La ensaladilla de cangrejo no existe: así es realmente el aperitivo más insano del 'súper'
El surimi y la carne de cangrejo tienen bastante poco en común a pesar de que sus reclamos publicitarios intenten engañarnos.
16 enero, 2021 01:06Noticias relacionadas
Afortunadamente, cada vez hay más personas en España que acuden al supermercado con los ojos bien abiertos. Todo lo que necesitamos saber de un producto se encuentra en su envase, pero tenemos que saber distinguir la información engañosa de la importante. Por lo general, la letra grande y de colores es para las mentiras a medias y la diminuta y sin gracia, para la información importante.
Los cereales del desayuno, los cacaos en polvo o, incluso, algunos refrescos suelen anunciar a los cuatro vientos que son fuentes de fibra, de no sé cuántos minerales o que ayudan a recuperar sales después del ejercicio. Aunque pueden llevar algo de razón, evitan hablar de la cantidad de azúcar que contienen de manera intencional. Desde luego, ese ingrediente es decisivo para que un producto deje de ser recomendable.
De todos los engaños que campan por el supermercado, uno de los más descarados es el de los palitos de cangrejo. Aunque estas barras de color naranja y blanco intenten emular a una pata cocida de este animal, poco tienen que ver con ellas. De hecho, algunos expertos en Nutrición las han comparado con una salchicha Frankfurt. Es decir, un cilindro que contiene una argamasa de carnes y grasas cuya procedencia no se conoce muy bien.
La ensaladilla mentirosa
En realidad, los palitos de cangrejo no son otra cosa que un eufemismo para denominar al surimi. Al igual que pasa con las gulas que quieren imitar a las prohibitivas angulas, pero nada tienen que ver en cuanto a composición. El surimi es una pasta hecha con las zonas más baratas del pescado y una cantidad anecdótica de marisco que se engorda y espesa con almidones, aceites de baja calidad, azúcares, sal y potenciadores del sabor.
Si bien es cierto que algunas empresas han empezado a llamar a este producto como palitos o delicias del mar, otras muchas siguen llamándolo cangrejo. En este sentido, el dietista-nutricionista Juan Revenga ha denunciado en redes sociales uno de estos casos de engaño alimenticio. El experto ha publicado una fotografía de la ensaladilla de cangrejo que comercializa la empresa Ensalandia.
En el hilo de hoy, queridos niños y niñas, vamos a ver cuánto el se parece el engaño homeopático al engaño alimentario (que algunos practican) y lo vamos a hacer con una "Ensaladilla CANGREJO" pic.twitter.com/61S46Jyn71
— Juan Revenga (@juan_revenga) January 12, 2021
Tras darle la vuelta al envase, Revenga encontró que el primer ingrediente de este producto es el sucedáneo de cangrejo. Pero, ¿qué es esto? Pues, básicamente, surimi. Este, en concreto, estaba elaborado en su mayoría con carne de pescado blanco —por supuesto sin especificar el pescado concreto o el corte utilizado— y, después, por azúcar y aditivos. El batiburrillo de ingredientes continúa con almidones, clara de huevo y aceite de colza.
Un ultraprocesado de libro
Para ser justos, el término carne de cangrejo sí que se encuentra en la larga lista de ingredientes del envase. Ahora bien, junto a ella se especifica que sólo forma el 0,1% de la composición del sucedáneo de cangrejo. Si tenemos en cuenta que este sucedáneo es el 40% de la ensaladilla, el producto contiene una cantidad ridícula de cangrejo. Juan Revenga ha hecho el cálculo: En una tarrina de 250 gramos sólo hay 0,1 gramos de este animal.
Este producto no sólo no es recomendable por el engaño que supone, sino que sus valores nutricionales también dejan mucho que desear. Esta ensaladilla "de cangrejo" contiene una alta cantidad de azúcares: su envase de 450 gramos, que equivale a 2 raciones, contiene 44,5 gramos de azúcar, lo que, según Sinazúcar.org, se corresponde con nada menos que 11 terrones de azúcar en total.
Aunque, sin duda, el azúcar es un gran problema de la composición de esta ensaladilla mentirosa, no es el único. Su contenido en grasas saturadas y en sodio también es muy alto. Sus pésimos valores nutricionales, su larga lista de ingredientes y la baja calidad de estos evidencian que estamos ante un ultraprocesado como un piano y, por esta razón, es mejor que nos lo pensemos antes de echarlo al carrito.