Si existe una tradición arraigada en toda España, esa es la de mojar el pan en la salsa de la comida. Nuestra gastronomía se caracteriza por sus abundantes y variados guisos llenos de sabor. Sin embargo, cada vez que comenzamos una dieta de adelgazamiento o nos proponemos comer más saludable nos privamos de las salsas. Si sabemos elegir la salsa correcta no es necesario evitarlas.
El primer paso hacia las salsas saludables es comenzar a elaborarlas en casa. Las que se compran en el supermercado, como el kétchup o la salsa barbacoa, son ultraprocesados que abusan de ingredientes poco saludables como la sal y el azúcar. Cuando somos nosotros quienes cocinan podemos ejercer un control sobre los ingredientes y la cantidad de ellos que utilizamos.
De hecho, Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo e investigador de la dieta mediterránea, es un gran defensor de los beneficios de un buen sofrito, que recomienda tomar dos veces por semana. Esta receta sólo necesita tres ingredientes —aceite de oliva virgen extra, cebolla y tomate— y es muy parecida a la del tomate frito, una de las salsas más populares. El tomate frito del súper no es saludable porque abusa de azúcar, pero si lo cocinamos en casa con pocos ingredientes puede ser muy beneficioso.
A continuación, 4 salsas saludables y con pocas calorías más allá del tomate frito casero.