La bollería industrial es uno de los grandes enemigos de la dieta saludable. Durante muchos años los desayunos y las meriendas en España han consistido en un tazón de leche con cacao en polvo y algo para mojar en él: magdalenas, sobaos, panes de leche… Es decir, un menú en el que los azúcares añadidos estaban demasiado presentes y otros nutrientes importantes como las proteínas y las grasas saludables brillaban por su ausencia.
Todos los bollos, incluso los que preparamos en casa, tienen una cosa en común: están elaborados a partir de una masa de harinas refinadas, grasas saturadas y una buena cantidad de azúcar. La principal ventaja de preparar estas recetas en casa es que contamos con un mayor control de los ingredientes que echamos en ellas. Pero, además, al ser unas recetas que llevan trabajo, no las cocinamos muy a menudo.
Precisamente, el principal problema de la bollería industrial es que es un producto accesible y muy barato. Esto ha permitido que durante años hayamos estado comiendo estos productos que no nos hacen ningún bien: tienen un alto número de calorías, lo que favorece el aumento de peso, sus nutrientes son superfluos y, además, tienen un alto índice glucémico, lo que genera grandes picos de glucosa en la sangre.
Un bollo por capricho
De todas formas, la bollería industrial tiene algo que nos fascina: es muy dulce, palatable y, además, puede recordarnos a nuestra infancia. Muchos de estos productos se promocionan con llamativos reclamos y divertidas mascotas en sus envoltorios. Probablemente, el bollo industrial más famoso en España es el dónut, un tipo de rosquilla mucho más blanda que las que se hacen tradicionalmente en nuestro país.
Aunque el más icónico de todos es el que comercializa la famosa marca Bimbo, es posible encontrar bollos muy similares en el supermercado y en cafeterías. Huelga decir que los dónuts no son saludables: cada uno de estos bollos supone más de 200 kilocalorías y el 50% de su composición está formado por carbohidratos que proceden de los azúcares añadidos y de las harinas refinadas y los almidones.
Por supuesto, si llevamos una dieta saludable durante todo el año —basada en verduras, frutas, legumbres y frutos secos— comer uno de estos bollos de forma esporádica no va a perjudicarnos. Pero, si eres una de esas personas que necesitan tomar algo dulce más a menudo y los dónuts están entre tus caprichos favoritos, existen recetas para elaborar este tipo de bollo de manera más saludable.
Un donut diferente
La nutricionista Blanca García-Orea cuenta en su página de Instagram con un gran número de recetas de dulces elaborados a base de alimentos saludables. Los dónuts, por supuesto, se incluyen en esta colección de recetas. En este post, la experta explica cómo realizar un dónut sin harinas, sin azúcar, sin edulcorantes, sin gluten ni lácteos. Aunque parezca imposible, se puede hacer bollería sin utilizar todos esos componentes.
Para realizar esta receta sólo se necesitan huevos, almendras —u otro tipo de fruto seco que prefiramos—, plátanos, mandarinas, levadura en polvo, bicarbonato y canela. Todos estos ingredientes, en las cantidades que señala la nutricionista, se mezclan y se introducen en el horno a 200 grados. Finalmente, se añade una cobertura de chocolate que se elabora con tabletas con más de un 85% de cacao.
Estas recetas tienen un perfil más saludable que la bollería industrial. Ahora bien, no debemos consumirlas frecuentemente tampoco y, sobre todo, nunca pueden sustituir a una pieza de fruta, por mucho que la receta lleve estos vegetales. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, "no porque sean más sanos, podemos comerlo todos los días o de forma frecuente porque igualmente tendrán más calorías que otro postre u otro desayuno (por ejemplo, una tostada con tomate)".