomar quienes consumen regularmente pescado", valora el Dr. 'Chip' Lavie. "Dado que son seguros y tienen poco potencial de interferir con otras medicaciones, los resultados positivos de este meta-análisis invitan a pensar en la suplementación con omega-3 para el tratamiento preventivo estándar de los pacientes predispuestos a enfermedades cardiovasculares y para aquellos que se están recuperando de un infarto de miocardio".
Enriquecer la comida con omega-3
Cuando las carencias de pescado en la dieta no alcanzan a suplirse por falta de acceso a este alimento o por preferencias personales, investigadores de la Universidad Flinders de Australia y la Universidad de Cincinnati (EEUU) han descrito en NPJ Science of Food un nuevo método que permitiría enriquecer sustancias como el zumo de manzana con ácidos poliinsaturados omega-3 extraídos mediante la técnica de vórtice de fluido del aceite de pescado.
"Este proceso enriquece el contenido de ácido graso omega-3 del zumo de forma considerable sin alterar su sabor", explica la coautora, Harshita Kumari, del departamento de Ciencias Farmacéuticas del Colegio James L. Winkle de Cincinnati. En ese sentido, el proceso evita olores y sabores desagradables, así como la degradación de los ácidos omega-3 líquidos provocada por la exposición al oxígeno.
En comparación con los procesos de homogeneización convencionales, explica Kumari, esta técnica es capaz de reducir la oxidación a cambio de mantener la pureza de los ácidos y aumentar su vida útil. Además, las moléculas bioactivas que también se encuentran en el proceso revelan que el medio de aceite de pescado puede absorber flavonoides y otros suplementos saludables.