Las piedras del riñón son un doloroso problema con una incidencia muy variable: en España, según un informe de la Unidad de Urología y Andrología del Hospital Ruber Internacional, podría alcanzar al 10% de la población, con una proporción mayor entre los hombres. Además, su recurrencia es alta: de un 50% en los siguientes 10 años tras el primer episodio, por lo que un enfoque conductual y nutricional para mantener los cálculos renales a raya se vuelve fundamental.
Y es que, como recoge la Dra. Roswitha Siener, del Departamento de Urología del Hospital Universitario de Bonn (Alemania), la mala hidratación -o la deshidratación excesiva por sudoración, diarrea crónica, ect- es la principal causa de la urolitiasis, el nombre científico de la enfermedad de las piedras del riñón. Si no se produce suficiente orina por falta de líquidos, elementos como el calcio, el oxalato y el ácido úrico pueden cristalizar y formar los cálculos, que obstruyen los uréteres.
Una buena hidratación, especialmente entre personas que por su desempeño no tienen acceso a los servicios con regularidad, es la principal recomendación, ya que una orina más fluida puede disolver los cristales y ayudar a su evacuación. Sin embargo, según la revisión que publica Siener en la revista Nutrients, al paciente y al especialista se le presentan todavía muchas dudas. Agua, sí, pero ¿mineral o de grifo? ¿Cuentan las bebidas como el zumo o el café dentro de los objetivos de hidratación?
Con la idea de delimitar los enfoques dietéticos que pueden mejorar la calidad de vida y evitar intervenciones quirúrgicas innecesarias, la investigadora se ha centrado en los siguientes alimentos:
Agua de grifo o mineral
Aunque no se han detectado mayores incidencias de piedras en el riñón por el consumo de agua corriente, sí se han relacionado casos con comunidades que bebían de pozos privados con agua de especial dureza. Esto quiere decir que era abundante en calcio, y para una persona con riesgo de urolitiasis, la concentración de este mineral no debería superar los 1200 mg diarios, que se encontrarían ya en dos litros de agua dura.
El agua mineral, por otra parte, ofrecería un beneficio para las piedras del riñón gracias a un compuesto específico, el bicarbonato, un agente alcalinizante que ayudaría a excretar los elementos que forman el cálculo. Pero cada agua embotellada es diferente, y en caso de ser rica en calcio, estos beneficios quedarían anulados.
Zumos o refrescos
Los citratos que podemos encontrar en las naranjas o los limones también son agentes alcalinizantes, por lo que en teoría deberían ejercer un efecto protector sobre los riñones. Los estudios, sin embargo, han sido inconcluyentes. En cualquier caso, tomar la fruta entera sí contribuiría a los objetivos de hidratación por su alto contenido en agua, o el uso del jugo natural en el caso del limón. El zumo, aunque sea natural, no es la opción nutricional recomendable.
Los refrescos endulzados, por otra parte, no presentan controversia alguna: están directamente relacionados con el riesgo de piedras en el riñón, especialmente por su contenido en fructosa, uno de los edulcorantes más perjudiciales. Un motivo más para dejar de consumirlos.
Café o té
En este caso, ambas infusiones serían igualmente recomendable porque ambas poseen un efecto diurético, que nos ayuda a ir al baño y a diluir los cálculos renales. Es posible que los tés, y algunos tipos en concreto como el negro, posean propiedades saludables específicas para el riñón, apunta Siener, pero esto todavía no ha sido dilucidado.
Proteínas o carbohidratos
La proteína aumenta la acidez de la urina e induce la formación de calcio urinario, por lo que en teoría sí estaría relacionada con un mayor riesgo renal, pero según apunta Siener, esto no se ha demostrado de forma concluyente. Lo que sí han comprobado los estudios observacionales es que quienes consumen menos proteína suelen tomar más vegetales y frutas, una opción más beneficiosa por su aporte de agentes alcalinizantes y agua.
En cuanto a los carbohidratos, la principal preocupación son los azúcares usados como aditivos, como la ya mencionada fructosa y la glucosa. Excluyéndolos, como ocurre cada vez más en la industria alimentaria, los hidratos de carbono no presentarían un riesgo particular.
El problema de los oxalatos
Optar por una dieta basada en vegetales y fruta encierra un problema adicional: muchos de estos alimentos son ricos en oxalatos, compuestos relacionados significativamente con la formación de cálculos. Espinacas, ruibarbo, acedera o sésamo serían las comidas a evitar.
Y por último, recordar que el sodio también influye en la excreción de calcio urinario; dicho de otro modo, las dietas bajas en sal también ayudan a reducir el riesgo de piedras en el riñón.