Tanto en España como en otros países del Mediterráneo, hasta un 6,7% de los niños sufre alergia a los cacahuetes, siendo una de las alergías más comunes entre los más pequeños. Con pequeñas cantidades de proteína de cacahuete ya es suficiente para acabar sufriendo síntomas como picor, hormigueo en la cara, lesiones de urticaria e incluso dificultad respiratoria o náuseas en pocos minutos. Y, si se sufre una elevada sensibilidad, es posible llegar a sufrir una anafilaxia o reacción alérgica severa potencialmente mortal. Es un caso de extrema gravedad que requiere una inyección de adrenalina y una visita al hospital más cercano.
Si bien las etiquetas de los alimentos suelen alertar de que "pueden contener cacahuete" o incluso "trazas de cacahuete", no suelen ser suficientemente específicas. Pero un nuevo estudio podría cambiar las cosas. Como bien indica Lynne Haber, toxicólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, las actuales etiquetas de los alimentos sí serían suficientes para advertir a aquellos individuos que ya han sufrido reacciones alérgicas graves en el pasado, dado que no deberían exponerse a ninguna cantidad de cacahuete, por mínima que sea. Pero para aquellos con cierta tolerancia, sin poco útiles. Ahora, un nuevo estudio a cargo de Haber y sus colegas podría mejorar la situación.
En el nuevo trabajo, publicado en Food & Chemical Toxicology, Haber y sus colegas usaron datos de pacientes de diferentes ubicaciones y, gracias a modelos matemáticos, intentaron estimar una "dosis provocadora" o cantidad mínima de proteína de cacahuete necesaria para dar lugar a una reacción alérgica en un porcentaje significativo de pacientes sensibles a dicho alimento.
En este caso, además, la investigación se centró en datos de la población de Estados Unidos, ya que en este país el consumo de cacahuete, ya sea en su forma solida o en forma de mantequilla, es muy común y popular. Sólo en los Estados Unidos se estima que hay alrededor de 6 millones de personas alérgicas a esta legumbre (comúnmente conocida como "fruto seco", aunque no pertenezca a este grupo de alimentos).
Revisaron la respuesta de 481 pacientes en un estudio doble ciego controlado por placebo, los cuales fueron expuestos a niveles crecientes de proteína de cacahuete en un entorno clínico controlado, hasta que el paciente sufría la reacción alérgica.
Según sus hallazgos, la dosis necesaria para provocar una reacción alérgica en le 1% de los pacientes fue de 0,052 miligramos de proteína de cacahuete: el peso de un solo grano de sal. Por otro lado, se calculó que en el 5% de los pacientes hacían falta 0,49 miligramos de proteína de cacahuete para dar lugar a la reacción alérgica: el peso de un solo grano de azúcar.
Como bien recuerda Haber, el riesgo respecto a una sustancia es una combinación de diferentes factores, como el peligro que pueda suscitar una sustancia y la cantidad de dicha sustancia a la cual se exponga el organismo. Como ejemplo, Haber explica que el arsénico es más tóxico que el cloruro de sodio o sal de mesa, pero evidentemente no hay peligro si uno no se expone al arsénico.
Por otro lado, hace hincapié en el factor de la cantidad: el consumo de agua es saludable y necesario, pero beber en exceso también puede ser letal. Como se puede observar, las cantidades expuestas son mínimas, por lo que el consumo de un solo cacahuete sería más que suficiente para provocar síntomas comunes de alergia. Respecto a las potenciales anafilaxias o reacciones alérgicas graves, no es posible conocer la sensibilidad de cada persona hasta que no se produce una reacción de este estilo. Por tanto, la mejor prevención es no exponerse a ninguna cantidad de cacahuete si ya se conoce que existe una alergia como tal.