Ocurre todos los años. Con la llegada del frío durante el otoño y la bajada drástica de temperaturas, aparecen los resfriados y las gripes. No falla. En realidad, los virus no actúan con más virulencia -valga la redundancia- porque haga frío, sino que se ven favorecidos por los entornos cerrados en los que convivimos durante esta época del año, donde es más fácil que se transmitan los microbios de unos a otros. Además, la calefacción reseca nuestras mucosas, facilitando con ello el contagio.
Lo que tampoco falla en esta época del año es la vuelta a los calditos caseros -de pollo, de verduras, de pescado…- y a las sopas como remedio curativo contra catarros, resfriados, gripes y hasta Covid-19. Pocos remedios tradicionales con más éxito entre nuestras madres y abuelas que una buena sopa caliente cuando la temperatura de nuestro cuerpo supera los 38 grados, moqueamos y tosemos como si no hubiera un mañana. De hecho, son muchísimas las páginas en internet en las que se recomienda tomar estas recetas calientes como forma tradicional con la que combatir estos males invernales.
"Sopa de pollo, el antigripal casero que no puede faltar estos meses", se puede leer en algunos lugares, donde se recomienda tomar esta receta que "va a ayudar a mejorarte mucho más rápido". Lo cierto es que, tal y como ocurre con otros remedios naturales que han triunfado durante decenios, como el vasito de miel o el jarabe de ajo, no existen evidencias científicas que hayan podido demostrar que realmente funcionan.
"Todos hemos oído en casa que lo de tomar un vasito de leche con miel. Para la tos, debido a su textura y condiciones, actuaría como hidratante de mucosas, con lo que podría calmar los síntomas de la tos, pero no tiene efecto expectorante, como se suele oír", explicaba la famacéutica y especialista en I+D Gemma del Caño a EL ESPAÑOL en un artículo sobre las supuestas bondades de la miel. "En ningún caso podemos asociarlo a curar ninguna enfermedad", añadía. Con el remedio del ajo ocurre exactamente igual. "Para los efectos que buscamos hay tratamientos rápidos que solucionan los problemas si queremos, por ejemplo, obtener un efecto antibiótico", afirmaba la misma especialista en otro artículo de este mismo periódico.
Pues bien, con el caldito casero ocurre lo mismo. No se trata de ningún remedio milagroso contra el catarro. Tampoco nos va a curar una gripe. Y muchísimo menos la Covid. Ahora, puede servir de ayuda para calmar algunos síntomas. Así lo asegura la Clínica Mayo en su página web: "Incorporar líquidos calientes como sopa de pollo, té o jugo de manzana caliente, es un remedio contra el resfriado que se utiliza en muchas culturas y podría tener un efecto calmante y aliviar la congestión al aumentar el flujo de mucosidad".
Julio Basulto, dietista-nutricionista, y Carlos Casabona, pediatra, también abordan el remedio del caldito casero de pollo en su último, Beber sin sed. Guía para elegir bien lo que bebes (Paidós, 2020). "No hay ninguna evidencia de que tomar caldos, sopas o cualquier otro alimento de similares características cure un proceso catarral", escriben taxativamente los especialistas.
Lo que sí es lógico, según relatan Basulto y Casabona, es que "la sequedad de garganta que acompaña a los procesos que cursan con tos y dolor de garganta pueda aliviarse con líquidos que no estén calientes". Y es lógico porque, durante un proceso febril, se suele perder mucho líquido, llegando a la deshidratación en algunos casos, por lo que se requiere llevar a cabo una buena hidratación. Sin embargo, los especialistas también advierten que "el mejor líquido es el agua, que podrás beber en función de tu sed, estés o no acatarrado".