El sistema de etiquetado Nutriscore nació como la herramienta salvadora que haría por fin que el consumidor se enterara de si el producto que adquiría en el supermercado era sano o no, sin tener que recurrir a etiquetas difíciles de comprender.
Sin embargo, ya desde sus inicios apuntó maneras, cuando por un error difícil de explicar calificó el aceite de oliva -uno de los alimentos más saludables de la dieta mediterránea- con una peor nota que la CocaCola zero, un refresco con edulcorantes, aunque el error se subsanó posteriormente.
Tras ese primer episodio, Nutriscore ha crecido en su implantación, todavía voluntaria, y algunos estudios científicos lo han apoyado como buen sistema de calificación de salubridad de los alimentos.
Pero la polémica no ha dejado de perseguir al sistema. Si se estrenó con la metedura de pata del aceite de oliva y la CocaCola Zero, este año se ha coronado con otras tres polémicas, la última hace apenas unos días.
En agosto, nada más y nada menos que la Red Europea del Corazón exigía que se revisara el algoritmo de Nutriscore antes de adoptarlo como sistema de etiquetado común obligatorio porque "no contribuía a la prevención de enfermedades cardiovasculares".
En septiembre, nos desayunábamos -nunca mejor dicho- con una sorprendente calificación de B (la segunda mejor) a unos cereales de chocolate cargados de azúcar; la presencia de proteínas y fibra en el producto engañó al algoritmo, que pensó que esos ingredientes compensaban casi 25 gramos de azúcar por cada 100.
Aunque el creador de NutriScore reconoció que esa era una de las lagunas que habían detectado y prometió penalizar más en un futuro los azúcares añadidos, la realidad es que productos similares siguen teniendo la misma calificación.
La última polémica viene de la mano de la sectorial nacional que agrupa a las denominación de origen del aceite oliva virgen de España, que la semana pasada mostraron su rechazo rotundo a la implantación del sistema Nutriscore para el aceite de oliva al, según ellos, "constatarse que esto supondría admitir en el etiquetado una información nutricional incomplet, tendenciosa y, por lo tanto, falsa, no sólo para el consumidor español sino también para el europeo".
La sectorial denuncia que "el actual método de clasificación equipara el aceite de oliva virgen, virgen extra y oliva, entre otros, a los aceites de colza y no tiene en cuenta las más que demostradas propiedades saludables y beneficiosas para la salud del aceite de oliva".
La verdad es que la C otorgada por Nutriscore al aceite de oliva virgen extra, más allá de las comparaciones con otros tipos de aceite, no deja en muy buen lugar a una de las grasas más saludables que hay, como ha reconocido la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.
"Este sistema de Nutri Score, impulsado desde Francia, persigue clarificar qué alimentos son más o menos saludables mediante un sistema semafórico de cinco registros, que van desde el verde (el más saludable) al rojo (el menos saludable), que sitúa, hoy por hoy, al aceite de oliva al mismo nivel que el aceite de semilla pese a que los aceites de oliva virgen y virgen extra ya tienen una calificación de máximo nivel otorgada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria por su papel en la prevención de enfermedades coronarias, antiinflamatorias y determinadas tipologías de cáncer, entre muchas otras", denuncia la asociación en un comunicado.