Los mangos, esas frutas de gran tamaño y color anaranjado, son famosos por su riqueza en moléculas como los antioxidantes y los betacarotenos, de la misma forma que otras frutas de color similar. Además, también suponen un abundante aporte de vitamina A, E, K y C, además de la fibra característica de las frutas.
Ahora, según un nuevo trabajo llevado a cabo por la Universidad de California en Davis, habría además un tipo de mango en particular con un llamativo beneficio: los mangos Ataúlfo o mangos Champagne serían capaces de reducir las arrujas en las mujeres.
Según este estudio, publicado en la revista Nutrients, las mujeres mayores en etapa posmenopáusica serían las que notarían este curioso beneficio de la toma de mango. Así lo explica Viviem Fam, estudiante de doctorado en el Departamento de Nutrición de la UC Davis y autora principal del estudio.
Así, las mujeres posmenopáusicas que consumieron media taza de mango Ataúlfo (unos 100 gramos) cuatro veces a la semana obtendrían como beneficio una disminución de hasta el 23% de sus arrugas más profundas tras apenas dos meses, y una reducción de hasta el 20% de las arrugas tras el paso de cuatro meses.
Aún así, y siendo una mejora significativa, Fam recuerda que se trata de hallazgos muy específicos y con alguna puntualización: las mujeres que comieron taza y media de mango (150 gramos) en el mismo periodo de tiempo aumentaron sus arrugas en lugar de reducirlas. Esto indicaría que "más no es mejor", y que habría que tener cierto control sobre las cantidades de mango consumidas.
Efectos del mango en la piel
Aún con estos resultados, la realidad es que el estudio no ha podido clarificar cuál es el mecanismo que relaciona el consumo de mango con el aumento o la disminución del nivel de arrugas faciales en las mujeres. Los autores especulan con que el aumento de las mismas sí tendría cierta relación con los niveles de azúcar de esta fruta tropical.
Para llegar a esta conclusión, se analizaron para el estudio a 28 mujeres posmenopáusicas de piel clara, concretamente con un tipo de piel II o III de Fitzpatrick (tipos de piel que se queman fácilmente cuando se broncean).
Las mujeres fueron divididas en dos grupos: el primero consumió media taza de mango cuatro veces por semana durante cuatro meses, y el otro grupo consumió una taza y media durante los mismos cuatro meses. Las arrugas se evaluaron usando un sistema de cámara de alta resolución.
Dicho sistema, según los investigadores, permitió no solo visualizar las arrugas, sino también cuantificar y medirlas de una forma extremadamente precisa, permitiendo capturar más allá de lo que puede ver el ojo humano.
Así pues, se pudo analizar la gravedad, longitud y ancho de las arrugas finas, profundas y emergentes. En este caso, el grupo que consumió media taza de mangos diaria vio mejoras en todas estas categorías.
Aún así, la investigadora indica que será necesario continuar trabajando en conocer los mecanismos tras la reducción de las arrugas, aunque sugiere que dichos beneficios podrían originarse en los carotenoides (pigmentos vegetales de color naranja o rojo) y otros fitonutrientes que podrían ayudar a construir colágeno.