La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, primera causa de muerte global en España. Cuando una persona supera los 140 milímetros de mercurio (mmHg) se dice que tiene la tensión alta y cuando este valor se sitúa en los 90 mmHg, o por debajo, se dice que tiene la tensión baja. De todas formas, estos protocolos son objeto de polémica en la actualidad, ya que algunas guías, como la del Colegio de Cardiología y la de la Asociación Americana del Corazón de Estados Unidos (AHA, por sus siglas en inglés), sugieren reducir ambos umbrales a 130 y 80 mmHg, respectivamente. Por el momento, en Europa no ha habido cambios al respecto.
Se sabe que existen factores del estilo de vida que pueden ayudar a reducir la tensión arterial, como la realización de ejercicio físico, una dieta baja en azúcar, grasas y sal, y evitar tóxicos como el alcohol o el tabaco. Aún así, con el paso de los años, poco a poco la tensión va aumentando en casi todos los individuos. Lo importante es evitar que ese paso se produzca demasiado pronto.
Ahora, una nueva investigación presentada en las Sesiones Científicas Virtuales de Hipertensión 2020 de la AHA, habría sugerido un nuevo "factor protector" en este aspecto: a mayor diámetro de pierna, menor riesgo de hipertensión.
Piernas grandes y saludables
En otras palabras, y siempre según este nuevo estudio, los adultos con piernas de mayor diámetro, o lo que es lo mismo, mayor cantidad de tejido graso corporal alojado en las piernas, daría lugar a un menor riesgo de sufrir hipertensión arterial.
Según Aayush Visaria, estudiante de cuarto año de medicina en la Escuela de Medicina Rutgers New Jersey en Newart (Estados Unidos), esto tendría sentido: no se trata de cuánta grasa corporal se posee, sino de dónde se encuentra esa grasa. De hecho, se sabe que poseer una mayor cantidad de grasa corporal situada en la cintura sería perjudicial para la salud, pero no se puede decir lo mismo en las piernas.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores analizaron la tasa de hipertensión arterial en relación con el porcentaje de tejido graso de las piernas de casi 6.000 adultos inscritos en las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición de 2011-2016 realizadas en Estados Unidos. En este caso, como adelantábamos inicialmente, se definió "tensión arterial alta" a partir de valores superiores a 130/80 mmHg. En España, y en Europa en general, no se habría seguido dicho criterio.
Por otro lado, se realizaron exploraciones mediante estudios de radioimagen para medir la cantidad de tejido graso o tejido adiposo de las piernas de los participantes, y se comparó dicho porcentaje con la cantidad de tejido adiposo corporal general.
Un resultado inesperado
Se clasificó a los participantes según su porcentaje de grasa en las piernas respecto al contenido graso corporal total: si era superior al 34% en hombres o superior al 39% en mujeres, se consideraba un nivel elevado de tejido graso.
Así pues, según los resultados del estudio, los participantes con porcentajes más elevados de tejido graso en las piernas tenían, a su vez, menos probabilidades de sufrir hipertensión arterial que aquellos con porcentajes de grasa corporal en las piernas más bajos.
De forma más específica, se vio que aquellos con porcentajes más altos de grasa en piernas tenían hasta un 61% menos de riesgo de sufrir hipertensión arterial que aquellos con porcentajes de grasa más bajos.
Según los tipos de hipertensión, los participantes con mayor nivel de grasa en las piernas tenían hasta un 53% menos de riesgo de sufrir hipertensión arterial diastólica (la conocida vulgarmente como "tensión baja" en la lectura de la tensión), y hasta un 39% menos de riesgo de sufrir hipertensión arterial sistólica (la "tensión alta" de la lectura de la tensión).
Además, todos estos cálculos continuaban apareciendo incluso tras tener en cuenta posibles factores de confusión como la edad, sexo, raza, origen étnico, nivel socioeducativo, consumo de alcohol, niveles de colesterol o grasa en la cintura.
Según Visaria, sería necesario continuar investigando al respecto mediante estudios más amplios y usando métodos de medición de grasa más accesibles que los estudios de radioimagen, como es el caso de la medición de la circunferencia del muslo por ejemplo. De hecho, sería algo similar a la medición de la circunferencia de la cintura abdominal, aunque en este caso, a más circunferencia de pierna, mejor.
Para finalizar, los mismos investigadores tuvieron en cuenta algunas limitaciones del estudio: no fue posible identificar una causa-efecto, sino tan solo una relación entre ambos parámetros. Además, todos los participantes eran menores de 60 años, motivo por el cual no podrían aplicarse estas conclusiones a cualquier tipo de paciente. Así mismo, sugieren, se necesitaría un grupo más grande y más heterogéneo de participantes, con el objetivo de clarificar totalmente los efectos del tejido graso de las piernas en la tensión arterial en general.