En los supermercados de España es muy común encontrar vegetales que, anteriormente, provenían de lejanas tierras. Un mango o un aguacate podían antojarse hace unas décadas como productos exóticos y raros, pero ahora forman parte de nuestro día a día. De hecho, ya no hace falta recorrer miles de kilómetros para encontrarlos. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, del sur de España proceden muchas frutas tropicales.
Ahora que comienza el frío, se abre la temporada de chirimoyas, una fruta que procede de los Andes y que se caracteriza por tener un sabor muy dulce. El período en el que se comercializan no es muy largo y, por eso, son el objeto de deseo de muchos consumidores mientras se encuentran disponibles. Otros usuarios siguen considerando a este vegetal como una fruta extraña y, por esta razón, pueden evitarla.
La chirimoya ocupa los primeros puestos en las listas de frutas que contienen más calorías y más azúcar. Sí, dentro de las frutas es una de las que tiene un valor energético mayor. Sin embargo, esta no es una razón para despreciarla: al contener una buena proporción de fibra, el azúcar que contiene no resulta perjudicial para la salud. Además, como todas las frutas es fuente de ciertos minerales y vitaminas.
Los beneficios
Una ración de 100 gramos de esta fruta tropical y propia del invierno supone un total de 90 kilocalorías. Es decir, una cantidad considerable teniendo en cuenta los valores energéticos del resto de frutas. La chirimoya sólo es superada en cantidad de energía por frutas como el coco y el aguacate —que contienen mucha grasa, y calorías en consecuencia— y el plátano, que destaca por su contenido en hidratos de carbono.
¿Por qué es tan energética la chirimoya? Básicamente, porque el 20% de su composición son azúcares. Según la Fundación Española de Nutrición, el 11% de esta fruta está compuesto por fructosa y glucosa y el 9% restante, por sacarosa. Esta es la razón por la que la chirimoya es la segunda fruta del supermercado que más cantidad de azúcar contiene. Por delante de ella se encuentra el plátano.
En cuanto a su aporte de micronutrientes, la chirimoya es considerada como una fuente de potasio y de vitamina C. Estos dos nutrientes típicos de las frutas tienen un papel destacado en el buen funcionamiento del organismo. En concreto, el potasio contribuye a la formación y la transmisión de los impulsos nerviosos y es una sustancia fundamental en el equilibrio de agua entre el interior y el exterior de las células. La vitamina C, por su parte, es antioxidante, contribuye en la formación de huesos, dientes, colágeno y glóbulos rojos. Además, se relaciona con la resistencia a las infecciones y con la absorción del hierro.
Otro componente fundamental de la chirimoya es la fibra, que ocupa casi el 2% del total de esta fruta. Mientras que el azúcar añadido se relaciona con la ganancia de peso corporal y con el desarrollo de factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, el azúcar de la fruta no supone un problema para nuestra salud. Esto se debe a que está contenido en la matriz de la fibra y, gracias a ello, es absorbido de forma lenta por el torrente sanguíneo, sin provocar picos de glucosa en nuestra sangre.
Muy nutritiva
Pero la fibra también es responsable de provocarnos una sensación de saciedad después de haberla consumido. Esto evita que, posteriormente, hagamos un sobreconsumo de calorías. Por último, la fibra soluble —que es la más común en la fruta— absorbe el exceso de grasas, azúcares y colesterol en nuestro sistema digestivo y, finalmente, sirve de alimento para nuestra flora intestinal.
Un estudio realizado por científicos de Corea del Sur y publicado en la revista científica Plos ONE eligió a la chirimoya como el segundo alimento crudo más nutritivo por detrás de las almendras. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, "se trata de una fruta 'muy digestiva y nutritiva' que tiene un alto contenido de agua y que posee 'unas características muy particulares dada la composición armónica en su composición de ácidos y de azúcares'".
Las chirimoyas no son frutas al uso, sino un agregado de frutos sobre un receptáculo, según explica la FEN. A pesar de ser tropical, se trata de una fruta que crece en altura y con temperaturas mucho más bajas que, por ejemplo, el mango o la papaya. Se trata de una buena opción para el invierno porque tiene todos los beneficios tradicionales de las frutas y aporta un sabor muy dulce y poco convencional.