Un estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology ha mostrado que altos niveles de triglicéridos y de colesterol remanente aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular en pacientes de alto riesgo, incluso aunque se siga el tratamiento habitual para controlar los niveles de colesterol en sangre.
Investigadores del Institut Hospital del Mar d'Investigacions Mèdiques (IMIM), del Hospital Clínic de Barcelona y del CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición han realizado un seguimiento durante cinco años en 6.900 pacientes de una edad media de 67 años, con sobrepeso u obesidad y, en casi la mitad de los casos, con diabetes.
El estudio ha demostrado que un incremento de 10 mg/dl de las concentraciones de triglicéridos en sangre hace crecer un 4% el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares; y en el caso de colesterol remanente, el riesgo aumenta hasta el 21%.
"Los resultados del estudio sugieren que, en individuos de alto riesgo cardiovascular y con un colesterol LDL bien controlado, las siguientes dianas terapéuticas podrían ser los triglicéridos y, sobre todo, el colesterol remanente", ha explicado una de las firmantes del estudio, la doctora Montse Fitó.
El también autor del estudio, doctor Emilio Ortega, ha declarado que el trabajo realizado "abre la puerta a plantear ensayos clínicos que respondan a la pregunta de si el colesterol remanente o los triglicéridos tienen que ser la diana terapéutica preferente en pacientes con alto riesgo cardiovascular y niveles de colesterol LDL adecuados o, alternativamente, se tiene que perseverar en la reducción de este".
Triglicéridos y colesterol
Los triglicéridos son la forma más común de grasa en el torrente sanguíneo. Consisten en tres cadenas de ácidos grasos unidas por una molécula llamada glicerol.
Cuando se ingieren alimentos, las enzimas en el intestino descomponen las grasas en sus ácidos grasos componentes, que luego se vuelven a ensamblar para crear partículas de triglicéridos.
Estas partículas grasas no pueden moverse libremente a través del torrente sanguíneo acuoso. Entonces se combinan con colesterol y proteínas para formar lipoproteínas.
Su perfil lipídico enumera dos de estas lipoproteínas: lipoproteína de baja densidad (mejor conocida como colesterol LDL) y lipoproteína de alta densidad (también llamada colesterol HDL). Pero en realidad hay varios otros tipos de lipoproteínas, incluidas algunas que contienen principalmente triglicéridos.
Los triglicéridos pueden proporcionar energía para alimentar el cuerpo, mientras que los extras se depositan en el tejido adiposo. Después de una comida muy pesada y grasienta, su torrente sanguíneo puede contener tantas partículas de triglicéridos que una muestra de sangre puede tener un tinte lechoso.
Cuando el organismo necesita energía entre comidas, las hormonas liberan los triglicéridos almacenados en el torrente sanguíneo. El hígado también convierte los carbohidratos en triglicéridos.
Cuando se comen calorías adicionales, especialmente de alimentos ricos en carbohidratos como los dulces y el pan blanco, el hígado produce triglicéridos adicionales.
Otras cosas que pueden elevar los niveles de triglicéridos en la sangre incluyen sobrepeso u obesidad, fumar o beber en exceso. Ciertas afecciones médicas, incluidas las enfermedades que afectan el hígado, los riñones o la tiroides y la diabetes tipo 2 mal controlada, también pueden provocar triglicéridos altos.
Para adultos sanos, los niveles normales de triglicéridos son inferiores a 150 miligramos por decilitro (mg / dL). Los valores de 151 a 200 mg / dL se consideran límite alto; los de 201 a 499 son altos, y los 500 y más altos son muy altos (y aumentan el riesgo de inflamación de la glándula del páncreas, llamada pancreatitis).
La evidencia creciente sugiere que los niveles de triglicéridos superiores a lo normal pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular independientemente de los niveles de colesterol. Para que los triglicéridos vuelvan a un rango normal, lo mejor es empezar con cambios en el estilo de vida.