En las baldas del súper hay infinidad de alimentos que compiten por llamar la atención del consumidor y acabar en su carrito. Para ganar esta partida, las marcas en España se visten con sus mejores galas ya sea en forma de colores llamativos o reclamos de tipo "light" o "bajo en grasas" en sus envases. A veces también cuelan alguna mentira para parecer más atractivos. Por eso, si los compradores se quedan en la etiqueta frontal del envase, no es dificil que nos den gato por libre. Para elegir un alimento, siempre hay que leer la etiqueta trasera: los ingredientes y la información nutricional son los principales datos a tener en cuenta a la hora de coger un producto o descartarlo.
Un caso flagrante de producto cuyo etiquetado resulta confuso es de la salsa Cheddar Bacon disponible en el supermercado. Veamo, en primer lugar, en la pegatina de la parte frontal nos encontramos con un reclamo que dice "sin conservantes". Le damos la vuelta al envase y, efectivamente, no hay conservantes en la lista de ingredientes. Pero, ¡sorpresa!, nos encontramos con tres aditivos alimentarios diferentes: estabilizante, colorante y antioxidante; primer gol. O sea, se presume de la falta de conservantes, aprovechando la cierta mala fama de los aditivos, mientras voy hasta arriba de otros. Por cierto, los expertos en seguridad alimentaria coinciden en que en las cantidades que consumimos estos aditivos no representan riesgos para la salud.
En letra de tipografía grande nos encontramos con la palabra cheddar y un poco más pequeña bacon. Pero si vamos a la etiqueta de atrás no encontramos ni rastro de los ingredientes que cualquier persona que compra esta salsa esperaría encontrar: queso y panceta. Entre los componentes de esta salsa hay aceite de nabina, azúcar, vinagre de alcohol, almidón modificado, yemas de huevo, mostaza dulce o sal, pero nada de cheddar o bacon. Antes de enumerar los ingredientes, la marca justifica que se trata de una salsa con "sabor a" y evita decir "salsa de", una maniobra que sin duda confunde a los consumidores.
Así las cosas, ¿esto está permitido? Según el Reglamento Europeo 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, queda claro que no. El texto normativo en su artículo 7, sobre prácticas informativas leales, señala que la información alimentaria no inducirá a error, en particular, "sobre las características del alimento y, en particular, sobre la naturaleza, identidad, cualidades, composición" o "al sugerir, mediante la apariencia, la descripción o representaciones pictóricas, la presencia de un determinado alimento o ingrediente, cuando en realidad un componente presente de forma natural o un ingrediente utilizado normalmente en dicho alimento se ha sustituido por un componente o un ingrediente distinto".
Pero este tipo de estrategia no es nuevo. Se trata de una artimañana recurrente de la industria alimentaria. Uno de los engaños más conocidos es el de los palitos de cangrejo, que poco tiene que ver con este crustáceo, y que se elabora con surimi, una pasta a base de los cortes de pescado más baratos. Lo mismo pasa con las gulas, un producto que es una imitación malísima de las angulas.
De vuelta a las salsa del súper como la de Cheddar Bacon, más allá de las mentiras que sueltan sus etiquetas ¿qué aportan desde el punto de vista nutricional? Pues bien, se trata de uno de los alimentos que hay que mantener lejos si se quiere cuidar la salud y el peso. Algunas tan populares en España como el ketchup, la barbacoa, la mostaza o la mayonesa, aunque dependerá de la marca, suelen tener un alto contenido en azúcar, sal, conservantes y grasas, por lo que la recomendación nutricional es esquivarlas o, en todo caso, tomarlas muy de vez en cuando.
En su mayoría, las salsas industriales que se venden en los comercios son ultraprocesados de manual. Un truco para detectar estos productos insanos es seguir la regla de los cinco ingredientes. Si cuenta con más activa la alerta, lo más probable es que sea uno de estos productos a evitar.
No obstante, hay algunas que se salvan. Como explicó EL ESPAÑOL en este texto, las salsas sanas cuentan con rasgos en común: tienen una lista corta de ingredientes, uno de ellos se encuentra en un porcentaje alto (que siempre es saludable) y la cantidad de sal y azúcar que contienen es baja por lo que no supone un problema para la salud. Entre ellas: el guacamole, el tomate triturado o el tsatsiki.