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    Un plato sano (a priori)

    Cuando uno piensa en el plato saludable por antonomasia, siempre aparece en nuestra cabeza una ensalada. Las ensaladas verdes, con lechuga, rúcula, cebolla, tomate, brócoli, espinacas, huevo cocido y/o frutos secos, son el summum del universo healthy. El boom de la alimentación saludable ha provocado que en España prosperen franquicias que se encuentran dedicadas íntegramente a este inenarrable universo gastronómico, de la misma forma que en los supermercados también existen estanterías llenas con todo tipo de ensaladas envasadas desde hace tiempo.

    Pero una ensalada, por el mero hecho de llamarse así, no se convierte en una receta recomendable para nuestro organismo. De hecho, en los grandes establecimientos y restaurantes es realmente fácil comprar/pedir uno de estos platos y acabar consumiendo una receta cuyo resultado final puede ser perjudicial para nuestra salud e incluso. ¿Cuáles son los errores más habituales?

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    Las salsas

    Uno llega a uno de estos magníficos restaurantes que se han puesto tan de moda para los amantes de las ensaladas y comienza a diseñar su ensalada frente al mostrador. Primero, unas espinacas en la base; luego, un poco de rúcula; después atún, huevo, queso feta y unos tomatitos. "¿Quiere alguna salsa? Tenemos mostaza con miel, salsa césar...", pregunta el camarero antes de rematar la faena. "Por supuesto", respondes mientras ves cómo medio litro de salsa césar cae sobre el cuenco que devorarás con fruición en unos minutos. 

    La salsa que acompaña a las ensaladas es el ingrediente que habitualmente pervierte estas preparaciones culinarias. Así lo advirtió hace unos meses la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cuando analizó 22 marcas distintas que podemos encontrar en los supermercados. Si acudimos a la etiqueta de una de estas preparaciones industriales que incorporan salsa de mostaza podemos comprobar que precisamente la mostaza brilla por su ausencia. En cambio, sí incluyen ingredientes tan poco recomendables como el azúcar, aceites vegetales, almidones modificados, y algunos extractos de ajo y cebolla en polvo.

    O lo que es lo mismo, estaríamos incorporando a un plato saludable una salsa ultraprocesada y elevando su contenido calórico. 

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    York, beicon y pollo rebozado

    Con la intención de elevar el sabor y las propiedades organolépticas de las ensaladas, aparte de las habituales hortalizas, es habitual que muchas variedades incluyan carnes procesadas. Es el caso de las ensaladas a las que se les añaden cantidades nada despreciables de jamón de York o -aún peor- de beicon. Ambos ingredientes -el primero mucho menos calórico que el segundo- son ingredientes que la Organización Mundial de la Salud recomienda evitar.

    Tanto el York -cuya denominación no está recogida por la ley- como el beicon son carnes que la OMS ha catalogado como cancerígenas. ¿En qué medida? Según el famoso informe publicado por la institución en 2015, 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal un 18%. Ahí es nada. De la misma forma el pollo rebozado que incorporan las ensaladas César tampoco hace ningún favor a nuestro organismo por la harina refinada con la que se elabora y al proceso de fritura que sufre.   

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    Picatostes

    Los picatostes son otro clásico. Por alguna extraña razón, los seres humanos no nos conformamos con el sabor de una ensalada que incluya -además de hortalizas- beicon, jamón de York, huevo, atún y salsa césar, sino que además queremos sentir que cada bocado cruje gracias al pan tostado que añadimos a nuestra ‘preparación verde’. Sin embargo, incluir pan blanco -por muy crujiente que sea- es otra forma habitual de pervertir este plato. 

    La gran mayoría de los picatostes que incluyen las ensaladas se elaboran con harina refinada de trigo, y esto es un problema. Tal y como han demostrado distintos estudios a lo largo de este tiempo, el pan blanco es un alimento cuyo consumo favorece el sobrepeso y la obesidad. El motivo es que está compuesto principalmente por almidón, un polisacárido que nuestro cuerpo transforma de forma rápida en azúcar. Así, lo ideal sería tomar picatostes integrales. Sin embargo, encontrarlos en los supermercados o en los restaurantes es casi una misión imposible. 

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    Pasta y arroz blanco

    Al igual que ocurre con el pan, la pasta blanca y el arroz blanco que suelen incorporar muchas ensaladas a modo de guarnición también pueden acabar pasándonos factura. No están elaborados con el grano entero, tienen un índice glucémico elevado y una baja cantidad de fibra y nutrientes. Así, conviene apostar siempre por las variedades integrales, tanto de pasta como arroz, ya que son las más saludables e incorporan el salvado, el germen y el endospermo.