Con el tiempo hemos ido aprendiendo que la patata no es un alimento imprescindible de la dieta, ya que no aporta nutrientes de especial interés. De hecho el Plato para Comer Saludable de la Universidad de Harvard, que recomienda que vegetales y frutas ocupen la mitad de cada plato, advierte que no se deben contabilizar las papas como vegetal. No obstante, la papa es un alimento presente en muchas recetas típicas de España, por lo que más allá de su valor nutricional tiene un fuerte peso gastronómico en el país. Así las cosas, lo mejor es aprender a encajarla de la forma más saludable en nuestros platos. Por ejemplo, hervidas o al horno mucho mejor que fritas, ya que sumarán muchas más calorías.
Este tuberculo originario de América del Sur fue traído a Europa en el siglo XVI por los conquistadores españoles. Como resultado, hay zonas de España que tiene gran tradición en el cutivo de patatas, una de ellas es Álava. En su apuesta por la fruta y verdura de proximidad, la compañía de distribución Mercadona en esta campaña ha comprado 948.000 kilos de patata de Álava, lo que supone un incremento del 49% respecto a la campaña anterior, según ha informado a través de su web.
En los últimos años, la empresa presidida por Juan Roig ha adquirido más de 2,7 millones de kilos de patata de Álava con Euskolabel. Este sello de calidad "Patata de Álava" sólo se otorga a aquellas que cumplen exigencias de alta calidad definidas en el Reglamento elaborado por Productores y Técnicos de cuyo control se ocupa HAZI, una organización que impulsa el sector primario, alimentario y del medio rural y litoral vasco, según exponen desde la web.
Pero más allás de platos ricos y famosos en todo el mundo, como la tortilla de patata, las revolconas o el marmitako, ¿qué aporta este alimento al organismo?
Hay que empezar retomando lo que señalábamos del Plato Saludable de Harvard. Esta guía alimentaria recomenda que el 50% del plato sean verduras, el 25% proteínas de calidad y el otro cuarto que lo integren los cereales integrales. Y añade: "no cuentan (las patatas) como vegetal por su efecto negativo en la azúcar en la sangre".
Esto se debe a que se trata de un alimento rico en hidratos de carbono, en su mayor parte en forma de almidón. Este compuesto es un hidrato de absorción rápida que provoca que el azúcar en sangre aumente de golpe y que se produzcan picos de insulina, de ahí que su consumo frecuente no sea muy recomendado.
Pero tampoco hay que volverse locos. Según señaló Daniel Ursúa, dietista-nutricionista y divulgador y autor del blog Nutrihabits, si se tienen buenos hábitos, tanto de alimentación como de ejercicio físico, se puede consumir patata: "Simplemente no debe ser un alimento muy presente en nuestro día a día, ya que nos dificultará seguir las recomendaciones de Harvard".
Consumo moderado
Para comprobar que se consume patata de forma saludable, además de priorizar formas de cocinado ligeras como dijimos, hay otro factor clave: que su consumo nunca desplace el de otros alimentos importantes como frutas, verduras y proteínas de calidad. De ahí que lo mejor sea concebir su consumo como guarnición, no como elementos principal del plato.
Por ejemplo: una patata al horno pequeña para acompañar a unas verduras y un trozo de salmón. Lo importante, según explicó a este diario Elena Toledano, dietista-nutricionista de Instituto Centta de Madrid, es no perder de vista esta fórmula: que el 50% del plato esté compuesto por verduras, un 25 de proteínas de calidad (pescado, huevo, legumbre, carne de ave) siendo el otro 25% restante para la patata.
Aclarado esto, este tubérculo también aporta vitamina C, aunque durante la cocción puede perder gran parte de su contenido. Para evitarlo, desde la Fundación Española de Nutrición recomiendan cocinarlas al vapor o al horno pero envueltas en papel de aluminio. También contienen vitamina B6, minerales como el potasio, que contribuye al buen funcionamiento del sistema nervioso y de los músculos, así como carotenoides.
Por último, ¿qué pasa con las patatas fritas?, ¿realmente son alimentos tan poco sanos? Lo cierto es que sí. Según un estudio publicado por la Escuela de Salud Pública de Harvard, se trata de uno de los productos que más engordan, más incluso que la bollería industrial. Su consumo elevado, así como otros alimentos ricos en carbohidratos de digestión rápida se relacionan con un mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas.