Todos conocemos a alguien que sería capaz de alimentarse continuamente de comida basura. Aunque en España tenemos fama de comer bien gracias a nuestra dieta mediterránea, la verdad es que en nuestro país los amantes de las hamburguesas, las bolsas de patatas y los refrescos azucarados se cuentan por millones. De todas formas, sabemos que, por mucho que nos gusten, debemos comedirnos con estos productos.
Varios estudios científicos han demostrado que abusar de los alimentos ultraprocesados aumenta el riesgo de mortalidad. Tal y como explica este artículo de EL ESPAÑOL, la Universidad de Navarra calculó en 2019 que consumir más de cuatro raciones de ultraprocesados aumentaba en un 62% el riesgo de mortalidad. A partir de ahí, cada ración adicional aumentaba un 18% más este riesgo.
Según explican los científicos que realizaron el estudio, hasta el 25% de las personas que participaron en él llevaban una dieta con un alto consumo de ultraprocesados. Sin embargo, en la población general esta cifra podría ser mayor. Este problema de alimentación también es conocido en otros países, como el Reino Unido. Según un artículo de la BBC, más de la mitad de la comida que se consume en este país son ultraprocesados.
Tipos de procesados
Esto provoca que uno de cada cuatro adultos y uno de cada cinco niños sean obesos, según cifras estimadas. Ahora bien, no todos los alimentos que salen de la industria alimentaria son perjudiciales. El procesamiento de algunos de ellos ha sido menor o no incluyen ingredientes perjudiciales como un exceso de sal, azúcar o grasas de mala calidad. Son lo que el dietista-nutricionista Carlos Ríos llama "buenos procesados".
Algunos de los mejores ejemplos de buenos procesados son las legumbres en bote o las verduras ultracongeladas. Estos productos se caracterizan por contener pocos ingredientes, estar mínimamente procesados y, lo mejor, conservar los beneficios de esos alimentos. Por el contrario, un ejemplo de alimento procesado sería una fabada con embutido de bote o una lasaña de verduras congelada. Entre los ingredientes de esos artículos se encuentran grasas y azúcares añadidos.
Los daños de la comida ultraprocesada no sólo se producen a largo plazo. Poco después de empezar a llevar una dieta con una presencia alta de ellos se manifiestan algunos síntomas que nos hacen sentir peor, pero que a veces no los asociamos a estos alimentos. Así lo ha vivido en su propio cuerpo Chris Van Tulleken un médico inglés que ha tomado comida ultraprocesada durante todo un mes para realizar un documental sobre sus efectos.
Un mes de ultraprocesados
What are we feeding our kids? (¿Qué le damos a nuestros hijos de comer?, en español) es el reportaje en el que este facultativo comienza una dieta compuesta al 80% por este tipo de alimentos insanos. Aunque parece una proporción muy alta, el experto explica que "un quinto de la población del Reino Unido lleva una dieta similar". Llevando esta dieta durante sólo un mes, Van Tulleken confesó que se sentía 10 años mayor.
Explica que hasta que no paró de consumir estos productos no se dio cuenta de que eran los culpables. Aumentó hasta 7 kilogramos de peso en ese corto período, pero eso no es lo peor. El médico experimentó síntomas desagradables: peor calidad de sueño, acidez de estómago, sentimientos de infelicidad, ansiedad, lentitud, reducción del deseo sexual y también estreñimiento.
Uno de los principales problemas de los alimentos ultraprocesados que describe el médico es que son adictivos. "Existen evidencias de que la comida que contiene altas proporciones de carbohidratos y grasas (como los ultraprocesados) pueden activar los centros del cerebro responsables de la recompensa, la emoción y la motivación. Cuanta más recompensa genera una comida, más se repite su consumo", explica el artículo de la BBC.